¿Y si el agua no cae del cielo? Estas son las claves para garantizar un suministro sostenible en Madrid

Tomás Muñoz M.

Los registros históricos ya desvelan que la región madrileña está sufriendo los efectos del cambio climático en forma de sequías o, por el contrario, de lluvias torrenciales que arrastran la contaminación del suelo. Ante este escenario, Canal de Isabel II ha preparado una estrategia integral que garantiza un suministro sostenible de agua sin recurrir a las restricciones y reduciendo la huella hídrica.

En plena conmemoración del Día Internacional del Medioambiente, Canal de Isabel II puede hacer gala de haber sido elegida operador de referencia mundial en la gestión del agua. La noticia se conoció a principios de mayo, cuando el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas hizo público el acuerdo de cooperación técnica, alcanzado con el ente madrileño, para “trabajar de manera conjunta en el cumplimiento y la integración de los objetivos globales en materia hídrica y energética”, tal y como apuntaron ambas partes. Sin embargo, pese al reconocimiento internacional que supone esta alianza, la empresa pública no puede bajar la guardia ante los efectos que el cambio climático ya evidencia en la región.

Y es que, en las últimas tres décadas, se ha reducido un 20 % la aportación media de agua a los embalses madrileños respecto al registro histórico iniciado en 1914. En este sentido, desde Canal especifican que “este nuevo patrón climático exige una estrategia cuyo objetivo no se puede basar en incrementar los recursos hídricos, sino que se debe centrar en optimizar los disponibles”. Para lograrlo, la entidad ha fijado un objetivo de consumo de 156 litros por habitante al día, frente a los 202 de 2021. Si se alcanzara tal cifra, la Comunidad de Madrid tendría el consumo más eficiente de toda Europa.

La compañía pública ya ha dado pasos previos en este camino, ya que, aunque se ha experimentado un incremento de la población abastecida entre los años 2005 y 2021 —pasando de 5,74 millones de habitantes a 6,55—, el agua derivada para el consumo disminuyó en casi 20 puntos en el mismo periodo. Esta evolución se ha logrado en los últimos años, principalmente, gracias a cuatro campos de acción coordinados: el impulso al empleo de agua regenerada, la eficiencia de la red de distribución, el mayor grado de automatización de los sistemas y la sensibilización por parte de los madrileños.

Para reducir el agua no controlada, Canal ha dedicado esfuerzos importantes relacionados con la vigilancia del nivel de pérdidas reales. La empresa ha hecho hincapié en “minimizar las fugas producidas en su red hídrica de más de 17.000 kilómetros y en perseguir el fraude, a la vez que se monitoriza el subcontaje de los contadores”, destacan. En este campo de actuación, ha resultado fundamental la mejora de la distribución, con una renovación media de más de 100 kilómetros de red anuales. 

Al mismo tiempo, “se ha logrado una disminución en las roturas de tubería del 51% y se ha puesto en marcha la mayor inversión realizada hasta la fecha: el contrato para la renovación de 1.200 kilómetros de tuberías de abastecimiento en 163 municipios”, indican desde el organismo.

Transporte de contaminación en la lluvia torrencial

En el ‘top’ de preocupaciones de Canal de Isabel II se encuentra una previsión relacionada con el cambio climático: las lluvias serán más esporádicas, pero más severas. Paliar los efectos de las lluvias torrenciales y prevenir las inundaciones conlleva una importante inversión en investigación, que se ha traducido en informes pluviométricos y estudios sobre cómo la contaminación es transportada por las escorrentías de las tormentas. 

De esta forma, los técnicos de la entidad han tomado muestras de distintas tipologías en diferentes puntos de la red para establecer un mapa de la concentración de polución. El resultado de las investigaciones es un sistema que revela el tipo de lluvia esperada, las formas de depuración más eficientes y el trato que debe recibir esa agua antes de ser devuelta al ciclo natural.

Por otra parte, antes de actuar sobre el propio líquido, es importante conocer cuándo y cómo precipitará sobre la tierra. Para anticiparse a los posibles escenarios, Canal cuenta con un sistema de detección temprana de lluvias intensas basado en radares meteorológicos, cada uno de los cuales cubre un radio de 65 kilómetros. Estos, tras cruzar sus datos con los obtenidos por los pluviómetros, permiten pronosticar el tipo de lluvia que se avecina y las áreas afectadas con hasta cuatro horas de antelación. El resto del proceso se completa con una infraestructura especial para esas situaciones: tanques de tormentas, depuradoras en cascada, colectores o aliviaderos, entre otras instalaciones.

La otra gran línea de investigación de Canal para mitigar el impacto de las escorrentías en grandes núcleos poblacionales es el denominado “drenaje urbano sostenible”. Desde la compañía pública confirman que su Centro de Excelencia en Investigación dispone de una planta pionera en Europa orientada a solucionar este problema mediante la experimentación. En ella, “se contrasta la eficacia de distintas tecnologías de drenaje con el objetivo de retener las primeras aguas de lluvia y, a la vez, reducir el volumen que se transporta por el alcantarillado”, apuntan los técnicos. El objetivo es que el líquido elemento llegue lo más limpio posible a la red de saneamiento.

Los ensayos se desarrollan sobre una superficie de 3.000 metros cuadrados que se ha dividido en tres zonas para monitorizar las investigaciones. La primera de ellas tiene cuatro cubiertas vegetales, mientras que la segunda cuenta con tres pavimentos firmes y la última alberga dos grandes zanjas: el objetivo es medir la cantidad y calidad de los caudales drenados. De esta forma, estudiando el comportamiento del agua, se ha llegado a la conclusión de que “se podría reducir el caudal que llega a la red de alcantarillado en torno al 70 % y la contaminación arrastrada por la lluvia hasta un 80 %”, según estimaciones de la empresa pública.