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Como cada verano desde hace ya varios años, nos enfrentamos a temperaturas muy elevadas y a las temidas olas de calor. No solo es muy difícil dormir por las noches sino que también puede costarnos un poco más concentrarnos en tareas cotidianas.
Para muchos de nosotros, la pérdida de apetito es uno de los efectos más evidentes del calor extremo. Es crucial mantenerse fresco cuando hace calor ya que uno de los mayores riesgos de este clima es la deshidratación.
Los mejores alimentos para mantenernos más frescos
Mantenernos frescos e hidratados es una prioridad durante los meses de más calor. No solo el agua juega un papel primordial para mantener el cuerpo hidratado y una temperatura adecuada.
Debe tenerse en cuenta que los alimentos representan alrededor del 20-30% de nuestra ingesta de líquidos, por lo que lo que comemos puede marcar la diferencia en cómo nos sentimos. Ingerir más productos hidratantes es una excelente manera de cubrir nuestras necesidades de agua.
Los alimentos que más nos ayudarán son:
- Sandía: con apenas 15 Kcal por cada 100 gramos, la sandía es prácticamente todo agua y azúcares libres, que se suman a los compuestos fenólicos antioxidantes le dan el característico color rojo. Es una fruta perfecta para hidratarnos. En este artículo te explicamos las claves para elegir la mejor sandía.
- Melón: esta fruta es baja en calorías y alta en contenido de agua (un 95%). El melón fresco tiene capacidad para saciar la sed más intensa, lo que lo convierte en una interesante opción refrescante. Además, está repleto de vitaminas A y C. Elegir el mejor es fácil con estos sencillos consejos.
- Pepinos: son una excelente verdura para pasar los calurosos días de verano ya que contienen mucha agua (un 97% de su contenido es agua) y nos ayuda a mantenernos frescos. Su alto contenido en agua se combina con reservas naturales de fibra dietética, por tanto, nuestro sistema digestivo estará bien hidratado. Se puede consumir frío e incluso crudo.
- Tomates: ricos en agua, fibra y antioxidantes como el licopeno, nos ayudan a protegernos de la radiación solar. Las variedades rojas contienen un 94% de agua. También son ricos en vitaminas A y C y, por tanto, una fruta refrescante e hidratante. Podemos tomarlo en ensalada pero también en forma de gazpacho.
- Té e infusiones: aunque pueda parecer contradictorio, tomar bebidas calientes cuando hace calor nos ayuda a regular la temperatura corporal. La evaporación del sudor es una de las formas básicas para modular la temperatura corporal y mantener el equilibrio térmico. El té es un diurético suave.
- Comida picante: aunque quizás es lo último que nos apetece tomar con el calor, los picantes nos ayudan a regular la temperatura corporal por la misma razón que las bebidas calientes, es decir, el picante estimula los termosensores de la boca, lo que hace que tengamos más calor y, por tanto, sudemos más. Curry y chiles estimulan los receptores de calor en la boca, lo que mejora la circulación y hace que sudemos.
- Pimientos: son ricos en capsaicina, una sustancia que provoca que en el organismo la denominada sudoración gustativa. Esto significa que el cuerpo genera más sudor del que debería, que se evapora y nos refresca.
- Lechuga: las verduras de hojas verdes en general se componen de 80-95% de agua, lo que las hace muy fáciles de digerir. Esto significa que pasan rápidamente por el sistema digestivo y da una sensación refrescante en el cuerpo.
- Leche y agua de coco: estas bebidas de coco contienen nutrientes importantes que ayudan en la hidratación. La leche de coco constituye un importante ingrediente para espesar salsas.
Qué alimentos debemos evitar cuando hace calor
En el otro lado de la balanza nos encontramos con alimentos que pueden favorecer la deshidratación y que, por tanto, es mejor no abusar de ellos durante una ola de calor.
- Alcohol: puede favorecer la deshidratación, sobre todo si las condiciones climáticas son extremas. Actúa como un potente diurético, lo que hace que orinemos más después de beber y, por tanto, aumenta el riesgo de deshidratarnos.
- Exceso de sal: los altos niveles de sal en una dieta pueden provocar varios problemas de salud, como presión arterial alta y enfermedades del corazón. Cuando ingerimos demasiada sal, los riñones se descontrolan y aumenta la deshidratación. Esto significa que el cuerpo extrae agua de las células.
- Alimentos ricos en proteínas como la carne: el cuerpo usa más agua para metabolizar el nitrógeno natural de las proteínas, por lo que las células pueden perder gran parte del contenido de agua, haciendo que nos sintamos deshidratados. Se necesita más poder digestivo para digerir las proteínas, lo que genera calor en un proceso que se conoce como termogénesis.
- Helados: aunque parezca contradictorio, los helados y otros productos fríos en realidad lo que hacen es más daño que bien cuando intentamos refrescarnos. Su consumo provoca un aumento de la temperatura debido a la digestión. Esto, combinado con el enfriamiento rápido que provoca, hace que el cuerpo compense este exceso aumentando la temperatura central.
En definitiva, es importante adaptar nuestra alimentación a cada época del año para adaptarnos mejor a los episodios climáticos extremos.
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