Seis beneficios del ajedrez para personas de todas las edades
El ajedrez tiene muy buena prensa. Desde tiempos inmemoriales existe en el imaginario social la idea de que quienes juegan al ajedrez son personas inteligentes. Pero ¿son inteligentes y por eso juegan al ajedrez, o es el propio ajedrez lo que las hace inteligentes? Puede parecer una pregunta sin respuesta, como la del huevo y la gallina, pero la ciencia y los especialistas en el juego han comprobado que su práctica proporciona una serie de beneficios que contribuyen con eso que se suele llamar “inteligencia”. Seis de los más destacados se detallan a continuación.
1. El ajedrez estimula la capacidad de análisis y síntesis
Este se presenta como uno de los beneficios más evidentes. Jugar al ajedrez estimula la concentración: la capacidad de centrarse en lo que sucede en el tablero y abstraerse de todo lo demás. En tiempos en que los dispositivos digitales y las redes sociales se empeñan en entretener y distraer todo el tiempo, este juego milenario resulta un buen entrenamiento para mantener la cabeza en una tarea, analizar las múltiples posibilidades y desarrollar un pensamiento crítico, esto es, una síntesis en busca del movimiento más oportuno en cada ocasión.
2. Incentiva la creatividad y la imaginación
Un estudio realizado por científicos alemanes, publicado en 2010, comprobó que al analizar las jugadas posibles durante una partida de ajedrez ambos hemisferios cerebrales trabajan por igual. Estos resultados (basados en resonancias magnéticas realizadas tanto a jugadores expertos como a novatos) sorprendió a los investigadores, quienes partían de la hipótesis de que el hemisferio izquierdo -el responsable de la capacidad de análisis intelectual, los razonamientos lógicos, las abstracciones, etc.- mostraría una mayor actividad.
Tal estudio se ha interpretado como una muestra de que el área responsable de las tareas más creativas del cerebro, localizada en el hemisferio derecho, trabaja a la par de la otra. Y esto se debe a que, al pensar el juego, no se trata solo de seguir patrones o recurrir a jugadas estudiadas con anterioridad, sino también de evaluar las posibilidades existentes e imaginar cuál será el desarrollo de la partida si se toman tales o cuales decisiones.
3. Entrena la memoria (y ayuda a prevenir el Alzheimer)
Otra de las capacidades del ajedrez es la de estimular y servir como un gran entrenamiento para la memoria. En muchos niveles: visual, espacial, asociativa, etc. Tanto la capacidad de recordar movimientos o estrategias de partidas previas, comolas múltiples alternativas pensadas ante los posibles movimientos del contrincante, son grandes aliadas para el ajedrecista. Y es una de las facultades que el propio juego ejercita y desarrolla en los jugadores.
Además, existen estudios -como uno publicado por la revista especializada New England Journal of Medicine ya en 2003- que señalan que la práctica del ajedrez ayuda a prevenir o al menos retrasar la aparición de síntomas del Alzheimer, la demencia y otros problemas cognitivos relacionados con el envejecimiento. El trabajo citado, que en aquel momento analizó a medio millar de personas mayores de 75 años, concluyó que incluso realizar ejercicios de ajedrez durante diez minutos diarios ofrece beneficios contra estas enfermedades.
4. Ayuda a los niños a entender las consecuencias de sus actos
Además de los beneficios del ajedrez para personas de cualquier edad, hay algunas específicas para el caso de los niños. En particular, los ayuda a aceptar las reglas y asumir las consecuencias de sus propios actos. Se trata de un juego en el que no interviene el azar: todas las piezas están siempre a la vista, los movimientos dependen de los jugadores, no hay ningún elemento externo que pueda afectar al desarrollo de la partida.
“La cualidad más importante del ajedrez es que es un juego justo, por lo cual los niños pequeños comienzan a aprender un juego que es limpio y honorable, y eso les enseña a tener un buen comportamiento”, explicó Smbat Lputian, presidente de la Academia Armenia de Ajedrez, en un reportaje de la BBC.
Desde 2011, el ajedrez es en Armenia parte de la currícula obligatoria para niños de escuela primaria, entre los seis y ocho años de edad (en España existen programas en algunas regiones, como en Canarias). Mientras juega, “el niño está tomando decisiones estratégicas todo el tiempo: evalúa la situación antes de realizar un movimiento”. Y es una forma en que el niño aprende a ganar y a perder. “Creo que es un gran beneficio para la sociedad en su conjunto”, añadió Lputian.
5. Es entretenido y mejora el estado de ánimo
Más allá de todos estos beneficios, está claro que el ajedrez no deja de ser un juego y, como tal, cuenta también con las características positivas de cualquier actividad lúdica. Es entretenido y permite interactuar con otras personas, sin distinción de edad, ni nacionalidad (no hace falta hablar un mismo idioma), y además se puede jugar a distancia, a través de numerosas plataformasen la web. Y es gratis (o casi: basta con tener a mano un tablero y las piezas o una conexión a internet).
Pero además el ajedrez sirve para mejorar la comprensión de los demás y la capacidad para afrontar situaciones difíciles. Debido a eso, es un buen recurso para aliviar la carga y mejorar el estado de ánimo de profesionales sanitarios a cargo del cuidado de personas con cáncer y otras enfermedades terminales. Así lo comprobó una investigación realizada por científicos de Estados Unidos, difundida en 2013. Si el juego es capaz de generar esos efectos en situaciones de tanto estrés como esas, es probable que también funcione en casos de menor tensión, como aquellas a las que se someten la mayoría de las personas en su vida diaria.
6. Incrementa la capacidad lectora
Un último beneficio, también sorprendente, para este listado: según un estudio también realizado en Estados Unidos, alumnos que participaron de un programa para estimular el juego de ajedrez mejoraron su capacidad lectora en comparación con un grupo de controlcapacidad lectora, que no formó parte de ese programa. Según los científicos, las diferencias entre ambos grupos fueron significativas. Y aclararon que harían falta nuevos trabajos para determinar las razones de ese aumento en la capacidad lectora de los estudiantes, más allá de las explicaciones que proporciona el sentido común.