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Una nueva oportunidad en la cárcel para los reclusos con discapacidad intelectual

Un grupo de reclusos del programa que realizó varias etapas del Camino de Santiago por la Vía de la Plata, entre los que había personas con discapacidad intelectual

Jesús Conde

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La vida en prisión es dura en general, aunque para ellos resulta aún más complicada.

Las personas con discapacidad intelectual pueden enfrentarse a un mundo que no saben gestionar. Son especialmente vulnerables en este contexto, al estar privadas de libertad, tener una discapacidad y ser una minoría dentro de la institución penitrenciaria.

Requieren de unas necesidades especiales o un acompañamiento en sus trámites y su vida cotidiana, y de esto se en carga desde hace más de una década Plena Inclusión en las cárceles de Badajoz y Cáceres.

Ha atendido a más de medio centenar de internos durante este tiempo para hacerles la vida más sencilla y llevadera. Un trabajo en el que además refuerzan su inserción laboral y formativa para que no vuelvan a reincidir.

Este programa, que se financia con fondos procedentes del IRPF, se ha convertido en todo un referente y ha permitido que estas personas dejen de ser los ‘raros’ para tener un espacio propio. Hoy día están presentes y disfrutan de todas las actividades junto al resto de sus compañeros y compañeras.

Apoyo en todos los sentidos

Plena Inclusión explica que cada año detentan la existencia de un porcentaje 'relevante' de personas con discapacidad intelectual y del desarrollo que llegan sin que nadie detecte sus necesidades de apoyo a lo largo de todo el proceso policial, judicial y penitenciario.

Proceden en muchos casos de entornos desestructurados, y puede que no dispongan de las herramientas necesarias con las que retomar su vida.

El programa resulta ser importante para su desarrollo y su autoestima. Así lo explica Paula Serrano, de Plena Inclusión en Extremadura, que señala cómo se constata una mejora de su calidad de vida con el paso del tiempo.

Una persona de referencia

El interno o interna dispone de una persona de referencia, un acompañante que les atiende en todo lo que necesiten, de manera grupal o individualizada.

Su acompañante puede encargarse por ejemplo de buscarles una ocupación o un oficio dentro de la prisión. Otras veces le enseña a leer o escribir, siendo éste un refuerzo complementario al que ya reciben con el resto de sus compañeros.

Es su guía en los procesos burocráticos. Se han dado casos en los que han hecho el proceso de inscripción en el registro civil de gente que nunca se había inscrito, o de personas que no tenía por ejemplo el DNI.

También pueden atender a una persona que no tenía reconocida su discapacidad intelectual, un caso en el que inician con ellos el protocolo y el estudio de su perfil. En el proceso participan los profesionales sanitarios, educadores, y que gestiona Centro de Atención a la Discapacidad (CADEX).

Otra de las tarea consiste en agilizar los trámites para que puedan ser enviados a módulos específicos para personas con discapacidad intelectual, un servicio que sólo existe en la actualidad en las prisiones de Estremera, Madrid y Segovia.

En el caso de Extremadura no hay módulos de esta naturaleza, aunque sí hay unidades especiales mas 'especiales' en las que comparten espacio con otros perfiles como jóvenes y consumidores, y donde las normas y las condiciones de los internos son diferentes.

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