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Entrevista (falsa) a Albert Rivera

Albert Rivera está tan ocupado con la campaña electoral que me cita en su casa, a las siete de la mañana. Acudo allí el día acordado y él me abre la puerta en un pijama de Calvin Klein.

Señor Rivera, buenos días.

¿Quién coño eres tú? ¿No irás a pegarme?

No, eh… Soy periodista, de eldiario.es. Habíamos quedado hoy para una entrevista.

Mierda, se me había olvidado por completo. Bueno, pasa, estaba a punto de ducharme. ¿Eres heterosexual?

Sí.

¿Seguro? No lo pareces.

Soy heterosexual.

¿Te incomoda hablar con un hombre desnudo?

Eh… No.

Yo estoy muy orgulloso de mi cuerpo, ¿sabes? Mira.

Rivera se desnuda ante mí, en mitad del pasillo.

Señor Rivera, no sé si…

¿Qué te parece? No me digas que este torso no te hace dudar. He visto heterosexuales derrumbarse ante esto.

Señor Rivera, yo venía a hacerle una entrevista, no sé si…

¡Vale, vale! Ven, la haremos en el baño.

Le acompaño al baño y Rivera se mete en la ducha. Yo me siento en el retrete, a un metro de él aproximadamente.

¿Seguro que no quiere que lo dejemos para luego? 

En media hora llegará mi monitor de hapkido. ¿Conoces el hapkido?

No. 

Es un arte marcial coreano, una pasada. Solo llevo un mes y ya puedo matar a un hombre de un solo golpe. Así, ¡zas! Pero no es solo violencia, también tiene una cosa como superespiritual, ¿no sabes? Yo antes iba por la calle y a lo mejor pensaba: “A ese mendigo le prendía fuego”. Ahora ya no, ahora pienso: “Podría matarlo sin sudar siquiera y él ni me vería llegar”. ¡Soy una pantera, soy un puto ninja!

Entiendo.

¡Dios, estoy super a tope! ¡SUPER A TOPE! Mira esto.

Rivera tensa los músculos bajo el agua de la ducha. Me mira intensamente y me pregunta:

¿Cómo te quedas?

Está… Eh… Está usted muy fibroso, señor Rivera.

¡Joder si lo estoy! ¡Una puta pantera, eso es lo que soy! Bueno, ¿qué quieres preguntarme? 

A ver. Usted ha acusado a Podemos de los incidentes violentos que ha sufrido su partido en los últimos días.

Correcto.

Sin pruebas.

No las necesito, ¿y sabes por qué? Porque tengo intuición. Olfato. Siempre lo he tenido. Sé que estoy destinado a algo grande desde los cinco años. Lo recuerdo perfectamente, yo estaba en primero de EGB y una tarde mi madre me dijo: “Menja't el berenar”, que significa “Cómete la merienda”. Le dije: “Madre”, porque yo la llamo madre, le dije: “Madre, el español es un idioma cooficial en esta región, te exijo que te dirijas a mí en la lengua común de todos los españoles”.

¿Y qué hizo su madre?

Me castigó sin merienda. ¿Pero quién ríe ahora, eh, bruja?

Entiendo que no se lleva bien con su madre.

Tenemos algún que otro roce desde que intenté venderla para comprarme una moto. Yo era joven, tenía 17 años. A esas edades se hacen locuras, ya sabes.

¿Y consiguió venderla?

No, toda la operación fue un desastre. Nunca te fíes de un productor de porno checo. Exfoliante.

¿Cómo dice?

Que me alcances el exfoliante. Está ahí, al lado del jabón.

Ah. Aquí tiene.

A veces me acuerdo de los años del colegio, de todos aquellos pequeños cabrones que me pegaban solo porque me explicaba con propiedad. ¿Puedes creerlo?, ¡me pegaban por ser superior! ¡Putos perdedores! Pienso en ellos mientras estoy en televisión, ¿sabes?, me los imagino cobrando 500 euros al mes, gordos, con trabajos de mierda, y me excito. Quiero decir que me excito físicamente, tengo erecciones. De ahí que prefiera que los debates sean en sillas.

Bien, eh… ¿Podría resumirme el programa económico de Ciudadanos?

Por supuesto. Verás, lo primero que quiero aclarar es que a nosotros nos gustan los pobres. Sin pobres no tendríamos leche ni iPhones, y en Ciudadanos nos flipan la leche y los iPhones. Salvo a Arrimadas, que es intolerante a la lactosa y nos tiene fritos con la soja. Yo se lo tengo dicho: ¡la soja es de rojos! ¿Qué somos, el puto 15M? ¡Si no toleras la leche vete a Cuba! Pero, en fin, necesitamos alguna mujer por, ya sabes, el voto femenino. Las mujeres necesitan ver a mujeres, son como los negros. Nunca verás a un negro solo en El Corte Inglés. Ellos solo entran en sitios donde ya hay negros. Si yo fuera El Corte Inglés, pondría negros de atrezzo en todas las plantas, eso dinamizaría el negocio. En fin, lo que quiero decir es que los pobres son importantes, pero la leche también, ¿me sigues?

Creo que sí.

Piénsalo. Si, como quiere Podemos, regalamos dinero a los pobres, ¿por qué iban a ordeñar vacas? ¡Nadie en su sano juicio le tocaría las tetas a un mamífero cuadrúpedo solo por hobbie! Si Podemos gobierna, nos arriesgamos a una España sin un solo brik de leche, tal y como está ocurriendo en Venezuela.

Ya que saca el tema, ¿qué hizo usted en Venezuela?

Vi pobres. Miles. Aquello es como un puto zoológico de pobres, es increíble. Los tienen de todos los tipos, ¿sabes? Pobres blancos, pobres negros, pobres mulatos… Incluso vi un par de rubias realmente miserables. Yo ni siquiera sabía que una rubia pudiese ser pobre, me quedé completamente flasheado.

Rivera corta el agua, sale de la ducha y queda en pie, mirándome.

¿Le…? Eh… ¿Le acerco una toalla?

No. Me gusta secarme al aire, es menos agresivo para la piel. Espero que no te incomode.

En absoluto. Oiga, ustedes quieren quitar todos los privilegios autonómicos.

Todos no, solo los de Cataluña y Vascongadas. Y es algo completamente justo. Piensa en Murcia, piensa en la pobre gente que vive en Murcia. Se levantan por la mañana, abren la persiana y ven ese puto sitio al otro lado. Todos los días de tu vida, abres la persiana y ahí está, la puta Murcia. El lunes, Murcia. El martes, Murcia. El miércoles, Murcia. ¿Por qué joderles la vida todavía más? ¿Por qué dar más privilegios a alguien que abre la ventana y ve, no sé, la Barceloneta o lo que coño tengan en Vascongadas? ¡Es injusto!

Creo que ha sonado el timbre.

Debe de ser Lee Joong-Ki. Rápido, sal por la ventana.

¿Qué? ¿Por qué?

Es muy celoso.

Pero…

¡No discutas!

¡Pero me puedo caer!

¿Y qué? ¡Es un primero, no te vas a hacer nada!

¡Oiga, no voy a salir por la ventana!

Que salgas.

Señor Rivera, me niego a…

Rivera me da un golpe seco en el cuello y todo se va a negro. Me despierto dos horas después en un callejón cercano. En mi bolsillo hay una tarjeta de Ciudadanos con una nota manuscrita por el propio Rivera. Dice: “Date hidratante, tienes el cutis hecho un asco”.

Albert Rivera está tan ocupado con la campaña electoral que me cita en su casa, a las siete de la mañana. Acudo allí el día acordado y él me abre la puerta en un pijama de Calvin Klein.