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Por qué la producción y distribución de SAF impulsa el turismo sostenible

Un avión comercial de pasajeros

T. M. Jimeno

9 de abril de 2024 05:00 h

El año pasado, la industria del turismo representó el 10% del Producto Interior Bruto (PIB) del conjunto de estados que constituyen la Unión Europea. En el caso de España, este dato fue aún mayor, con un peso del 12,8% del PIB y una aportación de casi 187.000 millones de euros. De hecho, la patronal del sector, Exceltur, ya apunta que 2024 podría ser un año de récord, superando “por primera vez en la historia los 200.000 millones de euros”, tal y como indicaron en su último informe de perspectivas turísticas.

Pero como industria potente que es, el turismo también lleva asociado un impacto medioambiental que no puede —ni debe— ser desdeñado. Mucho antes de que la pandemia obligara a la sociedad a pensar de otra manera, un informe encargado por el Parlamento Europeo en 2017 ya alertaba de que “el cambio climático y el turismo están estrechamente ligados”, debido a que esta industria “contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente como consecuencia del transporte de turistas”.

Para avanzar hacia el concepto de turismo sostenible, entre otras medidas, desde Europa se han ido incorporando nuevos objetivos de descarbonización en el transporte aéreo y marítimo, a través de los reglamentos de ReFuel EU Aviation y Fuel EU Maritime. Estas iniciativas dotan de protagonismo a los biocombustibles, estableciendo unos objetivos para reducir las emisiones de las flotas a través de unos carburantes más sostenibles que pueden tener unos niveles de emisiones netas de CO2 en todo su ciclo de vida de hasta un 90% inferior a los de los combustibles fósiles tradicionales en función de la materia prima de procedencia.

En el caso de la aviación comercial —origen del 3% de las emisiones totales a nivel global—, ya se están incorporando de forma paulatina los combustibles sostenibles de aviación, conocidos como SAF por sus siglas en inglés, y que son la única alternativa viable actualmente para descarbonizar de forma efectiva el transporte aéreo. El objetivo de la UE es que este biocombustible suponga el 70% del total suministrado en Europa en el año 2050. Para lograrlo, cada vez más compañías energéticas apuestan por su producción y distribución en los aeropuertos, ya que permitiría ahorrar la emisión de más de 21 gigatoneladas de dióxido de carbono a la atmósfera en las próximas tres décadas.

Cepsa es una de las firmas que ya está realizando pruebas para impulsar su desarrollo y uso e, incluso, ya lo comercializa. Su objetivo es liderar en 2030 la fabricación de biocombustibles de segunda generación en la península ibérica. De esta forma, la compañía está produciendo SAF desde 2022 en su planta de Palos de la Frontera, en Huelva. ¿Cómo? A partir de residuos orgánicos y aceites usados de cocina, en un ciclo basado en la economía circular, ya que su utilización como combustible fomenta el uso de residuos que de otro modo terminarían en el vertedero 

En estos momentos, la energética trabaja junto a Bio-Oils en la construcción de una planta de biocombustibles de segunda generación que será la mayor del sur de Europa y producirá anualmente de manera flexible 500.000 toneladas de SAF y diésel renovable, conocido como HVO. 

Además de la producción, Cepsa ha comenzado a comercializar SAF en cinco de los principales aeropuertos españoles —Madrid, Barcelona, Palma de Mallorca, Málaga y Sevilla—, por los que cada año pasan más de 170 millones de pasajeros, lo que supone alrededor del 60 % del tráfico de todo el país. Se convierte así en la primera firma en ofrecer combustible sostenible de aviación de manera permanente en España.

Pero la transición energética del turismo también debe contar con el apoyo de las compañías aéreas, motivo por el que Cepsa ya ha firmado alianzas con Iberia, Iberia Express, Vueling, Air Nostrum, Binter, TUI, Wizz Air y Volotea. En paralelo, entre los pasos que ha dado la energética, también es reseñable la colaboración con Air Europa para suministrarle SAF durante un año para cubrir el primer vuelo mensual Madrid-La Habana. Se trata de la primera vez que dos compañías de esa envergadura establecen en España un suministro regular de este combustible sostenible para una ruta aérea específica.

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