El sueño es uno de los pilares básicos de nuestra salud. Necesitamos dormir para restablecer el equilibrio físico y psicológico básico. Las recomendaciones generales para los adultos es que necesitamos de siete a ocho horas de sueño diario. Sin embargo, la Sociedad Española de Neurología (SEN) estima que el 48% de la población adulta española y el 25% de la población infantil no tiene un sueño de calidad; además, un 32% de la población se despierta con la sensación de no haber tenido un sueño reparador.
La falta de sueño y la dificultad para dormir bien tiene consecuencias en nuestra salud y en el bienestar general, más allá de mayor cansancio y de las típicas ojeras. No dormir las horas necesarias o no tener un sueño reparador se asocia con problemas en la memoria y el aprendizaje, déficit de atención, influye en el sistema neuroendocrino e inmunológico, entre otros. Y también se asocia a un mayor riesgo de tener obesidad que, a su vez, conduce a una mayor posibilidad de sufrir trastornos del sueño. Estamos hablando de dos problemas interconectados entre sí que van a la par.
Así lo corrobora la Doctora Adriana Gómez Domínguez, especialista del Servicio de Neurofisiología Clínica del Hospital Universitario Infanta Elena, que advierte de la relación entre la falta de sueño y la obesidad en un reciente artículo en el que destaca que “la conexión es bidireccional y compleja y que ambos problemas pueden agravarse mutuamente si no se tratan de forma adecuada”.
Cómo la falta de sueño conduce a un mayor peso
La falta de sueño puede alterar las hormonas relacionadas con el apetito, sobre todo la grelina, la hormona del hambre, y la leptina, la de la saciedad. El equilibrio entre estas dos hormonas nos ayuda a comer lo que necesitamos. Pero si dormimos menos horas, los niveles de leptina bajan y aumentan los de la grelina, lo que se traduce en un aumento del apetito y, en consecuencia, del peso corporal.
Además, se ha demostrado también que dormir menos horas se asocia a una mayor tendencia a seleccionar alimentos ricos en calorías —carbohidratos, dulces y grasas saturadas— ya que la energía que el cuerpo ya no obtiene del sueño hace que tengamos más apetencia por comidas más calóricas. El cuerpo compensa la falta de sueño con calorías. En estos casos, además, las personas suelen hacer menos actividad física, posiblemente porque se sienten más cansadas durante el día, por lo que el riesgo de sufrir obesidad es mayor.
Ante largos periodos de privación de sueño, se observa un cambio hormonal que aumenta el apetito y la ingesta de calorías. Lo demuestran estudios como el publicado en Nature and Science of Sleep según el cual, dormir menos de cinco horas diarias aumenta un 48% el riesgo de obesidad.
La obesidad también quita horas de sueño
Cambiamos de dirección. ¿Cómo afecta el sobrepeso en el sueño? Es fácil reconocer que la obesidad puede tener consecuencias negativas en la salud pero ¿cómo afecta al sueño? En este caso la experta advierte que “cuando la obesidad se ha instaurado, también influye de forma negativa en el sueño”. Aparecen formas en las que nuestra capacidad para descansar puede verse comprometida. Una de las complicaciones más evidentes es la alteración de la respiración, que se traduce en ronquidos y apnea del sueño.
Esto es así porque el exceso de grasa corporal puede interferir con la respiración y provocar trastornos respiratorios.
La obesidad, un problema que afecta a un 25% de la población en España, puede cambiar el metabolismo y los ciclos de sueño-vigilia de manera que se deteriora la calidad del sueño y, a su vez, tiene capacidad para empeorar los procesos biológicos que contribuyen al aumento de peso. Es un ciclo vicioso entre obesidad y falta de sueño.
Más allá de estos efectos, Gómez Domínguez alerta que, aunque la relación entre la obesidad y la narcolepsia —el trastorno crónico del sueño que se caracteriza por una somnolencia diurna excesiva— es menos directa, es igualmente preocupante. Según la experta, las personas con narcolepsia tienen tendencia a ganar peso porque se produce un menor metabolismo basal y cambios en los hábitos alimentarios.
Cómo dormir bien durante las horas necesarias
La relación bidireccional y compleja que se establece entre el sueño y la obesidad requieren un abordaje integral e interconectado. Llevar una vida saludable en la que intervenga una alimentación saludable y las horas de descanso necesarias, así como la implantación de terapias específicas y un tratamiento médico adecuado ayudan a conseguir un mayor bienestar.