La lista de los alimentos que más alergias provocan no es tan extensa. Son menos de diez los responsables del 90% de los casos: los frutos secos, los cacahuetes (que, aunque suelen englobarse con los primeros, son legumbres), los huevos, la leche de vaca, el trigo, los mariscos, el pescado y algunas frutas.
Sin embargo, el listado total de alimentos relacionados con reacciones alérgicas es bastante mayor: excede los 170 productos. Y entre ellos se cuentan algunos que pueden causar sorpresa, debido a lo difundido de su consumo y a la baja cantidad de personas a las que hacen mal.
Entre estos últimos se encuentran las especias. Tienen que ver con solo el 0,6% de los casos registrados de alergias alimentarias en España. Pero sus consecuencias pueden ser igual de graves que las de cualquier otra alergia, por lo cual conviene poner atención en caso de que se sospeche de su aparición.
Y son la mostaza y los distintos tipos de pimienta las dos especias que más alergias producen en nuestro país, debido -entre otras cosas- a que son dos de las más consumidas. En general, esta clase de problemas está muy relacionado con los hábitos de alimentación de cada región.
Además de la mostaza y la pimienta, otros productos utilizados como especias en las cocinas españolas (algunos de forma más tradicional y otros incorporados de manera más reciente) son la canela, la vainilla, el clavo de olor, la manzanilla, el azafrán, el jengibre, el sésamo, la cúrcuma y una variada cantidad de otros productos que resultan potenciales alérgenos.
Alergias alimentarias, cada vez más comunes
La Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC) publicó en 2015 la última edición de su informe ‘Alergológica’, un panorama general de las alergias en nuestro país. Allí indica que las alergias a los alimentos afectan a entre un 1 y 3% de la población general.
De todos modos, el problema es que muchas de esas alergias están infradiagnosticadas. Es decir, los números oficiales señalan menos casos de los que existen en realidad. Además, la tendencia indica que cada vez somos más alérgicos y el número de casos seguirá aumentando con el correr del tiempo.
En el caso concreto de las especias, se añaden algunas dificultades específicas. Una de ellas es que su consumo ha aumentado de manera exponencial en los últimos años. Y esto se debe a dos razones.
Por un lado, la difusión cada vez mayor de platos de otras regiones del mundo, donde las especias tienen una presencia mucho más amplia que en la dieta mediterránea. Por ejemplo, comidas del sudeste asiático, la India, México y otros países de Latinoamérica.
Por el otro, el cambio en los hábitos alimentarios que implica el aumento del consumo de productos precocinados, muchos de los cuales incluyen diversas especias entre sus ingredientes.
Y más aún: el etiquetado de los productos (tanto los precocinados como en general) informan de forma genérica de que incluyen “especias”, pero sin especificar cuáles. Y la normativa vigente tampoco lo exige. Esto hace que a menudo resulte muy difícil determinar de manera exacta qué especia en concreto es la causante de la alergia.
Especias no solo en la comida
Las especias, por cierto, no se encuentran solo en comidas sino también en salsas, refrescos, infusiones y bebidas alcohólicas. E incluso en productos cosméticos, desde maquillajes y perfumes hasta cremas y líquidos para la higiene bucodental.
Una dificultad reside en el hecho de que, al tratarse de polvo, las especias pueden dispersarse en el ambiente e ingresar al organismo también a través de la inhalación. Es decir, puede operar del mismo modo que el polen y otras sustancias que flotan en el aire y pueden generar molestias, malestar y otros problemas.
Un dato positivo es que, aunque las alergias alimentarias en general son mucho más comunes en niños (entre un 4 y 8% de la población infantil padece de alguna, según la SEAIC), la alergia a las especias aparece casi exclusivamente en adultos, tal vez porque su consumo durante los primeros años de vida suele ser mucho más bajo.
Consecuencias de la alergia a las especias
¿Cuáles son las posibles consecuencias de que una persona consuma o entre en contacto de alguna otra forma con una especia a la que es alérgica? Los síntomas más comunes consisten en problemas digestivos, urticaria e inflamación de las vías respiratorias.
Esos resultados pueden aparecer incluso tras consumir una muy pequeña cantidad del alérgeno en cuestión. Si se consume una cantidad elevada de tal sustancia, o con mucha frecuencia durante un periodo de tiempo más o menos prolongado, los efectos pueden ser de mayor gravedad.
Puede llegar incluso a la llamada anafilaxis, una reacción que se caracteriza -además de por los síntomas ya mencionados- por dificultad para respirar, pulso débil y acelerado, baja presión, mareos o desmayos. Puede incluso poner en riesgo la vida.
De ahí la importancia de identificar los productos a los que se tiene alergia para aplicar el método preventivo más eficaz: eliminarlos de la dieta. Para comprobar si existe una alergia a los alimentos, el médico realizará un análisis de sangre o una prueba cutánea para corroborar si el sistema inmune generó un anticuerpo llamado inmunoglobina E, que es lo que sucede en tales ocasiones.
Las intolerancias alimentarias, más comunes que las alergias
Hay que tener en cuenta que las reacciones negativas originadas por el consumo del producto no siempre implican la presencia de una alergia. En la mayoría de los casos lo que existe es una intolerancia alimentaria.
Este es un problema mucho menos grave, que afecta a alrededor de una quinta parte de la población mundial y que no involucra al sistema inmunitario sino solo al digestivo. La gravedad de sus posibles efectos, por lo tanto, es mucho menor.
A veces, con el paso del tiempo (años) puede suceder que el sistema inmunológico deje de reaccionar de manera tan agresiva ante ese producto. En cualquier caso, es aconsejable que el intento de volver a consumirlo se realice siempre bajo supervisión médica.
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