Así se reafirma la aviación en su compromiso para reducir las emisiones de CO2

Tomás Muñoz M.

La aviación ha sido uno de los motores de desarrollo económico y social en las últimas décadas, ya que conecta territorios, fomentando la integración europea y, además, la aparición de las aerolíneas de bajo coste ha contribuido a democratizar  unos viajes que antes solo estaban al alcance de algunas personas. Este sector facilita el transporte de personas y mercancías, pero también es clave en determinadas situaciones humanitarias, como el traslado de efectivos médicos y materiales de emergencia, además del transporte de órganos para trasplante. Sin embargo, esta industria es consciente de su impacto medioambiental y por ello trabaja activamente hacia la descarbonización. Actualmente, la aviación representa entre el 2 y el 3% de las emisiones globales de dióxido de carbono, según datos de Our World in Data, y el desafío actual es avanzar hacia una mayor sostenibilidad, mientras se preservan los beneficios sociales y económicos que el sector aporta.

En estos momentos, las aerolíneas están comprometidas con la transición energética de la mano del impulso de la producción de Combustibles Sostenibles de Aviación —SAF por sus siglas en inglés— para reducir las emisiones de dióxido de carbono, en el marco de RefuelEU de la Unión Europea. Esta iniciativa forma parte del paquete legislativo Fit For 55 que pretende reducir el porcentaje de emisiones en un 55% hasta el año 2030 y establece requisitos para que los proveedores de combustible de aviación aumenten gradualmente la proporción de SAF y combustibles sintéticos.

El SAF se define en el Reglamento ReFuelEU Aviation como los combustibles de aviación que son sintéticos, biocombustibles de aviación o combustibles de aviación provenientes de carbono reciclado. El SAF tiene una huella de carbono neta más baja en comparación con los combustibles convencionales, y tiene el potencial de reducir la intensidad de carbono de los vuelos.

En concreto, para el próximo año, se exige que el 2% del combustible utilizado sea SAF. Esta cifra se incrementará progresivamente hasta alcanzar el 70% en 2050. Para Franc Sanmartí, director de Sostenibilidad de la aerolínea Vueling, se trata de “una alternativa clave que se produce de manera sostenible a partir de residuos orgánicos y procesos sintéticos”. Desde su punto de vista, “el SAF ofrece una solución al permitir reducir en un 80% las emisiones de dióxido de carbono en su ciclo de vida, desde que se produce hasta que se utiliza, frente a los combustibles tradicionales. Incluso, en el caso de los combustibles sintéticos, la reducción puede ser del 100%”.

La aerolínea, nacida en Barcelona en 2004, forma parte de IAG —International Airlines Group—, que fue el primer grupo de aerolíneas comprometido en alcanzar las cero emisiones netas de dióxido de carbono para 2050, a través de su programa FlightPath Net Zero. En este marco, explica Sanmartí, “nos hemos fijado el objetivo de operar el 10% de nuestros vuelos con SAF para el año 2030, casi el doble del requisito establecido por la Comisión Europea”. Para seguir impulsando la adopción de SAF, la firma se ha unido al Grupo Industrial Seduco-Wenergy para promover proyectos conjuntos que permitan el desarrollo de SAF orgánico avanzado, producido a partir de residuos agrícolas como los purines. Además, colabora con dos de los mayores proveedores de España, Repsol y Cepsa, así como con la Fundación Greenova, especializada en tecnología de captura de dióxido de carbono. También participa en iniciativas de la Red de Hidrógeno y el Valle del Hidrógeno en Cataluña para fomentar la producción de hidrógeno verde, un componente esencial en la fabricación de SAF sintético.

Las oportunidades de la revolución que viene

A pesar de sus ventajas, el SAF enfrenta importantes retos, siendo el más relevante la fabricación a gran escala. Esto significa que actualmente el SAF es al menos 3 a 4 veces más caro. En estos momentos, su producción global está lejos de satisfacer la demanda de la industria de la aviación, y con las infraestructuras actuales, únicamente se cubriría un 0,1% de la demanda mundial. Solo en España, se estima que la descarbonización de la aviación requerirá cinco millones de toneladas de SAF al año para 2050. 

España, por su parte, cuenta con una oportunidad única para liderar la producción de SAF, gracias a la disponibilidad de materias primas y por las características naturales de nuestro país con unos costes competitivos en la generación de energías renovablesEste contexto otorga al país una ventaja frente a otros mercados. La implementación de una industria nacional de SAF podría no solo abastecer la demanda local, estimada en cinco millones de toneladas anuales para 2050, sino también posicionar a España como un exportador clave de este recurso en el mercado internacional. El estudio El impacto socioeconómico de desarrollo de SAF en España elaborado por PwC para Iberia y Vueling sugiere que la construcción de entre 30 y 40 plantas en todo el país sería suficiente para cubrir la demanda interna, lo que además generaría una nueva fuente de riqueza y empleo en el territorio.

El mismo estudio reconoce que esta expansión del SAF también generaría otros beneficios económicos: “Se calcula que la construcción y operación de estas plantas podría aportar 56.000 millones de euros al PIB y crear 270.000 nuevos puestos de trabajo hasta 2050”, precisa. Por último, desde Vueling destacan que “del SAF no solo depende el futuro de la aviación, sino también el propio turismo”.