En los últimos años se han multiplicado los estudios que relacionan el sobrepeso y la obesidad con el consumo de edulcorantes sin calorías, como los que contienen todos los refrescos “light”. Por supuesto, los titulares sensacionalistas en muchos medios han sido “los edulcorantes artificiales engordan”, pero ¿cómo es posible que engorde algo que no tiene calorías?
Aunque muchas veces se habla de “edulcorantes artificiales” es más apropiado referirse a ellos como edulcorantes sin calorías, ya que algunas de las sustancias empleadas se extraen de fuentes naturales. Es el caso de la planta de la estevia, o el xilitol, que se extrae del abedul.
Lo primero quizás sea aclarar que los estudios han encontrado una correlación. Esto significa que las dos cosas, el consumo de estos edulcorantes y sufrir sobrepeso, se dan a la vez. Pero solo con esta correlación no se puede afirmar que una cosa sea la causa de otra, especialmente cuando se sabe que el sobrepeso lo causa un exceso de calorías.
Los edulcorantes sin calorías empleados en los refrescos son por lo general aspartamo o estevia. Aunque hubo sospechas sobre la seguridad del aspartamo en los años 80, experimentos posteriores pudieron comprobar que era seguro para los seres humanos. El aspartamo contiene calorías, aunque una cantidad despreciable. Al digerirlo se descompone en ácido aspártico y felilalalina, dos aminoácidos presentes en el cuerpo de forma natural, y una cantidad muy pequeña de metanol, menor que la que contiene una pieza de fruta. Solo las personas con una rara enfermedad llamada fenilcetonuria deben evitarlo.
En cuanto a la estevia, se trata del extracto de una planta de sabor dulce, entre 30 y 300 veces más dulce que el azúcar de mesa. Los seres humanos no pueden digerir los estevioles, así que no provocan ninguna respuesta en la glucosa en sangre ni un aumento de la insulina.
Según el estudio Anibes de la Fundación Española de la Nutrición, los refrescos con azúcar constituyen un 10% del azúcar consumida en adultos, y hasta un 16% en adolescentes. Eliminado esta azúcar añadida se conseguiría ahorrar un aporte calórico importante de la dieta, y los edulcorantes artificiales parecen una buena forma de conseguirlo.
Los propios científicos que analizan estos datos apuntan a distintas soluciones del misterio de la asociación entre edulcorantes sin calorías y sobrepeso. Una posible explicación sería que las bebidas sin calorías dan una falsa sensación de “haber cumplido con la dieta”, con lo que algunas personas se darían permiso a sí mismas para comer más cantidad de dulces provenientes de otros alimentos, por ejemplo, pasteles o chocolate, teniendo en cuenta el ahorro de calorías de la bebida. De este modo, el exceso de azúcar vendría de otras fuentes.
Otra posibilidad es que ocurra algo llamado causalidad inversa. No es que los edulcorantes sin calorías engorden, sino que las personas con sobrepeso u obesidad tienen más probabilidades de ser precisamente las que consumen edulcorantes, intentando reducir las calorías que ingieren. Es decir, el sobrepeso ocurre primero, y el consumo de bebidas sin calorías después.
Por último, hay estudios que apuntan a que algunos edulcorantes, a pesar de ser totalmente seguros en los ensayos sobre su capacidad para producir aumentos de insulina y propiciar diabetes, pueden afectar a la flora intestinal, cambiando su composición. Todavía no se conoce exactamente cómo se relaciona la colonia de bacterias en nuestro intestino con el sobrepeso y la obesidad. Sin embargo, es muy probable que los efectos, si los hubiera, sean en cualquier caso menores que los que produce la ingesta de azúcar en grandes cantidades en el organismo, cuya peligrosidad ya ha sido probada.
Hay que tener en cuenta que, según las recomendaciones de la OMS, la mayor parte de la hidratación debe proceder del agua y los alimentos, limitando en lo posible el consumo de otras bebidas, especialmente si tienen calorías.