En España se sirven aproximadamente 14.000 millones de cafés al año. Lo que quizá no saben todos los españoles amantes del café es que no solo el café brasileño, colombiano o etíope tiene unas características inigualables, sino que, mucho más cerca de sus casas, en el Valle de Agaete, una pequeña villa costera de las Islas Canarias, crece un grano que nada tiene que envidiar al café latino y que es el único producido en nuestro país.
La tradición los llevó a la cima
Las Islas Canarias han sido históricamente una región cafetera y, para no perder una bella tradición que lleva dando de comer a sus nativos desde hace siglos, el Valle de Agaete decidió luchar contra los nuevos tiempos para mantener en pie su mayor fuente de prosperidad: el café.
Una tradición que nació en 1788, cuando llegó a la Isla de la eterna primavera un grano selecto junto a otras semillas y plantas importadas de otros continentes y recogidas desde ese mismo año en Tenerife, bajo el Jardín de Aclimatación de la Orotava. El clima subtropical canario fue el hábitat perfecto para que se desarrollara un café que se convirtió, inmediatamente, en uno de los cultivos más deseados por los agricultores del siglo XIX.
El café del Valle de Agaete, uno de los más selectos e inusuales del mundo
¿Por qué en el Valle de Agaete, en la isla de Gran Canaria? Principalmente, porque sus tierras repletas de naranjos otorgan al café unos matices ácidos y afrutados que ningún otro terreno puede proporcionarle. Y así, entre naranjos y un clima inigualable, consiguió sobrevivir la variedad Arabica Typica: antigua, sabrosa, casi inexistente y, por tanto, valorada internacionalmente por aquellos amantes del buen café.
Y gracias a ese terreno, -pero también al mimo con el que las mejores manos recolectan un fruto libre y sin lavar, para que las semillas preserven todo su sabor-, se consigue un café aromático, con un suave regusto amargo tan característico que no deja indiferente a nadie. Un café que estuvo a punto de desaparecer, pero gracias al empeño de sus cultivadores por no dejar marchitar una larga tradición cafetera, ha hecho florecer de nuevo la economía de la zona desde que empezó a decaer en 1930.
Selecto, sabroso y difícil de encontrar, pero no imposible
Pocos kilos y unas cosechas irregulares lo convierten en un café que todos desean, pero no todo el mundo encuentra. Poco frecuente en cafeterías y supermercados, quizá lo encuentres en centros especializados de café. Aunque, para tu grata sorpresa, entre los cafetales del propio valle de Agaete, encontrarás la Finca de La Laja, una plantación de cafés, frutas tropicales y bodega de Los Berrazales donde, además de poder visitar el paraje de sus cultivos, tendrás la oportunidad degustar el más preciado tesoro de sus propietarios: su café recién tostado y molido con pastas, seguido por una cata de sus vinos después de la visita.
El Valle de Agaete no es solo café
Pescado fresco en cualquiera de los restaurantes de la zona, productos autóctonos como los del museo, la huerta y el restaurante de Casa Romántica, algún que otro baile en sus fiestas populares, un buen baño sumergido en el agua cristalina de sus playas y un paseo por el parque arqueológico o el Huerto de las Flores. Y, por si fuera poco, la ruta de trekking que prefieras o un picnic bajo las vistas del Roque Partido. Antes de irte, para culminar, tómate un delicioso café en el casco histórico.
Si pensabas que tenías el día completo en tu visita al Valle de Agaete, tendrás que sacar más tiempo porque no puedes irte sin visitar el Parque Natural de Tamadaba, catalogado por la UNESCO como reserva de la biosfera y tu propio paraíso si quieres disfrutar de la naturaleza, ya que es el pinar más grande de toda Gran Canaria. Por último, podrás disfrutar del Roque Faneque, un macizo de 1.008 metros de altura que cae sobre el mar y que es considerado uno de los acantilados activos más altos del mundo.
Disfruta de la experiencia de probar café de calidad made in Spain y un paseo por los rincones escondidos del Valle de Agaete, un paraje canario donde se respira el amor por la tradición cafetera.