Somos una ONG de cooperación global para el desarrollo que actúa desde hace más de 25 años a favor de la infancia y en defensa de sus derechos, en especial el derecho a recibir una educación equitativa y de calidad. Trabajamos en España y en países de África, América y Asia, mediante proyectos sociales en los que participan más de 550.000 niños y niñas.
Los 15.000 guantes de Nazmul
Nazmul tiene 11 años, pero tiene muy poco tiempo para jugar. Su día se divide entre las 8 horas que trabaja en un pequeño taller de confección de guantes y las cuatro horas que dedica a ir a la escuela de Educo, en el barrio marginal Hazaribag, en Dhaka (Bangaldesh).
El taller es un espacio claustrofóbico y con escasa ventilación. El polvillo que generan los tejidos va amontonándose en los cables eléctricos y encima del ventilador. Hace mucho calor. Dos chicas sentadas en el suelo van cortando los patrones mientras otros muchachos van cosiendo las piezas que, luego, otros niños más pequeños se encargarán de clasificar y empaquetar. En este espacio, 22 chicos y chicas (entre ellos algunos niños) se afanan cada día en fabricar unos guantes que luego se exportarán a Corea del Sur para ser utilizados por obreros en las factorías. Cada mes, 15.000 nuevos pares salen de este local.
En este trabajo, Nazmul gana unos mil takas al mes (apenas 12 €), con los que ayuda a su familia. El pequeño trabaja seis días y medio a la semana. Solo libra los viernes por la tarde, día festivo en el calendario musulmán.
Los días de colegio, Nazmul estudia de 11 a 15h en la escuela de Educo en Hazaribag, una de las cinco que brinda educación a niños que, como él, se ven obligados a trabajar por las necesidades económicas de sus familias. Estos centros cuentan con un currículo y unos horarios adaptados a la realidad de estos niños y a sus capacidades. Así, pueden cursar en cuatro años las materias que en el sistema educativo formal se dan en cinco años y los profesores hacen un seguimiento de los alumnos para estimular su desarrollo. Además de la enseñanza gratuita, todos reciben uniformes, libros y el material escolar necesario.
La escuela, esperanza de un futuro mejor
Conseguir que estos niños que trabajan puedan ir al colegio no es a menudo sencillo. En Educo hablamos con ellos y con sus familias para sensibilizarlos sobre la importancia de que estudien. También hablamos con sus patronos para que les faciliten ir a la escuela, que tengan unas mejores condiciones de trabajo y que les respeten sus horas de descanso.
El objetivo último es erradicar el trabajo infantil, pero no es una labor fácil en un país donde más de 7 millones de pequeños son explotados laboralmente y buena parte de la sociedad lo ve como algo normal e incluso necesario para contribuir a las economías domésticas. Desde Educo hacemos incidencia junto a otras organizaciones de infancia para que se cumpla la ley y se respeten los derechos de los niños y niñas. Además, sensibilizamos a las familias para que se involucren en la educación de sus hijos y no les envíen a trabajar en condiciones de explotación.
En paralelo, trabajamos para que todos estos niños puedan ir a la escuela y completar su educación. De este modo, podrán tener una formación y unos conocimientos con los que podrán labrarse un porvenir mejor.
De momento, Nazmul está en el quinto curso de primaria y, según reconocen sus profesores, es un buen alumno. De mayor quiere ser profesor. En la escuela de Educo está dando los primeros pasos para poder cumplir su deseo.
Nazmul tiene 11 años, pero tiene muy poco tiempo para jugar. Su día se divide entre las 8 horas que trabaja en un pequeño taller de confección de guantes y las cuatro horas que dedica a ir a la escuela de Educo, en el barrio marginal Hazaribag, en Dhaka (Bangaldesh).
El taller es un espacio claustrofóbico y con escasa ventilación. El polvillo que generan los tejidos va amontonándose en los cables eléctricos y encima del ventilador. Hace mucho calor. Dos chicas sentadas en el suelo van cortando los patrones mientras otros muchachos van cosiendo las piezas que, luego, otros niños más pequeños se encargarán de clasificar y empaquetar. En este espacio, 22 chicos y chicas (entre ellos algunos niños) se afanan cada día en fabricar unos guantes que luego se exportarán a Corea del Sur para ser utilizados por obreros en las factorías. Cada mes, 15.000 nuevos pares salen de este local.