Cuando la obesidad obliga a pasar por el quirófano

Mercè Palau

Más de mil millones de personas en todo el mundo son obesas, una cifra que no deja de crecer y que, para 2025, se estima que unos 167 millones de personas entre adultos y niños se vuelvan menos saludables a causa de la obesidad y el sobrepeso, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Las previsiones en España no son nada alentadoras: se calcula que en el año 2030 unos 27 millones de personas estarán por encima de su peso ideal, una tendencia al alza desde hace unos años si tenemos en cuenta que en los últimos 20 años la tasa de obesidad se ha duplicado. 

La obesidad está relacionada con una larga lista de afecciones crónicas, como diabetes tipo 2, enfermedades cardíacas, presión arterial alta, apnea del sueño, osteoporosis y accidentes cerebrovasculares. No es, por tanto, solo una cuestión estética sino que en muchos casos también hablamos de problemas de salud.

Cuando la cirugía es la única opción

El primer paso para saber si hablamos de obesidad o no es conocer el Índice de Masa Corporal (IMC), una fórmula matemática que relaciona el peso y la talla. Así, nos referimos a sobrepeso cuando el IMC es igual o superior a 25; de obesidad cuando el IMC es igual o superior a 30; y de obesidad mórbida cuando el IMC es igual o superior a 40.

Este último tipo de obesidad es el que plantea mayores retos a la hora de tratar ya que no suele responder bien a los tratamientos convencionales como dieta, ejercicios o medicamentos para adelgazar

A día de hoy, para las personas con obesidad mórbida con enfermedades graves, la cirugía bariátrica es la única opción para controlarla. Esta intervención afecta el estómago y en cómo se digieren los alimentos. Está diseñada para reducir la cantidad de alimentos que la persona puede ingerir o la absorción de calorías de los alimentos que ingiere, o ambas cosas. 

La intervención hace que el estómago sea mucho más pequeño, lo que permite que la persona se sienta llena después de comer solo una pequeña cantidad de comida y en técnicas como el bypass gástrico, se produce además una hipoabsorción de alimentos. Las personas con mayor obesidad son las que pierden más peso: en concreto, aquellas con una obesidad más moderada, con un IMC entre 30 y 35, no perderán un peso excesivo sino que se acercarán su IMC al considerado normal (20 a 25).

Son los especialistas como el cirujano, el endocrino y el nutricionista los que realizan un estudio individualizado de cada caso para determinar si una persona puede someterse o no a una cirugía de la obesidad. En el caso afirmativo, también valoran cuál es el tipo de cirugía que mejor se adapta a su caso. 

En el Hospital Universitario Rey Juan Carlos tienen una larga experiencia en este sentido ya que su Unidad de la Obesidad es la que más cirugía bariátrica hace en el contexto de la sanidad pública madrileña (unas cinco intervenciones semanales) y la que cuenta con uno de los equipos especializados en cirugía de la obesidad con más alto volumen en España.

Ventajas de la cirugía laparoscópica, más allá de las mínimas incisiones

Dentro de la cirugía bariátrica hablamos de las ventajas que ofrece la  laparoscopia, que no solo incluyen una rápida recuperación postoperatoria y de la función intestinal sino también una reducción del dolor y del tiempo de hospitalización. Lo saben muy bien los profesionales de hospital mostoleño, donde han realizado sus primeras  4 cirugías bariátricas por laparoscopia y puerto único, sin cicatriz visible, con alta a las 24 horas de la intervención y enmarcado en una innovadora vía clínica protocolizada.

Pero las ventajas  no acaban aquí. Una de las más visibles es que se reducen las vías de acceso a la cavidad abdominal, en concreto, de cinco se pasa a un orificio para introducir el material quirúrgico. En consecuencia, la misma cirugía se realiza por el ombligo y el paciente no presenta cicatriz visible, que se  muestra gratamente sorprendido al ver el resultado estético, que se traduce en una menor percepción de dolor y mejor recuperación. 

“La recuperación es mejor y más rápida para el paciente que, además, no tiene una cicatriz visible porque introducimos los instrumentos por el ombligo”, reconoce el Doctor Carlos Ferrigni, especialista del Servicio de Cirugía General y Digestiva del hospital mostoleño y que, junto al Doctor Alejandro García y el Dr. Camilo Castellón, cirujanos del mismo departamento, han sido los responsables de las cuatro intervenciones de este tipo realizadas en el Rey Juan Carlos.

Para García, “la posibilidad de llevar a cabo intervenciones de este tipo depende de la experiencia del cirujano”, de ahí la importancia de contar con cirujanos de prestigio y con un equipo que valore cada caso particular para aplicar el mejor tratamiento.

Además de ofrecer todos estos beneficios, y en su afán por orientar, acompañar y ofrecer el mejor tratamiento, el Servicio de Cirugía General y Digestiva del hospital tiene previsto poner en marcha en breve su Programa de Cirugía Robótica de la Obesidad para aprovechar las ventajas en términos de precisión, acceso, visión, rotación y movimiento que aporta a los profesionales y, en consecuencia, a los pacientes.