San Andrés se ilumina: patrimonio y sostenibilidad en el corazón de Madrid
En el histórico barrio de La Latina, la iglesia de San Andrés Apóstol, cuya historia se remonta al siglo XII, ha sido desde entonces un refugio silencioso para vecinos y visitantes. Sus sólidos muros de piedra han visto el fluir de la vida madrileña, custodiando en su interior historias de santos, feligreses y familias que han atravesado sus puertas en busca de consuelo, paz o un simple instante de recogimiento. Hoy, este rincón emblemático de Madrid renace con una nueva iluminación artística que no solo destaca su grandeza, sino que también acerca su legado a quienes lo redescubren cada día.
El nuevo sistema lumínico, compuesto por 128 proyectores LED y 215 metros de tiras de luz, no solo permite la creación de escenas dinámicas adaptadas a celebraciones litúrgicas y culturales, sino que también representa un gran avance hacia la sostenibilidad. Esta intervención ha reducido el consumo energético del templo en un 46%, evitando la emisión de 1,8 toneladas de CO2 al año, un impacto equivalente al recorrido de 10.000 kilómetros en coche. Sin embargo, más allá de los números, el verdadero logro está en cómo esta luz transforma el vínculo entre la iglesia y su entorno, convirtiéndola en un faro de encuentro para vecinos y visitantes.
Gracias a esta iluminación, algunos elementos arquitectónicos y artísticos que antes pasaban desapercibidos han cobrado una nueva vida. La nave central, el presbiterio, el cimborrio y las esculturas ahora brillan con una calidez que invita a detenerse. Obras de arte cedidas por el Museo del Prado y ornamentos barrocos, que permanecieron ocultos en las sombras durante años, emergen con todo su esplendor, recordando a los vecinos que el patrimonio cultural no solo es historia; es presente, y es suyo.
Con este proyecto, la iglesia de San Andrés Apóstol se suma a las más de 700 actuaciones llevadas a cabo por la Fundación Endesa en toda España, consolidando su compromiso con la preservación del patrimonio cultural e histórico. Gracias a esta luz, el templo se convierte en un espacio transformado, que refleja la unión entre pasado y presente, tradición e innovación. En sus paredes iluminadas, los vecinos redescubren su historia y encuentran un símbolo renovado de comunidad y pertenencia. La luz no solo revela lo que estaba oculto, sino que también nos recuerda que la verdadera historia la escriben quienes la viven.