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“Alergia al sol” es el nombre coloquial de una serie de enfermedades que generan reacciones y problemas en la piel relacionados con la exposición a la luz solar. En realidad, el término es erróneo, pues la mayoría de esas reacciones no son alérgicas.
Una alergia es una reacción de extrema sensibilidad por parte del sistema inmunológico contra una sustancia que considera dañina o nociva, pero que a la mayoría de las personas no genera molestia alguna. En cambio, en casi todos los casos que suelen llamarse “alergia al sol”, el sistema inmune no está involucrado.
Por lo tanto, una forma más apropiada de llamar a estos problemas —en vez de alergia al sol— es fotodermatosis o enfermedades por fotosensibilidad. Así lo explica la alergóloga María Dolores del Pozo Gil en un artículo que forma parte del Libro de las enfermedades alérgicas, editado por la Fundación BBVA.
Síntomas en la piel de posibles “alergias”
Al tratarse de patologías diversas, los síntomas de la alergia al sol también difieren, aunque los más comunes —según explican los expertos de la Clínica Mayo, de Estados Unidos— son los siguientes:
- enrojecimiento de la piel
- ampollas
- ronchas
- picor o dolor
- descamación
- sangrado
- en ocasiones, pequeños bultos
Más allá de esa variedad en la sintomatología (y también en su frecuencia, gravedad y evolución), Del Pozo Gil apunta que debe sospecharse la existencia de una fotodermatosis siempre que se produzca una erupción cutánea en las zonas más expuestas a la luz solar, como la cara, el cuello o el dorso de las manos.
Las enfermedades por fotosensibilidad más frecuentes
1. Erupción solar polimorfa
Considerada la más común de las fotodermatosis, puede afectar hasta a un 15-20% de la población general. Ocasiona “una erupción cutánea de morfología variada”, apunta Del Pozo Gil, “que se localiza de manera predominante en la cara, escote, antebrazos y zona anterior de las piernas”.
Afecta sobre todo a mujeres jóvenes. Como suele aparecer ante las primeras exposiciones a la luz solar intensa, es más frecuente en primavera y comienzos del verano. Y no hace falta tumbarse a tomar el sol para sufrirla: un paseo puede ser suficiente.
2. Urticaria solar
La urticaria solar a menudo se confunde con la erupción solar polimorfa, dado que muchas veces presenta una sintomatología parecida. Sin embargo, las lesiones suelen ser más grandes (como ronchas o habones), afecta a hombres y mujeres por igual y no solo en zonas de la piel expuestas al sol, sino en cualquier parte del cuerpo.
Sucede que la producida por la urticaria solar sí es una reacción alérgica. “Se produce por un mecanismo de hipersensibilidad inmediata frente a un fotoalérgeno desconocido”, apunta Del Pozo Gil.
Es mucho menos frecuente que la erupción solar polimorfa. Pero cuando afecta una superficie muy grande la reacción puede incluir otros problemas, como dolor de cabeza, náuseas, dificultad para respirar y bajadas de la tensión sanguínea.
3. Reacciones fototóxicas
Las reacciones fototóxicas requieren, para producirse, de la suma de dos factores. Por un lado, el contacto con la luz solar. Por el otro, la ingesta de un medicamento, por lo general por vía oral.
Puede ocurrir con medicamentos tan comunes como antiinflamatorios (incluido el ibuprofeno), antibióticos, anticonceptivos, antihipertensivos y psicofármacos comunes (como el diazepam).
Estas reacciones pueden aparecer en cuestión de pocas horas e incluso minutos, en forma de erupciones, ampollas o quemaduras potentes. Pueden aparecer en personas de cualquier género y edad, por lo cual conviene poner mucha atención ante la sospecha de su surgimiento.
4. Reacciones fotoalérgicas
La llamada fotoalergia también muestra sus reacciones cuando la exposición a la luz del sol se combina con una sustancia externa al organismo, pero en este caso esas sustancias son en general cremas o cosméticos. Tardan algo más de tiempo en aparecer (entre doce horas y tres días) y generan hinchazón y picores, de modo similar a la dermatitis de contacto.
Las sustancias que con mayor asiduidad generan estas reacciones varían con el tiempo. Hace algunas décadas, las más comunes eran jabones y perfumes que incluían estos fotoalérgenos en su composición. En la actualidad suelen darse en su mayoría con cremas de protección solar o pomadas antiinflamatorias.
5. Prurigo actínico
El prurigo actínico consiste en una reacción exagerada de la piel a la radiación solar. Es una enfermedad crónica, más común en personas de más edad o de origen latinoamericano, y afecta sobre todo a las mujeres. Genera picor, y el rascado intenso suele derivar en un engrosamiento de la piel.
6. Porfirias cutáneas
Existen varios tipos de porfirias cutáneas. En general, están causadas por una deficiencia (o a veces un exceso) de ciertas enzimas, que hacen que el organismo produzca en exceso una sustancia conocida como porfirinas fototóxicas. El resultado es una reacción negativa ante la luz solar. Además de erupciones, enrojecimiento y ampollas, estas porfirias pueden ocasionar dolor abdominal y convulsiones.
Medidas para prevenir las “alergias”
Muchos de estos problemas pueden ser tratados con medicación, sobre todo con antihistamínicos y corticoides. Por eso, es recomendable acudir al médico en cuanto se detectan reacciones como estas.
En la mayoría de los casos, tales reacciones no dejan cicatrices ni otros efectos permanentes. A partir del descubrimiento de alguna de estas patologías, los especialistas destacan la importancia de asumir ciertas conductas para evitar sus efectos negativos, o al menos reducir las probabilidades de que se produzcan.
Una medida de prevención general consiste en evitar la incidencia directa de los rayos del sol en las horas centrales del día: entre las 12 y las 17. También es fundamental -y no solo para evitar estas “alergias” sino también para evitar daños en la piel a largo plazo- el uso de cremas con un factor de protección elevado (al menos 30).
También es clave la ropa utilizada en los días de mucho sol: se deben priorizar las prendas de mangas largas, los sombreros o gorras y las gafas de sol, para mitigar el impacto de los rayos UV sobre el cuerpo.
Otra medida que puede evitar o reducir ciertos efectos negativos consiste en, a comienzos de la temporada estival, exponerse al sol de forma gradual y no repentina. Si se comienza con lapsos breves, el organismo tiene tiempo de adaptarse y las probabilidades de padecer problemas serán menores.
Por lo demás, existen patologías de mayor gravedad, consideradas dermatosis fotoexacerbadas. Entre ellas se incluyen algunas enfermedades bastante conocidas, como la psoriasis, la rosácea y el lupus. En esos casos, se deben extremar los cuidados, hacer caso a los consejos del médico y eventualmente buscar formas de contrarrestar los riesgos y perjuicios de no exponerse al sol.
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