Los miomas uterinos son los tumores benignos más frecuentes entre las mujeres. “Si decimos que una de cada dos mujeres, o el 50% de las mujeres, van a desarrollar un mioma a lo largo de su vida, probablemente estemos diciendo la verdad”, afirma el Doctor Manuel Albi González, del Servicio de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz.
Lo ejemplifica muy bien con un símil la Doctora Laura Pineda Domínguez, también del Servicio de Ginecología y Obstetricia del citado hospital, según la cual “el mioma es al útero lo que una peca a la piel”.
Qué es un mioma uterino
Un mioma es una tumoración benigna que se origina en el útero. Los miomas están formados por células musculares idénticas a las que conforman el útero normal. No se sabe bien por qué, en un momento determinado una sola célula experimenta una división clonal y acaba conformando un mioma.
Estos tumores benignos son de tamaño muy variable (desde algunos milímetros a más de 40-50 centímetros) y con frecuencia son múltiples. La causa no es totalmente conocida, aunque sabemos que dependen de las hormonas de los ovarios y que existen algunos factores de riesgo como la obesidad, la historia familiar de miomas o la raza. Se calcula que, a los 50 años, aproximadamente el 70% de las mujeres blancas y más del 80% de las mujeres negras tienen miomas uterinos.
Miomas, de naturaleza silenciosa y sin síntomas (en la mayoría de los casos)
La mayor parte de los miomas no provocan ningún síntoma. Esto explicaría, como reconoce Albi González, que “un porcentaje muy elevado de miomas se hayan descubierto de forma casual, por una exploración o revisión ginecológica o porque se ha realizado una ecografía del abdomen”. Para la Doctora Raquel Senosiain Echarte, del Servicio de Ginecología y Obstetricia de los hospitales universitarios Fundación Jiménez Díaz y de La Luz, “la ecografía en la valoración de los miomas es el Gold standard”, es decir, la prueba de referencia.
Pese a todo, hay que tener en cuenta que cada mujer es un caso y que su situación tiene que ser evaluada de forma independiente. Solo en determinadas circunstancias los miomas sí pueden dar síntomas, sobre todo sangrado menstrual abundante o anormal y dolor, apunta el doctor Albi.
El tratamiento personalizado para los miomas uterinos
La mayor parte de los miomas no necesitan ningún tratamiento, aunque sí realizar revisiones periódicas para valorar el ritmo de crecimiento de los miomas existentes y detectar otros nuevos, en el caso de que los haya. “Los tratamientos los podemos dividir en dos: médico o quirúrgico. El primero se basa en la medicación para evitar los síntomas. El tratamiento quirúrgico también lo dividimos en dos: una parte que pretende destruir el mioma y otra que tiene como finalidad extirpar el mioma mediante cirugía convencional”, afirma Albi González.
Los miomas que se encuentran en el interior de la cavidad del útero (miomas submucosos) con frecuencia producen sangrados anormales y además podrían dificultar la implantación embrionaria, siendo causa de infertilidad. Por esos motivos, es frecuente que se intervengan mediante una histeroscopia. Esta intervención permite la extirpación ambulatoria y en muchas ocasiones sin anestesia de estos tumores. El tratamiento dependerá de cada caso y se adaptará a cada mujer. “Hoy en día tenemos suficiente arsenal terapéutico para el tratamiento adecuado del mioma”, afirma Albi González.
¿Es posible quedarse embarazada con miomas uterinos?
En el momento del diagnóstico, para muchas mujeres una de las principales preocupaciones es si podrán llegar a ser madres o no. Es lo que le ocurrió a Alejandra, que afirma que el diagnóstico no lo encajó “nada bien porque yo tenía claro que quería ser mamá” y que “la pérdida del útero, con 25 años o con 31 años, era algo que me quitaba las posibilidades a la maternidad”.
Como explica Senosiain Echarte, es frecuente la asociación entre embarazo y útero miomatoso. Exceptuando los miomas submucosos, “la mayoría de los embarazos transcurren de forma normal, las complicaciones no llegan a un 10% y eso no debe interferir, presionar ni condicionar la búsqueda de completar un deseo gestacional”, corrobora Senosiain.
Lo puede explicar bien Alejandra que, tras dos intervenciones, se quedó embarazada y tuvo a su primera hija. Al cabo de un año, se quedó de nuevo embarazada. “He visto situaciones insólitas que me han demostrado que la biología es, ocasionalmente, mucho más sabía que lo que nosotros nos podemos adelantar. Por tanto, me cuesta decir a una mujer con útero miomatoso que no lo intente si quiere quedarse embarazada”, afirma Senosiain.
Tras los dos embarazos, Alejandra sí tuvo que someterse a una nueva intervención para que le extirparan el útero porque los miomas seguían creciendo. Sin embargo, y pese a tener que hacer frente a los efectos emocionales que le provocó esta situación, “mi vida es perfectamente normal”, afirma.
Descartar la presencia de sarcomas
Los sarcomas son tumores de músculo que, a diferencia de los miomas, tienen capacidad invasiva. Ante un mioma, la posibilidad de que pueda ser un sarcoma no debe descartarse, aunque como afirma Pineda Domínguez, “es muy infrecuente que podamos encontrar un sarcoma cuando la evolución y el crecimiento del mioma sea el normal y esperable. Lo más frecuente es que si un mioma, parece un mioma y se comporta como un mioma, sea un mioma”, enfatiza Pineda.
En Anatomía Patológica es donde “sabemos al 100% de qué estamos hablando”, afirma la doctora. Los indicativos de benignidad son la presencia de tumores bien delimitados y que estén formados por células del músculo liso de morfología idéntica a las del músculo liso normal adyacente, explica la Doctora Ana Suárez Gauthier, del Servicio de Anatomía Patológica del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. En cambio, los “parámetros de malignidad son, la presencia de necrosis coagulativa, una alta tasa de figuras de mitosis y atipia significativa de las células que lo conforman. Si descartamos esto, nuestro diagnóstico va a ser un leiomioma benigno”, afirma Suárez.