La portada de mañana
Acceder
El Gobierno da por imposible pactar la acogida de menores migrantes con el PP
Borrell: “Israel es dependiente de EEUU y otros, sin ellos no podría hacer lo que hace”
Opinión - Salvar el Mediterráneo y a sus gentes. Por Neus Tomàs

Oriol Nolis y el compromiso de la imaginación

Carlos H. Vázquez

Entiendo la innovación social como la tarea que tenemos encomendada cada uno de nosotros en la sociedad: una innovación encaminada a poner nuestra imaginación al servicio de construir un mundo mejor. No tiene sentido que tengamos innovación tecnológica o económica si no la aplicamos también en los ámbitos más sociales.

Y los periodistas también tenemos una responsabilidad social como profesionales de la información. Porque el periodismo construye la realidad que la gente lee en los periódicos, ve a través de la televisión o escucha por la radio. Lo que no aparece en los medios de comunicación hay quien no lo percibe como real. Por eso es tan importante lo que contamos y hacemos.

Tenemos que entender que nuestro trabajo no solo consiste en contar lo noticioso, sino en contar realidades que a menudo están escondidas, que tienen poca visibilidad, pero que merecen ser contadas para que la gente tome conciencia de las situaciones que hay que cambiar para mejorar como colectivo. Dándoles visibilidad contribuimos a luchar contra ellas.

Conocí los Premios “la Caixa” a la Innovación Social a través de compañeros de profesión que me habían hablado de ellos y, sobre todo, a través del editor del Telediario Fin de Semana que participó en ellos como jurado. A partir de ahí los conocí más en profundidad y, cuando presenté el acto, pude tener más conocimiento de cuáles eran las tareas de las entidades premiadas.

Con estos premios se consiguen dos cosas: dar visibilidad a proyectos que hasta ahora no han tenido una oportunidad y ayudarles con la financiación para que continúen existiendo, creciendo y fortaleciendo el proyecto.

De los proyectos seleccionados, con el que me siento más identificado es el Programa Valor-Arte, ubicado en Granada, que tiene como objetivo la prevención y detección precoz de la violencia en todas sus formas y otras conductas autodestructivas en adolescentes. Para mí se ha premiado algo muy importante: intentar atajar la violencia en una edad temprana, para evitar problemas futuros. Es una de las grandes virtudes de este proyecto.

Aunque todavía queda mucho trabajo por hacer, una de las cosas más importantes que ha sucedido con el acoso escolar es que desde hace unos años ha empezado a visibilizarse. Ahora lo que deberíamos hacer es dedicarle recursos, no solo materiales sino también profesionales (psicólogos) para que los casos puedan detectarse mejor en las aulas, en el momento en el que ocurren. Lo vital es conseguir que las víctimas entiendan que tienen que contar lo que les ocurre. Muchas veces, como sucede con otros tipos de acoso, se trata de una violencia silenciosa y silenciada.

Innovar es la única manera de avanzar. Pero, seguramente, una de las asignaturas pendientes que tenemos como sociedad es ser menos competitivos, o mantener la competitividad pero sin perder nuestra humanidad, nuestra generosidad y nuestra capacidad para ayudar a los demás. Ni en la escuela, ni por supuesto en el trabajo, podemos poner la competitividad por delante de los valores humanos. Si ser competitivos significa tener que restar nuestra capacidad de ser generosos, no merece la pena serlo.

Creo firmemente que como sociedad debemos trabajar más en los valores sociales. Ahora mismo, sobre todo en el mundo empresarial, el éxito parece estar más asociado a ganar más o a ser el primero, y eso hay que cambiarlo: un proyecto con éxito es un proyecto que ayuda a los demás.