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Cómo esquivar la pérdida de masa ósea que provoca la osteoporosis

Mercè Palau

Es común pensar que los huesos son duros y duran toda la vida. Pero la realidad no es así. Los huesos son tejido vivo y están en crecimiento. De niños y adolescentes solemos producir más hueso del que perdemos hasta llegar a lo que se denomina masa ósea máxima (suele ocurrir alrededor de los 30 años). Cuanto más alto sea este pico, menos probabilidades tendremos de desarrollar osteoporosis en el futuro.

Tras alcanzar estos niveles, el equilibrio entre la formación y la pérdida ósea puede empezar a cambiar. En la mediana edad, la pérdida ósea suele acelerarse tanto en hombres como en mujeres. Para muchas mujeres, la pérdida de masa ósea aumenta tras la menopausia, cuando los niveles de estrógeno bajan de manera drástica. La osteoporosis aparece cuando se pierde demasiado hueso, se produce muy poco o ambas cosas.

Huesos frágiles, una patología indolora y asintomática

La osteoporosis ocurre cuando los huesos pierden minerales como el calcio más rápidamente de lo que el cuerpo puede reemplazarlos. Así, los huesos se vuelven más porosos, aumenta el número de las cavidades que hay en su interior, son más frágiles, resisten peor los golpes y se rompen con mayor facilidad.

Muchas personas no saben que la tienen hasta que se fracturan un hueso. En la mayoría de los casos no aparecen ni signos ni síntomas. Esta es la razón por la que la osteoporosis a menudo se denomina “enfermedad silenciosa”. En España, la incidencia de fractura por fragilidad está aumentando debido a una mayor esperanza de vida, según datos de la Sociedad Española de Reumatología.

La prevalencia de osteoporosis densitométrica en nuestro país se sitúa en torno al 26% en mujeres mayores de 50 años; en mujeres mayores de 70 años, la prevalencia está en el 24% en cadera y del 40% en columna lumbar. En varones mayores de 50 años, la prevalencia está en un 4,8% en columna vertebral y un 4,4% en cadera, según el Grupo de Trabajo de Enfermedades Reumatológicas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Para el año 2025, se estima un aumento de la incidencia de fracturas del 40%.

Avanzar el diagnóstico, clave para un mejor tratamiento

 “Lo ideal sería poder identificar qué paciente tiene riesgo e intentar que no se desarrolle”, reconoce la Doctora Almudena Román, especialista del Servicio de Reumatología del Hospital Universitario General de Villalba. Por ello, para la experta es recomendable hacer un estudio completo a los pacientes que, por algún motivo, como si toman algún fármaco, sean especialmente vulnerables a sufrir osteoporosis.

No se trata de pruebas complejas ni complicadas. Basta con una analítica, que permite conocer los valores de calcio, fósforo, magnesio u hormonas que indican cómo está el hueso; una densiometría para calcular la cantidad de hueso; y una radiología para dar con fracturas que puedan quedar desapercibidas. Todo ello sin perder de vista otros condicionantes que están relacionados como son la edad, el estado hormonal, hábitos tóxicos, enfermedades asociadas, etc.

El estudio de todos estos condicionantes en conjunto permitirá determinar si la persona es candidata o no a tratamiento. “Podemos frenar la pérdida de masa ósea, incluso ganarla, pero requiere un seguimiento periódico y mantenido en el tiempo”, reconoce Román.

Cómo podemos proteger nuestros huesos

Los cambios en el estilo de vida y el tratamiento médico pueden prevenir una mayor pérdida de masa ósea y reducir el riesgo de fracturas. Para los especialistas del Hospital Universitario General de Villalba, la clave está en llevar una vida sana, fundamental para luchar contra la osteoporosis.

¿Qué significa esto? Debemos tener en cuenta los siguientes aspectos fundamentales: una alimentación saludable, vida activa y ejercicio físico. El calcio es una de las mejores líneas de defensa para mantener los huesos fuertes. Y no hablamos solo de los productos lácteos como la leche (una taza puede proporcionar entre el 27-35% de la ingesta recomendada), sino también de alimentos como brócoli, col, rúcula, higos, naranjas, legumbres, pescado o frutos frescos. “Lo recomendable es una ingesta de un gramo de calcio al día”, admite la doctora Román.

La vitamina D también es una gran aliada de la salud ósea porque ayuda al cuerpo a metabolizar el calcio. Además de obtenerla de alimentos como el salmón o los huevos, también nos ayudará una exposición solar adecuada. “Diez minutos de paseo diario son suficientes para alcanzar niveles óptimos de esta vitamina”, reconoce la especialista.

Llevar una vida activa es fundamental para unos huesos más sanos. Pero no es necesario el ejercicio intenso o apuntarse a un gimnasio. Caminar es uno de los mejores ejercicios para la regeneración de hueso. Como puntualiza Román, “el hueso está vivo; se forma y se destruye constantemente y caminar estimula su formación”.

Por otro lado, ni el alcohol ni el tabaco nos ayudarán a mantener nuestra salud ósea: fumar reduce la masa ósea y el alcohol puede interferir con el equilibrio de calcio y vitamina D, nutrientes esenciales.