Vecino, mi biblioteca es la tuya

Cristina Castañer

20 de abril de 2020 15:57 h

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El sistema de préstamo es sencillo: abres la puerta de tu casa y recoges de la entrada los libros que has pedido. Una vez leídos, devolverlos es igual de fácil: se los dejas al vecino en su puerta. Así es como el escritor Jorge Carrión (Tarragona, 1976) se ha convertido en el bibliotecario de su edificio. “Después de tres semanas de sentirme muy arropado por mi biblioteca se me ocurrió compartirla. Tengo más de cinco mil libros en casa. Suficientes para todos los lectores de la comunidad durante meses o años”. Para quienes se pregunten si los libros pueden ser foco de contagio, no hay riesgo: “Uso guantes y alcohol. Los desinfecto y recomiendo que los dejen cinco días en algún lugar de su casa. Pero es difícil que el virus esté en ellos, la inmensa mayoría no han sido tocados por nadie desde que ordené la biblioteca el pasado verano”.

Jorge Carrión es doctor en Humanidades por la Universidad Pompeu Fabra, además de codirector de su Máster en Creación Literaria junto con el poeta y traductor José María Micó. Además de compartir su biblioteca particular con sus vecinos del barrio de Poblenou, en Barcelona, Jorge aconseja qué lecturas escoger. “Conversamos por WhatsApp sobre las mejores opciones y decidimos. No pongo límites, ni de ejemplares ni de días, pero mi idea es no repetir ninguna recomendación y no dejar el mismo libro dos veces”. Los usuarios más fieles están siendo los más jóvenes. “La respuesta está siendo muy buena, sobre todo en niños y adolescentes. A muchos los he introducido, a través de sus padres, en el apasionante mundo del cómic infantil y juvenil”.

Es el caso de Pau Silies, de 8 años, que ha podido leer Anita y Pepe de Lucie Lomova y La Caja de Música. Bienvenidos a Pandoriente de Courtney Carbone y Gije. “Se acabó los dos cómics en un día”, nos comenta su madre, Julia Silies, de 42 años y que trabaja en Recursos Humanos de una farmacéutica. “Aunque podemos tener acceso a los ebooks, es mejor tener los libros así, y más cuando sabes que Jorge se preocupa tanto por buscar aquellos que te puedan gustar. Es algo muy bonito”, asegura Julia, que está a punto de acabar Libertad, de Jonathan Franzen. “Me está gustando mucho, igual que el otro libro que me prestó, Los recuerdos del porvenir de Elena Garro. Ha acertado totalmente”, explica Julia, contenta porque la idea de su vecino escritor ha servido para estrechar relaciones: “Teníamos contacto, pero no mucho. También los vecinos de abajo se han animado. Tiene gracia, ahora todos nos conocemos un poco más”.

Un Sant Jordi diferente

Jorge Carrión, autor de los ensayos Contra Amazon y Librerías (con el que quedó finalista del Premio Anagrama de Ensayo en 2013) echa de menos no vivir el Día del Libro en las calles abarrotadas de Barcelona. “Con el grupo de los amigos que escribimos, como Juan Trejo, Robert Juan-Cantavella y Eloy Fernández Porta, tenemos la costumbre de quedar ese día y cenar juntos. Es raro no poder hacerlo este año, pero lo que importa es la lectura. Podemos leer cuentos en casa o regalarnos una hora con alguna novela”. El gesto de Carrión hacia sus vecinos es una muestra más del compromiso de los autores en estos días. “Espero que todo el mundo recuerde que su salud mental pudo resistir gracias a la cultura, que tuvieron momentos de gran felicidad gracias a canciones, libros, películas o series. No gracias a las plataformas, que son instrumentos, sino a lo que llaman ‘los contenidos’”.

Literatura tras la pantalla

La Odisea, La Celestina, El Quijote, La Regenta o Ulises son algunos de los títulos que forman parte de las conferencias semanales que este escritor y profesor ha decidido impartir a través de la plataforma Zoom. “Merece la pena volver a los clásicos y ver qué podemos aprender de ellos. Muchos escribieron sus obras maestras en momentos de crisis, de cambio, de guerra”. Sesiones virtuales, organizadas por la librería barcelonesa Nollegiu, que Jorge Carrión está llevando a cabo con ayuda de la tecnología. “Un aliado necesario. Cuando me di cuenta de que el confinamiento duraría bastante, decidí mantenerme activo y convoqué en Twitter un taller de no ficción con WhatsApp, que estoy dando a alumnos de toda España y América Latina”. También a través de Instagram comparte vídeos con consejos de escritura. “Prefiero el contacto humano, pero estos canales tienen sus ventajas, como no perder tiempo en transporte o poder tomar una copa de vino durante los coloquios posteriores a las clases. Hay quien incluso fuma”. 

Carrión, que también publica artículos sobre cultura en La Vanguardia y The New York Times, espera que la idea de ser el bibliotecario de su edificio sirva de ejemplo para otros amantes de la literatura. “Yo soy un escritor, no un activista. El arte se ofrece, no se impone. Que cada cual decida qué hace con él. Pero como ciudadano intento aportar algo mínimo, como mi biblioteca a familias confinadas. Es lo que los abogados de las series norteamericanas llaman pro bono” (para el bien público). Mientras busca la lectura más adecuada para cada vecino, mientras prepara, desinfecta y recoge los ejemplares que le devuelven a la puerta de casa, Jorge Carrión ya se ha convertido en el protagonista de su propia historia, la que ha conseguido unir a desconocidos de escalera a través de los libros.