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¿Aumentan los ftalatos la infertilidad masculina? La ciencia así lo afirma

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En los últimos 40 años, el recuento de espermatozoides en hombres sanos de los países occidentales como América del Norte, Europa, Australia y Nueva Zelanda se ha desplomado en más del 50%. Si esta tendencia no se revierte, para el año 2050 podría haber muchas parejas que necesitarán recurrir a la tecnología para concebir. Lo alertaba ya en 2017 un  estudio de la Universidad Hebrea y Mount Sinai.

Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha modificado en los últimos 25 años, coincidiendo con el cambio climático, los valores de los semiogramas o espermiogramas normales, una prueba que analiza la cantidad, movilidad y calidad morfológica de los espermatozoides, así como características como volumen, color, pH, viscosidad, etc.

Los valores normales en los años 1985-90 se situaban en los 40 millones por mililitro; actualmente estos valores están en los 15 millones por mililitro. La misma organización estimaba ya en 2010 que la infertilidad afectaba a un 15% de las parejas, siendo el factor masculino la causa en un 50% de los casos.

 “Hemos cambiado la normalidad del semen en los últimos 40-50 años”, reconoce Juana Crespo, ginecóloga especializada en fertilidad. Ya en el año 2014, casi el 40%  de la infertilidad entre las parejas se atribuyó a los hombres.

¿A qué se debe este declive de espermatozoides?

Hay varios factores que podrían explicar este problema. Entre los más citados están los cambios en el estilo de vida (alimentación, ejercicio físico, aumento de la obesidad, etc.). Todos ellos contribuirían a un bajo recuento de espermatozoides. 

Pero las investigaciones han ido más allá y han relacionado buena parte del problema de la infertilidad masculina con el auge de los derivados químicos y a la exposición a sustancias químicas de uso cotidiano.

Se trata de los disruptores endocrinos, que se encuentran en numerosos productos, incluidos perfumes y plásticos y que se ha demostrado que interfieren en la capacidad del cuerpo para producir hormonas.

Fijándonos en los resultados del metaanálisis de 2017, los expertos subrayaban el hecho de que la disminución se produce sobre todo en hombres de países occidentales, más expuestos a una gran variedad de sustancias químicas. 

Este hecho sugiere que los productos químicos juegan un papel causal de esta tendencia a la baja. Aunque no examinó las causas de las disminuciones observadas, el recuento de espermatozoides sí se ha asociado previamente con influencias ambientales y del estilo de vida, incluida la exposición a sustancias químicas prenatales, la exposición a pesticidas en adultos, el tabaquismo, el estrés, la obesidad, etc.

Y resulta que muchos de los compuestos usados para hacer que el plástico sea más flexible y suave, como los ftalatos, o para hacerlos más duros y fuertes, como el bisfenol A, son disruptores endocrinos consumados. Estas dos sustancias imitan al estrógeno en el torrente sanguíneo. Un hombre con muchos ftalatos en su sistema producirá menos testosterona y menos esperma “porque los ftalatos disminuyen la testosterona”, reconoce Crespo. 

El problema es que estos productos químicos están en todas partes: el BPA se puede encontrar en botellas de agua, envases de alimentos y recibos de supermercados. Los ftalatos son aún más comunes: pueden estar presentes en los recubrimientos de píldoras, agentes emulsionantes y de suspensión, detergentes y envases, pintura, esmaltes de uñas y lacas para el cabello. También se usan en tubos de PVC que procesan alimentos, como la leche, yogur, salsas o sopas.

En Europa están autorizados cinco ftalatos para uso en la fabricación de materiales plásticos destinados a entrar en contacto con alimentos, conocidos por sus siglas DBP, BBP, DEHP, DINP y DIDP. Los cuatro primeros se han asociado a efectos sobre el sistema reproductor.

Efectos en la etapa fetal 

Juana Crespo destaca también que “la principal afectación de la exposición a ftalatos se produce ya a nivel fetal y después en la eyaculación”. En la etapa fetal del desarrollo humano, antes de que estos estilos de vida entren en juego, los estudios han demostrado que, si se producen alteraciones en la señalización hormonal, estas pueden tener un impacto en la capacidad reproductiva masculina hasta la edad adulta.

En un estudio publicado en la revista Environmental Science & Technology los expertos advierten que se pueden llegar a encontrar más de 109 sustancias químicas en mujeres embarazadas, con implicaciones en el feto como un menor tamaño de los genitales. Es un círculo y, “si no hacemos nada desde el punto de vista medioambiental, vamos a tener que cambiar la planificación familiar”. 

Cómo afrontar este problema

La reproducción asistida nos ayuda mucho en este punto. “Preservar los gametos, semen y ovocitos, significa que estarán menos tiempo expuestos a estos tóxicos”, admite la doctora, sobre todo porque la edad de tener el primer hijo se ha retrasado mucho y, por tanto, espermatozoides y óvulos permanecen más tiempo expuestos.

Sin embargo, Crespo admite que la solución más efectiva pasaría por “tener hijos más pronto, entre los 23-24 años en el caso de las mujeres y antes de los 30 años en el de los hombres”. Pero las cifras actuales nos dicen que vamos mucho más tarde. Tal vez a este ritmo, el mito de un mundo infértil como el que nos muestra el siniestro 'Cuento de la criada' deje de ser leyenda...

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