Con la llegada del mes de noviembre ha hecho acto de presencia también el virus respiratorio sincitial (VRS), la principal causa de bronquiolitis y el primer motivo de hospitalización de menores de dos años.
Estamos en una de las estaciones del año en que es más propicia, y tras dos años de pandemia en los que parecía que este y otros virus de la gripe estaban controlados, ahora vuelve a recuperar su presencia habitual.
En España, la incidencia de este virus ha pasado en las últimas cuatro semanas de 14 casos por 100.000 habitantes a 45 casos, sobre todo en niños menores de cuatro años, según el último informe del Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SIVIRA) del Instituto de Salud Carlos III y la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica.
Ha llegado antes y con más fuerza una enfermedad que se comporta en forma de epidemia durante esta época. No es más grave este año, pero tiene una particularidad: está afectando a niños que han nacido durante la pandemia y que, por tanto, no están acostumbrados al virus.
Tanto es así que la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas (SEUP) ha mostrado su preocupación e incertidumbre por el incremento inesperado del volumen asistencial en las urgencias pediátricas en España en los últimos meses. Según los expertos, en algunas urgencias se están atendiendo hasta un 40% más de casos que en la época prepandemia.
Qué es la bronquiolitis
La bronquiolitis es una infección vírica que se da sobre todo en niños menores de dos años (aunque también afecta a adultos) y que está provocada, además de por el virus respiratorio sincitial (VRS), por otros como el rinovirus, adenovirus, influenza o metapneumovirus, entre otros.
Estos virus, cuando atacan a los adultos, se limitan a un resfriado común. Pero en los niños, el virus ataca no solo la nariz y la garganta sino que puede bajar hasta los bronquios y provocar una inflamación y obstrucción, provocando tos y dificultad respiratoria.
Esto ocurre porque los bronquios y bronquiolos se inflaman. Estos conductos salen de la tráquea y por ellos circula el aire hasta los pulmones. La inflamación hace que la pared de estos conductos se engrosen, se estrechen y aumenta el riesgo de que se acumule mucosidad. Todo ello dificulta la entrada y salida de aire de los pulmones.
El contagio se produce a través de la mucosidad o la saliva de una persona infectada. Por tanto, se propaga fácilmente entre los familiares, en las guarderías o salas de hospitales.
Cuáles son los síntomas de la bronquiolitis
Los síntomas de la bronquiolitis pueden ser varios. La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) enumera los siguientes signos como los más comunes:
- Moco nasal, tos leve y fiebre: son los síntomas iniciales, de los primeros días, y son similares a los de un resfriado.
- Respiración más agitada y más tos: suele aparecer al cabo de dos o tres días.
- Dificultad para respirar: este problema suele detectarse cuando observamos y vemos que se marcan las costillas y el abdomen se mueve mucho, todo ello acompañado de ruidos en el pecho (silbidos o “pitos”).
Los padres deberán alertarse y acudir al médico o al hospital ante signos de alarma como:
- Fiebre alta
- Niño muy adormilado o irritable
- Aumento de la dificultad respiratoria (mayor hundimiento del pecho)
- Pausas en la respiración
- Vómitos repetidos
Estos síntomas son más comunes en lactantes y menores de dos años, ya que son los que tienen las vías respiratorias más pequeñas y, por tanto, las que se obstruyen de forma más fácil. Con los años, y al hacerse mayores, la infección por VRS suele ser más leve, similar a un resfriado.
Cuál es el tratamiento para la bronquiolitis
Esta infección no se trata con antibióticos porque está provocada por un virus (los antibióticos solo funcionan ante las infecciones bacterianas). Por tanto, y como ocurre con otras infecciones virales, la mayoría de los casos suelen curarse solos a los siete o diez días, su curso natural.
Es posible, sin embargo, que algunos síntomas leves como la tos duren entre dos y cuatro semanas.
Existen ciertos cuidados generales que ayudarán a aliviar los síntomas. Los más usados y efectivos son:
- Antitérmico en caso de fiebre en los mayores de tres meses.
- Ingesta de líquidos, agua o leche, de forma regular, en pequeñas tomas, a lo largo del día.
- Lavados nasales con suero fisiológico o soluciones salinas para despejar la nariz.
- Ingesta de cantidades pequeñas y frecuentes de alimentos blandos, ya que es habitual la pérdida de apetito.
- Evitar el humo del tabaco.
- Mantener una buena higiene.
- Evitar el contacto con personas que tienen síntomas como mocos o tos.
El uso de broncodilatadores no ha demostrado tener un efecto beneficioso, ni los corticoides, y tampoco los jarabes para la tos y los mucolíticos. En la mayoría de los casos los niños afectados evolucionan de manera favorable, aunque algunos pueden requerir ingreso hospitalario.
Cómo podemos distinguir una bronquiolitis de un resfriado común
El virus de la bronquiolitis se diferencia con un resfriado común en que no se aloja solo en las vías respiratorias altas (nariz, vías paranasales, garganta y laringe, ojos y oídos) sino que baja hasta los bronquios y provoca una inflamación y obstrucción de estos.
A diferencia de un simple resfriado, los signos que nos dan pistas de que se trata de algo más son una respiración agitada, la respiración hundiendo las costillas y levantando el abdomen (señal de que hay dificultad para respirar), el niño muy decaído y apático y ataques de tos continuos.
Es muy difícil evitar que un catarro acabe convirtiéndose en bronquiolitis, más allá de mantener la nariz limpia si hay congestión y una buena hidratación.
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