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“Si no es buena a la vez para las personas, los territorios y el planeta, no es movilidad sostenible”

Una estación de tren

Azahara García

Empecemos por lo primero: este artículo es un branded content, es decir un contenido pagado. Y la marca en cuestión, la Escuela de Movilidad Sostenible que coordina la cooperativa sin ánimo de lucro AMCoop, quiere que así se sepa. “Tuvimos muchas dudas de si hacerlo o no, pero al final decidimos que sí, básicamente por dos motivos. Porque era una manera de poder explicar qué es la Escuela a personas que de otro modo probablemente nunca oirían hablar de ella. Pero, sobre todo, para poder sensibilizar respecto a la necesidad de que como lectores prestemos atención a quién está emitiendo algunos mensajes”, explica David Balbás Alonso, experto en movilidad, logística, urbanismo y territorio además de miembro del equipo de coordinación de la Escuela. Balbás Alonso reivindica su boletín de noticias a la vez que alerta: “La próxima vez que leas un artículo sobre las bondades de las autopistas del futuro, el hidrógeno verde o los biocombustibles de última generación verifica si es o no contenido pagado. Así tendrás más elementos a la hora de poder valorarlo, comprobar su fiabilidad y sacar tus propias conclusiones”.

Así que vayamos a lo segundo ¿qué es la Escuela de Movilidad Sostenible? Como su nombre indica, se trata de un proyecto de formación centrado en la movilidad sostenible que busca dar conocimiento, criterios y habilidades a las personas para posibilitar que se conviertan en agentes de cambio que, a su vez, puedan ayudar a otros a avanzar en lo que a movilidad sostenible se refiere. Pero, ¿cómo entiende esta Escuela la movilidad sostenible? “Hay una vieja frase del movimiento ecologista que tiene múltiples variantes pero que en esencia dice ‘la sostenibilidad sin cambio social es simplemente jardinería’. Siguiendo con esa idea, a nosotras nos gusta decir que si no es buena a la vez para las personas, los territorios y el planeta, entonces es que no es movilidad sostenible”, señala Vanessa Maxé Navarro, experta en formación, innovación democrática y gobernanza y también miembro del equipo de coordinación de la Escuela de Movilidad Sostenible.

Movilidad sostenible, buena para las personas, el territorio y el planeta

Esta es sin duda la esencia de la institución que Balbás Alonso desgrana: “Ha de ser buena para las personas mejorando su salud en vez de empeorarla; permitiendo que utilicen su tiempo de manera más satisfactoria; evitando las desigualdades por género, edad y capacidades; incentivando una participación real de las comunidades en las decisiones o facilitando un empleo más eficiente de los recursos públicos”. Aunque también puntualiza que la movilidad sostenible como ellos la entienden no se queda solo en las personas sino que también debe ser beneficiosa para los territorios. “Reduciendo los atascos y costes de congestión; favoreciendo la economía verde, de proximidad y digital; mejorando la calidad del espacio público; promoviendo la equidad territorial y la complementariedad entre los entornos rurales y urbanos; racionalizando la localización de actividades, etc”, prosigue Maxé Navarro. 

En su opinión, solo así se consigue que la movilidad sostenible sea también buena para el planeta, y permita luchar contra el cambio climático a la vez que promueve un consumo energético y de recursos más eficaz y eficiente. De esta forma, se ayuda a preservar la biodiversidad y a frenar los impactos negativos de la globalización. “Se trata de conectar todos los puntos. Y por eso, cuando hay quien pretende vendernos que la movilidad sostenible pasa únicamente por convertir en eléctricos los coches, sin considerar los efectos que eso tiene en el consumo energético y de recursos, en las economías locales o en la equidad de las comunidades, la cosa no encaja”, sentencia Balbás Alonso. 

Si ese es el leitmotiv de la Escuela, su orientación es lo que les hace diferentes. “La formación de la Escuela se orienta a la acción y el impacto. No basta con conocer los conceptos y la teoría, el reto es saber cómo aplicarlos para resolver problemas reales”, resume Maxé Navarro. Cuentan con formación en diversas disciplinas como urbanismo, ingeniería, ciencias ambientales, sociología, economía además de tener en cuenta las distintas perspectivas, ya sea personal técnico de la administración o del sector privado, estudiantes universitarios o recién titulados, activistas o incluso políticos. Todo ello con un personal puntero. “Es un equipo de más de medio centenar de profesionales de referencia que no ha estado mirando esta transformación desde la barrera, sino que lleva años comprometido impulsando, diseñando e interviniendo en proyectos reales. Hemos hecho un esfuerzo por sumar diversidad disciplinar, de edad y género; experiencia en diferentes roles”, señala Maxé Navarro.

Y por último, destacan su importante red de entidades colaboradoras donde destacan algunas como Associació pel Desenvolupament de l'educació viària a Catalunya (ADEVIC), AMcoop, Som Ecologística, Som Energia, Som Mobilitat, Fundación Movilidad Sostenible y Segura, Juventud por el Clima - Fridays For Future, Asociación para la Promoción del Transporte Público, Innovation Academy —de Freiburg, Alemania— o Bicicleta Club de Cataluña.

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