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Sobre este blog

Elecciones otra vez... Y las cuentan, a su manera, Barbijaputa, Mariola Cubells, Edu Galán, Lucía Lijtmaer y José Antonio Pérez.

Mariano, te puedo

Edu Galán

VALENCIA, PARQUE DE LA CABECERA, 24 DE JUNIO, 19:30

Todavía quedan votantes del PP en Valencia. Los he visto. Y, aunque parezca increíble, biológicamente son idénticos a nosotros: tienen cara, pies, manos, juanetes e incluso algunos sufren de digestión pesada. En el parque de Cabecera, donde Mariano Rajoy va a celebrar su mitin de cierre de campaña, sudan como perros y yo sudo con ellos también. Y bailan “Torero” y yo bailo con ellos también. Y se abrazan y, qué coño, yo me abrazo con ellos también.

Compruebo que son seres humanos tan imbéciles como yo.

Habla el taxista que me lleva.

- ¿Cómo? ¿Que el mitin de Rajoy es en el parque de Cabecera? ¡Han pasado de la plaza de toros al parque de Cabecera! ¿Qué es lo siguiente? ¿Que alquilen un trastero?

“Levanta las manos/ es un movimiento sexy”. He pateado los mítines del PSOE, Ciudadanos y Unidos Podemos y puedo afirmar que los previos más divertidos son los del PP. Se parecen a una boda gallega: todos van vestidos de domingo, mueven el cucú y ves que, al sol castigador, lo están pasando bien con tal de que España no se rompa o se convierta en un Estado Bolivariano (EB). En los mítines suelo quitarme la acreditación de prensa pero aquí no me dejan: la seguridad me pregunta una y otra vez que quién cojones soy. Me deben oler la ultraizquierda como si fuese una feromona que aplaca a las mujeres de derechas y enciende el piloto rojo a los de la organización. Me veo obligado a mantener el collar al cuello y me disfrazo de votante pepero: gorro PP, abanico PP y bandera PP. Una señora me agarra la identificación, la mira y me exige un futuro.

- ¿Eres de prensa? ¡Pues mañana di la verdad! ¡Di la verdad!

Noto que me van a llover panzadas de hostias si digo que soy de eldiario.es. Que van a sublimar conmigo el odio a Nacho Escolar que llevan dentro.

- Soy del ABC, señora.

Y añado, ofendido.

- ¡En nuestro periódico siempre decimos la verdad!

Me abraza, pecho con pecho, y hay un momento en el que, de tanto apretarnos las ubres, de tanto encontrarnos los dos tan iguales, se me olvida el calor y me siento vieja del PP yo.

- He venido desde Alacuás y llevo aquí desde las cinco.

Me suena como si esta chica de veintiochos me contase que ha venido desde Orion para llegar a Valencia a las cinco. Hay viejos y jóvenes, pijas y cuñaos, hipsters y señoras de mediana edad. Por eso el PP va a ganar: porque son de todas partes, porque son tus vecinos del tercero. Allí hay hasta personas en silla de ruedas que aplauden cuando sale Mariano: el mayor recortador de la Ley de la Dependencia, celebrado por sus recortados. Echo otro trago de cerveza mezclado con un chorrito de whisky y me quito los zapatos. Debajo, mis calcetines son del Brexit y la peña, con sus banderas españolas y valencianas, me mira raro.

La cabeza de Alberto Fabra es rara: como un helipuerto sobre un rascacielos. Me lo imagino sin cejas y me crea mayor desazón. Está out. Pasa de todo al llegar Mariano, mira su móvil y supongo que valora sus resultados del “Candy Crush”. Llegó tarde a todo y Fabra ya no vale ni para que el presidente le mande un “Alberto, sé fuerte” porque no tiene nada para que se lo diga a cambio. Sale Isabel Bonig, la presidenta regional, con un discurso tan viejo que deberían renombrar el parque a “Parque de Cabezada”. Explica que si llega el populismo van a violar a nuestras hijas, que en el PP son feministas “con ayuda de los señores” y que Leopoldo López está detenido por su defensa de la libertad de expresión. Me gustaría preguntarle qué hacen esos trabajadores de la Radio Televisión Valenciana a la entrada, rodeados de la policía.

Me abruman. Los del PP valenciano me abruman cuando el presentador “bakalao” nos incita a hacer la ola o todos cantan “Yo soy del Pepé, del Pepé, del Pepé”, cambiando “Pepé” por “español”. Evidentemente, por encima del país está el partido: que se lo pregunten a Granados, Bárcenas o Fabra.

Cuando sale a las siete y media, una señora que se parece a Leticia Sabater le grita a Mariano Rajoy “¡presidente!” y él hasta se da por aludido.

MIS NOTAS DEL DISCURSO DE MARIANO RAJOY: “¡EHHH! ¡EHHH! ¡EHHH!”.

Afirma el Gran Líder que “sumar es siempre mejor que restar”. Pienso, estando en Valencia, que especialmente en las adjudicaciones. Con el Brexit nos tranquiliza, que él superó el rescate y la independencia de Cataluña. Yo añadiría: y a Bárcenas, y a Granados, y a Fabra, y a “Opá, tengo un corrá”.

Un anciano se empeña en pintarme la bandera de España con lo que parecen unas ceras tóxicas chinas bicolores. Como soy periodista del ABC acepto encantado y extiendo mi brazo cara al sol, que es donde siempre debe de estar la bandera. Se nota que el viejo está contento, recordando su juventud. Mariano sigue vendiendo su vida a las ocho y media y cojo el tren a Madrid, donde mi corazón ansía volver a verlo. Como en la droga, en Rajoy es fácil entrar pero difícil salir.

MADRID, PLAZA DE COLÓN, 24 DE JUNIO, 23:25

Aterriza Mariano en Madrid y suelta:

- Llegué tarde porque estaba trabajando por España.

No, coño, llegaste tarde porque estabas en un mitin en Valencia hace tres horas. Yo te vi, carajo. Cospedal, que habla justo cuando aparezco por Colón, asiente como si lo que acaba de asegurar el presidente fuese verdad. Y la veo emocionarse, con esa lagrimilla traicionera de mujer dura, cuando Rajoy afirma que perdió la presidencia en Castilla La Mancha por unos “votillos”. La Secretaria General del PP considera que votarlos a ellos es votar “moderado”. Parece de Ciudadanos. Y, sin pestañear, exige a Podemos “que no engañe a la gente”, supongo porque para eso ya está ella.

En Madrid, Mariano es una decepción. Repite su mismo “setlist” de Valencia y noto que lo que yo me sentía de especial por verle en la capital del Turia, aquí nos ha alejado al notarle robótico, frío, poco follable. Canta igual hasta con igual orden.

Canción uno: Podemos son peligrosos. Serán segundos. Son lo viejo, que yo veía en la facultad.

Canción dos: Paralizan las inversiones: en Madrid, en Valencia y los hoteles en Barcelona.

Canción tres: Salvamos lo que nos dejaron los socialistas.

Únicamente se suelta la melena con una de sus frases antológicas: “No fue fácil. Dicho de otra manera, fue difícil”. Da muchas veces las gracias mucho y yo me fijo en la cámara de travelling a su espalda, que lleva una bandera española enganchada. Se termina todo y entonces valoro la posibilidad de que Pablo Casado, Andrea Levy o Soraya vuelvan a pinchar con el Pulpo y echo a correr en dirección contraria, calle Génova arriba, a beber a Malasaña. De fondo suena la bachata popular y estoy muy orgulloso de mi mismo. He superado dos de mítines tuyos en tres horas. Mariano, te puedo.

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