La lata de atún, el aerosol con el que matas los mosquitos, hasta esa cerveza fría que te tomas los domingos pueden tener una segunda vida. De hecho, el reciclaje de metales supone un ahorro ingente de recursos y reduce la contaminación y los desechos de la minería hasta en un 70%. También el aluminio reciclado contamina un 95% menos que el virgen, y una lata de refresco reciclada supone un ahorro equivalente a tres horas con la televisión encendida, siempre y cuando se deposite en el contenedor adecuado.
“Los metales tienen una característica común: que son materiales estables lo que significa que se pueden reciclar indefinidamente sin que pierdan ninguna de sus cualidades” en palabras de Juan Ramón Meléndez, director general de Latas de Bebidas, quien añade que el proceso de reciclado “es bastante rápido por lo que desde que tiras una lata al contenedor amarillo hasta que vuelve a tus manos en forma de lata, o en forma de otra cosa, pasan alrededor de dos meses”.
Casi todo al contenedor amarillo
Aunque la mayoría de envases metálicos pueden echarse al contenedor amarillo existen algunas excepciones de las que hablamos en este episodio. Además explicamos qué proceso debe llevarse a cabo para reciclar los envases metálicos y por qué un aerosol no siempre va en el mismo contenedor.
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