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Cuando el tratamiento contra el cáncer afecta al corazón

Paciente oncológica

Mercè Palau

Para muchos pacientes oncológicos las enfermedades cardiovasculares añaden complejidad a su tratamiento, aunque es posible que la salud cardíaca sea lo último que se tenga en mente. Sin embargo, abordar la salud cardiovascular de estas personas equivale a mejorar la atención y ayudar a evitar enfermedades cardiovasculares prevenibles en personas que ya se enfrentan a los desafíos de un diagnóstico oncológico. 

“Se estima que uno de cada tres pacientes con cáncer que vaya a recibir algún tipo de tratamiento antineoplásico va a tener algún problema de corazón y complicaciones cardiovasculares”, afirma el Doctor Raúl Córdoba, coordinador de la Unidad de Linfomas de la Fundación Jiménez Díaz, miembro del Council de Cardio-Oncología de la European Society of Cardiology (ESC), en representación de la European Hematology Association (EHA), y codirector de CardioTox, la jornada organizada a principios de mes en Madrid por la Sociedad Europea de Cardiología sobre la relación entre enfermedad cardiaca y oncológica. 

 Estas complicaciones pueden aparecer de forma precoz, durante el tratamiento o una vez ya ha finalizado. Incluso, en algunos casos, es posible que tarde unos años en aparecer. Por tanto, “es muy importante vigilar y cuidar la salud cardiovascular no solo durante el tratamiento de los fármacos como la quimioterapia, sino una vez lo hayan terminado”, advierte el Doctor Córdoba.

Cómo los tratamientos contra el cáncer pueden afectar al corazón

El riesgo de sufrir problemas cardíacos durante o después del tratamiento contra el cáncer depende del tipo y la cantidad de medicamentos o radiación recibida, así como de la salud del corazón antes de iniciar el tratamiento. De acuerdo con esta investigación publicada en European Heart Journal a partir del análisis de más de tres millones de pacientes con cáncer, aproximadamente uno de cada diez muere de enfermedad cardiovascular, principalmente enfermedad cardíaca.

Hay varios problemas relacionados con el corazón y los tratamientos contra el cáncer y también son diversos los tratamientos contra el cáncer que pueden dañar el músculo cardíaco y los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas en los días, semanas, meses e incluso años posteriores al tratamiento contra el cáncer. Es lo que se conoce como cardiotoxicidad relacionada con el tratamiento del cáncer.

Algunos de los tratamientos para combatir el cáncer, como las quimioterapias como las antraciclinas, que se usan para tratar una amplia variedad de cánceres comunes, así como los inhibidores de tirosina quinasa y la inmunoterapia, pueden afectar al corazón. 

Según Córdoba, también se ha demostrado, en pacientes con cáncer hematológico, que “las terapias celulares con linfocitos CAR-T y el trasplante de progenitores hematopoyéticos también aumentan el riesgo de complicaciones cardiovasculares a largo plazo”. 

Algunos medicamentos bloquean las señales que permiten que las células cancerosas crezcan, mientras que otros hacen que el sistema inmunológico las destruya. Sin embargo, estamos frente a medicamentos que no solo atacan a las células cancerosas, también a las sanas. 

Las personas no solo pueden desarrollar disfunción cardíaca, que es la complicación más frecuente y la que impide que el corazón tenga la suficiente fuerza para impulsar toda la sangre una vez que el corazón se llena, sino también inflamación del corazón o miocarditis. Otras complicaciones derivadas de los tratamientos oncológicos son las arritmias, enfermedad coronaria y, por tanto, infartos agudos de miocardio y valvulopatías —rigidez de las válvulas cardíacas, que pueden dejar de funcionar—.

Vigilancia activa y valoración periódica: las claves de la Cardio-Oncología

En la mayoría de los casos, la sustitución de la medicación que provoca estos efectos no es posible. “Tenemos un balance riesgo/beneficio para poder curar el cáncer sin producir demasiadas complicaciones cardiovasculares”, afirma Córdoba. En este sentido, el doctor afirma que existen ciertos fármacos de la misma familia que tienen un mejor perfil de seguridad cardiovascular y producen “menos insuficiencia cardíaca”. Aunque, en la mayoría de los casos, “vamos a tener que buscar estrategias para proteger el corazón y que estos fármacos no lo dañen y nos permitan poder mantener el tratamiento”.

En este sentido, la vigilancia activa y la realización de controles periódicos de la función cardiaca son claves para detectar posibles daños en fases tempranas, que la mayoría de las veces no darán síntomas y que, por fortuna, serán reversibles.

En este sentido, Córdoba matiza que es importante que la valoración cardio-oncológica se haga al menos en tres momentos: antes de empezar el tratamiento contra el cáncer para valorar el riesgo cardiovascular; durante el tratamiento, cuando es fundamental realizar un seguimiento de la salud cardiovascular y cómo reacciona con los fármacos; y al final del proceso, después del tratamiento, que es cuando debe seguirse un plan de seguimiento de salud cardiovascular a largo plazo para “prevenir y tratar las complicaciones tardías”, afirma Córdoba.

Un estilo de vida saludable, la mejor prevención

¿Qué puede hacer el paciente para cuidar del corazón durante su tratamiento oncológico? La clave está en la prevención y en adoptar cambios en el estilo de vida saludables, como hacer ejercicio físico, llevar una alimentación saludable y evitar la obesidad, así como evitar el tabaco y el alcohol.

Llegar a un diagnóstico de cáncer con esto bajo, sin algunos de estos factores de riesgo, disminuye o elimina el riesgo de desarrollar complicaciones cardiovasculares. De no ser así, los cardiólogos pueden considerar el uso de fármacos cardioprotectores “para prevenir daños en el corazón”, afirma Córdoba.

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