Las redes sociales se han convertido en una herramienta básica para comunicarnos y también para darnos a conocer en el mundo, y no solo a nivel social. Para muchos trabajadores, especialmente autónomos y, dentro de esta categoría, más todavía, los de profesiones creativas como artistas, diseñadores, músicos, fotógrafos, ilustradores, escritores o periodistas, las redes se han convertido en un vehículo perfecto para que las personas que los pueden contratar los conozcan, aprecien su trabajo y piensen en ellos cuando los necesiten.
Redes sociales como X (antes Twitter) o Instagram, por tanto, pueden llegar a convertirse en algunos casos en un pequeño campo de batalla en el que se dirime quién genera más notoriedad, recibe más 'me gusta' o tiene más seguidores. Muchos de estos profesionales se ven obligados, lo quieran o no, a publicar sin descanso en redes ya que 'desaparecer' por un tiempo podría tener un efecto en sus ingresos mensuales.
Su propio departamento de marketing
Es el caso de David, periodista freelance: “Sin duda, sí, me siento obligado a autopromocionarme”, dice a elDiario.es. Aunque no tiene del todo claro “de dónde procede esa obligación. En mi caso, jamás he recibido por parte de un medio de aquellos en los que escribo la menor presión o siquiera la sugerencia de promocionar mis artículos. Pienso que esto tiene más que ver con un clima generalizado o un aire de los tiempos actuales. Hemos asumido un paradigma según el cual cada uno es una especie de empresario de sí mismo y todo empresario, toda empresa, requiere entre otras cosas de un departamento de marketing”. Su conclusión al respecto es que influye el espíritu social imperante y la “creencia de que la promoción en redes ha contribuido a consolidar mi firma y a hacerla conocida en el ámbito adecuado”.
Sara, ilustradora y animadora, también reconoce que se siente un poco obligada a promocionar su trabajo en redes. “Creo que para la gente que hacemos ilustración es una ventaja poder conectar con nuestra audiencia a través de las redes sociales pero también resulta un poco esclavo”. Y pone un ejemplo práctico: “Este verano yo he perdido 200 followers. Considero que, al final, es una especie de obligación autopromocionarte de manera constante, actualizar y crear contenido de manera gratuita para seguir conectando con tu audiencia y para ganar también más audiencia y mayor visibilidad. Sobre todo si tu trabajo consiste en colaboraciones con marcas o publicidad”.
Hemos asumido un paradigma según el cual cada uno es una especie de empresario de sí mismo y todo empresario, toda empresa, requiere entre otras cosas de un departamento de marketing
Por su parte, Marta, que escribe y presenta su propio podcast, no siente la obligación de promocionar su trabajo, aunque también lo hace. “Tampoco nadie me ha pagado un extra o una parte de mi remuneración por un artículo que estaba destinado a que yo publicitase el tema en mis redes sociales, como sé que ocurre con otras personas y con otros podcast”, algo que está también a la orden del día. “Ahora bien, creo que he pasado por diferentes fases, sobre todo al principio de ser freelance. Colgar mis cosas en redes también era una forma de buscar feedback, de sentir un poco la repercusión de eso que había escrito, porque en ocasiones la editora o editor de turno tampoco te lo daba, ni siquiera te avisaba de que se había publicado”.
En esto coincide David, “ya que la mayor parte de las veces no tienes información directa sobre cuánto ha gustado o interesado un determinado artículo, la única aproximación a esto es el feedback en redes sociales. Aunque fiarse demasiado de esas reacciones es, por supuesto, algo peligroso, porque están condicionadas por muchos factores externos que no tienen que ver con la calidad intrínseca”, explica.
Para Marta, las redes pueden ayudar a crear una conversación o dar pie a que se abran otros caminos a partir de ese texto. “Luego sí que es verdad que cuando ya has publicado mucho, la ilusión por hacerlo desaparece y se convierte meramente en un trabajo”, añade, e incluye un nuevo planteamiento respecto a esta sobreexposición constante más personal. “Yo también utilizo las redes sociales para contar lo que estoy haciendo y, al final, cuando estoy escribiendo un artículo o estoy pensando mucho sobre un tema, siento que eso ha formado parte también de lo que he hecho, de lo que he trabajado esos días, y me apetece ponerlo en redes, igual que te pongo lo que he estado comiendo. Pienso también, por ejemplo, en periodistas que hablan de comida y suben platos de comida. A veces hay un punto en el que la división entre lo que es autopromoción y lo que es tu marca personal es muy difusa. Prefiero pensar que esos post no son 100% autopromocionales, sino que siempre hay como una mezcla de las dos cosas tanto cuando subo una foto de un libro, como cuando subo un corte de mi podcast o cuando subo una foto de mi gato”.
Es una especie de obligación autopromocionarte de manera constante, actualizar y crear contenido de manera gratuita para seguir conectando con tu audiencia y ganar visibilidad. Sobre todo si tu trabajo consiste en colaboraciones con marcas o publicidad
La resistencia
No todos los profesionales optan por el camino anterior. Hay algunos que simplemente han decidido, seguramente por razones muy diferentes, no publicar su trabajo (o al menos no todo), en sus redes sociales. “Cada vez me siento peor respecto al hecho de autopromocionarme”, explica Cintia, escritora y periodista. “Desde que entré al mundo laboral mi trabajo ha estado muy relacionado con el trabajo en redes y quizás, precisamente por eso, tengo la sensación de que llevo demasiado tiempo con esto. De más joven, me costaba menos, lo hacía sin pensarlo, no me lo planteaba. Ahora soy más autoconsciente y le doy más vueltas a todo. Creo que el hecho de llevar tanto tiempo relacionando trabajo y redes hace que te pienses todo mucho más, que haya cierta incomodidad, incluso un punto de pereza y/o rebeldía contracorporativa: 'Ah, sí, claro, ya he hecho mi trabajo... ¿Y ahora encima tengo que publicitarlo? Já”.
Para Juan Carlos, editor de vídeo, fotógrafo y realizador, las razones son algo diferentes: “No sé muy bien por qué no lo hago. Creo que hay una parte de pereza pero en general nunca me ha gustado mucho el concepto de venderme, todo ese rollo de la marca personal. Tampoco uso las redes a nivel personal. Quizá también hay una parte de que no tengo mucha confianza en mí o que simplemente no me apetece exponerme”.
La siguiente pregunta para los dos outsiders está clara: ¿creen que han perdido oportunidades laborales debido a esta actitud a la contra? “Seguramente sí que he perdido oportunidades por no haberlo hecho”, reflexiona Juan Carlos. “No pienso constantemente en ello, pero sí que me lo he planteado alguna vez. Ahora estoy trabajando en un reel de mi trabajo porque me lo han pedido. Es una cosa que odio tener que hacer, pero en este caso es necesario, pero no he decidido aún si lo voy a poner en redes”.
A veces hay un punto en el que la división entre lo que es autopromoción y lo que es tu marca personal es muy difusa
Cintia también cree que está perdiendo oportunidades: “De hecho es algo que cada curso escolar intento corregir. Me digo que lo haré mejor. Quiera o no, creo que desaparecer de redes en mi caso tiene un coste. No me lo puedo permitir. Y cuando he creído que sí podía hacerlo, me he sentido una chula y una ridícula porque efectivamente he sentido que he podido perder oportunidades laborales. Lo más perverso de esto es que realmente no lo sabes ni lo puedes saber del todo seguro, es solo una intuición, pero una intuición bastante razonable. A veces simplemente he colgado un contenido en internet que tenía en un cajón porque en su momento no quise compartir y al rato igual me llegan dos mensajes para pedirme algo de trabajo. Ahí pienso: soy imbécil, qué estoy haciendo”.
La escritora reconoce que toda esta situación le hace sentir culpable, “especialmente cuando un familiar o algo así me dice: '¡Por qué no cuelgas nada! ¡Es difícil seguirte la pista!'. O la insufrible: '¡Hay gente que se vende mejor que tú!”.
Entre los que sí que ponen su trabajo en redes, David explica que tiende a pensar que hacerlo sí que le ayuda a conseguir más trabajos. “Al menos en el sentido de que, gracias –directa o indirectamente– a la promoción en redes sociales, hay más personas que han tenido conocimiento de mi trabajo, entre ellas responsables de medios que a su vez se han interesado por él. Otra idea ingenua que tengo es que la propia calidad del trabajo también influye en ello. Aunque hoy en día sea condición necesaria, pero no suficiente”.
Sara explica que postear en redes le permite “mostrar los diferentes registros que puedo manejar, porque a veces los clientes necesitan una cosa muy concreta pero tú, como creativo, quizá quieres ir por otro lado y te interesa también mostrar que tienes muchas más habilidades de las que te permiten demostrar”.
Marta recuerda que publicar sus artículos en redes sí que le ayudó a entrar en el punto de mira de los medios más serios cuando acababa de salir de la universidad y no conocía a nadie. “Entonces yo trabajaba en una agencia de comunicación y creo que estar en Twitter, que en ese momento era un nicho de periodismo feminista y de periodismo cultural (los temas que a mí me interesaban), me ayudó a darme a conocer entre otras compañeras. A raíz de eso, me salieron algunos trabajos en medios más grandes; colaboraciones, nunca un contrato indefinido, eso sí”.
El otro lado
¿Cómo se ve desde el otro lado? El de los supuestos receptores de estas publicaciones, que no son tanto los usuarios normales de las plataformas, sino especialmente las personas que manejan presupuestos y tienen la capacidad de encargar a estos creadores libros, artículos, ilustraciones o cualquier otro tipo de proyecto más o menos artístico.
Lo más perverso de esto [de si la autopromoción en redes proporciona oportunidades laborales] es que realmente no lo sabes ni lo puedes saber del todo seguro, es solo una intuición, pero una intuición bastante razonable
Hablamos de galeristas, editores, directores de arte, productores… Para Federico, que dirige una galería de arte en Barcelona, la variable más importante para elegir a un artista sobre otro es la obra: “lo que comunica, su discurso, su trayectoria e incluso la determinación vital del artista que se percibe al conocer y conversar con él o ella”, afirma. “Si el artista promociona su trabajo en redes sociales, se valora como positivo, aunque no es la variable prioritaria para la selección, al menos en mi caso. Hay artistas con una comunidad de seguidores importante en redes sociales y que su obra puede no estar en la línea de la galería”.
“Sí que es cierto que en la actualidad los artistas necesitan estar en las redes sociales para visibilizar su trabajo”, prosigue, “así como en webs, blogs, revistas digitales, etc. Se puede detectar a artistas a través de redes sociales y consultar contenido digital para conocer más sobre ellos. Cuando un artista presenta su trabajo a nuestra galería, también adjunta sus redes y su web. Las redes sociales para detectar o para informarse son útiles, aunque para mí en la selección hay otras variables más relevantes”.
En el caso de Marina, editora en una gran editorial española, la promoción que los propios autores puedan hacer en redes sociales es determinante, “pero quizá lo sea aún más la comunidad de seguidores que ostentan”, indica. “En un tiempo en el que hemos desaprendido de forma casi total y, sobre todo, de raíz, a hablar entre nosotros, el hecho de que un creador o creadora conozca tanto su comunidad y contenido, que haya desarrollado un lenguaje propio para nutrir aquello, resulta, casi sin quererlo, la herramienta comunicativa definitiva”.
“El atractivo para los editores resulta ser entonces eso: dar con un ente de mediación entre lo que se piensa para un segmento de la sociedad con las palabras que esa fracción emplea. Desde mi punto de vista siempre ha sido una cuestión no solo de mensaje, sino de lenguaje”, explica. La editora señala que “es una maravilla dar con un agente que domine la expresividad, y que resulte natural, entre tanta tecnología”.
En un tiempo en el que hemos desaprendido de forma casi total a hablar entre nosotros, el hecho de que un creador o creadora conozca tanto su comunidad y contenido resulta, casi sin quererlo, la herramienta comunicativa definitiva
El estrés de ser multitarea
Para Cristina Vidal, psicóloga especialista en temas laborales, el multitasking característico de muchos autónomos no resulta positivo, especialmente en profesiones en las que prima la creatividad. “La creatividad aparece cuando uno puede parar para reflexionar y si ese cerebro está ocupado con tareas que fácilmente podrían realizar otras personas porque no requieren de un talento especial o de un talento diferente, obviamente les resta creatividad, les resta energía y les cansa”.
La psicóloga también reconoce que esto puede llegar a generar cierto nivel de estrés: “Muchas personas que trabajan por su cuenta viven su proyecto como si fuera su hijo o su hija y se implican mucho en él. Pero esto les genera mucha presión y mucho estrés”.
Parece claro que el futuro seguirá pillando a muchos autónomos preparando el enésimo post en redes sociales sobre su trabajo. Da igual que el alcance de las publicaciones cada vez sea menor, da igual que sientan una extraña sensación al hacerlo. Algunos se seguirán resistiendo, como Cintia que, no obstante, reconoce: “entiendo que como autónomos es lo que nos toca, no quiero ser quejica. Del mismo modo que en otros trabajos se cansan de repartir tarjetas, llamar a puertas, hacer llamadas telefónicas, visitar a clientes, quizás debo asumir que necesito hacer esto para captar clientes, y que no hay más. No puedo darle muchas más vueltas. Y si esto realmente no me apetece, pues tendré que buscarme otro trabajo menos autoexplotativo. En esto de la autopromo, no juzgo a nadie en absoluto. Nos veo como el meme ese de la habitación en llamas diciendo 'I'm fine', hago esto porque tengo que hacerlo, socorro, ayuda, soy muy pesado, lo siento, perdón, pero... ¿puedes clicar ahí?”.
Los nombres de los trabajadores que figuran en este artículo han sido sustituidos por pseudónimos a petición de sus participantes.