Las conocidas como infecciones del tracto urinario (ITUs) son de tipo bacteriano y suelen causar síntomas como una fuerte necesidad de orinar que no desaparece o hacerlo en pequeñas cantidades de manera frecuente, repentina e incómoda.
Estas infecciones son comunes en las mujeres a causa, sobre todo, de sus particularidades anatómicas. Se calcula que el 50% de ellas tendrá una infección en el tracto urinario a lo largo de su vida, según datos de la Sociedad Española de Nefrología (SEN). Pero no solo eso: una cuarta parte de las que padecen ITU experimentan infecciones repetidas.
Qué hay detrás de las infecciones urinarias
Se considera que una mujer tiene infecciones de orina de repetición o recurrentes cuando ha tenido tres o más episodios en un año, o dos en los últimos seis meses. ¿Por qué algunas mujeres sufren infecciones de repetición y otras no? Las razones pueden ser varias y suelen cambiar con la edad y con factores del estilo de vida.
Antes de la menopausia, los factores de riesgo más comunes son las relaciones sexuales, que aumentan la cantidad de bacterias en la vejiga; los espermicidas, que pueden eliminar los lactobacilos, bacterias beneficiosas de la vagina; una baja ingesta de líquidos; la disminución, después de la menopausia, de la cantidad de lactobacilos en la vagina; o los genes, que también ejecutan un papel importante.
Cómo interviene el microbioma en las infecciones urinarias
Otra de las causas de las infecciones urinarias tiene que ver con un desequilibrio en el microbioma. Partimos de la idea de que el tracto urinario no es un ambiente estéril, sino un sistema complejo en el que conviven microorganismos —microbioma— como Lactobacillus, Prevotella y Gardnerella. Como apunta el Doctor Miguel Sánchez Encinas, jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Rey Juan Carlos, de Móstoles, “se ha identificado la existencia de una interacción entre los microbiomas intestinal, vaginal y urinario, por lo que un desequilibrio de este microbioma, conocido como disbiosis, parece vincularse al desarrollo de ITU recurrentes”.
En concreto, se asocia a la presencia de Escherichia coli (E.coli), un tipo de bacteria que se encuentra en el tracto gastrointestinal y cuyo crecimiento desmedido en el intestino es un “riesgo para el desarrollo de dichas infecciones”, explica Sánchez Encinas. Se sabe, además, que “las mujeres con infecciones urinarias recurrentes tienen menor diversidad microbiana en su flora intestinal” y que la E.coli es responsable de más del 80% de estas infecciones. Aunque este microorganismo aeróbico de rápido crecimiento vive en el intestino humano, tiende a convertirse en un problema cuando se traslada al tracto urinario o cuando se vuelve excesivamente abundante.
Cómo tratar estas infecciones urinarias: entre antibióticos y probióticos
En la mayoría de los casos, la base del tratamiento de las infecciones urinarias es la terapia con antibióticos. Estos alivian los síntomas, pero suelen hacerlo de manera temporal, ya que una cuarta parte de las mujeres desarrolla una segunda infección al cabo de unos meses.
¿Por qué algunas mujeres entran en este círculo vicioso de infección-antibióticos-infección? El uso incorrecto de antibióticos tiene como resultado efectos a largo plazo en el tracto gastrointestinal, la vagina y el sistema urinario en general, que están interconectados.
Según una investigación publicada en Nature Microbiology, el camino para salir de este círculo vicioso estaría, como ya hemos mencionado, en los intestinos. El tratamiento con antibióticos elimina las bacterias que provocan las enfermedades de la vejiga, pero no las de los intestinos. Además, los antibióticos pueden matar las bacterias intestinales buenas en el microbioma, lo que favorece que las bacterias que sobreviven tengan rienda suelta para propagarse de nuevo a la vejiga, y empieza de nuevo la infección urinaria.
Para revertir esta realidad, surgen nuevos caminos en el tratamiento, como el uso de probióticos como los lactobacilos L.crispatus, L.rhamnosus, L.reuteri o L.casei, que “han demostrado ser prometedores al mantener tanto la diversidad del microbioma intestinal como restableciendo el equilibrio del microbioma urinario”, admite Sánchez Encinas. Según el experto, los probióticos evitarían el crecimiento desmedido de bacterias uropatógenas al generar sustancias antimicrobianas como el peróxido de hidrógeno. Además, estimulan “la respuesta inmune en el tracto urinario con la producción de péptidos antimicrobianos”, resalta el especialista.
Cómo prevenir las infecciones urinarias recurrentes
La clave es mantener un equilibrio en el microbioma intestinal, a través de una alimentación rica en fibra y baja en alimentos procesados que ayude a favorecer la biodiversidad de la flora intestinal y también evitando el sobrecrecimiento bacteriano de posibles gérmenes uropatógenos.
La ingesta de compuestos derivados del arándano, con altas concentraciones de proantocianidinas, tienen capacidad para dificultar la adherencia de las bacterias en el tracto urinario. Según Sánchez Encinas, pueden significar “una reducción de hasta un 30% en su incidencia, sobre todo en mujeres con episodios recurrentes de ITU”.
En este sentido, algunos de los estudios más relevantes sostienen que los arándanos rojos pueden reducir las infecciones urinarias gracias a su capacidad para aumentar la acidez de la orina e impedir que la E.coli quede atrapada en el epitelio de la vejiga y prolifere.
En el caso de las mujeres posmenopáusicas, el especialista apunta a “la terapia estrogénica como prevención alternativa debido a la correlación entre el déficit de estrógeno vaginal y la mayor propensión a las infecciones”.
También anota dos opciones médicas prometedoras: los inmunoestimulantes sublinguales para cepas bacterianas específicas para reducir las cistitis recurrentes y, aunque todavía están en fase de ensayo, las vacunas específicas frente a la E.coli.