Desarrollar sistemas alimentarios sostenibles que garanticen el acceso a comida saludable, proteger la diversidad y luchar contra el desperdicio de alimentos. Son los tres grandes compromisos contenidos en el Pacto de Milán de Política Alimentaria Urbana que 116 ciudades, entre ellas seis españolas, firmaron el pasado octubre. Es el primer protocolo internacional en materia alimentaria que se realiza a nivel municipal y puede suponer un cambio en cómo los entornos urbanos tratan la cuestión.
En la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades y las previsiones son que para 2050 sean dos terceras partes. De ahí, la importancia del compromiso suscrito ya que serán los entornos urbanos los que tengan que garantizar el derecho de la población a una alimentación sana “sin poner el peligro la sostenibilidad del planeta”, como subrayó uno de los impulsores del acuerdo, el Ayuntamiento de Milán.
Un tercio de la comida que producimos se desperdicia o se pierde y ello genera un 8% del total de emisiones de CO2, según datos de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Por ello, una de las seis áreas de intervención contempladas en el pacto tiene que ver con los alimentos que tiramos a la basura. “Los ayuntamientos adoptarán medidas para reducir los excedentes y las pérdidas de comida en toda la cadena alimentaria y para concienciar a la población en la necesidad de reducir los desperdicios alimentarios”, se recoge en el documento.
Impulso a los huertos urbanos
Otras áreas del protocolo tienen que ver con la gobernanza y el impulso de buenas prácticas existentes ciudadanas, como pueden ser los huertos urbanos; con las dietas saludables y la puesta en marcha de políticas encaminadas a adquirir buenos hábitos alimentarios; o con la justicia económica y social y el desarrollo de comedores y cocinas comunitarias para personas en riesgo de exclusión.
Las ciudades firmantes, entre las que están las españolas Barcelona, Bilbao, Madrid, Málaga, Valencia y Zaragoza, se comprometen a impulsar y desarrollar políticas encaminadas a apoyar la producción urbana y a poner en marcha sistemas logísticos de distribución con bajo impacto en el medio ambiente.
Uno de los objetivos del pacto, firmado durante la celebración de la Exposición Mundial que se ha celebrado este año en Milán y que tenía como lema Alimentar el planeta, energía para la vida, es crear una red de ciudades comprometidas con el desarrollo de sistemas alimentarios sostenibles y un lugar de intercambio de ideas y sugerencias para “enfrentar problemas comunes”. Algunas de estas “buenas prácticas” tienen que ver con el impulso de dietas saludables en la población, como las medidas puestas en marcha en Nueva York, que ha incrementado el consumo de frutas y verduras en las escuelas.
Otras tienen que ver con la promoción de los huertos urbanos, como el objetivo que se ha marcado París para 2020, que consiste en impulsar el desarrollo de casi 14 hectáreas de tierras cultivables en azoteas y muros. En Milán, por ejemplo, una de las medidas está encaminada a luchar contra el desperdicio de comida y en 60 colegios los alumnos que comen en los comedores escolares pueden llevarse en una bolsa los restos que quedan no perecederos en una campaña que lleva por lema “Yo no tiro”.