Toxina botulínica
Botox es el nombre comercial de uno de los cuatro medicamentos que contienen toxina botulínica (TB) y que están autorizados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS): Botox, Dysport, NeuroBloc y Vistabel. La toxina botulínica la produce la bacteria Clostridium botulinum, la misma que provoca un tipo de intoxicación alimentaria, el botulismo (enfermedad caracterizada por el desarrollo de alteraciones vegetativas y parálisis muscular progresiva y que puede llegar a afectar la función respiratoria).
¿Cómo actúa esta toxina? Como otras toxinas, la botulínica se usa, en dosis pequeñas y en forma de inyección, para tratar algunas enfermedades. Gracias a sus efectos terapéuticos, derivados del hecho de que es una neurotoxina, se produce un bloqueo temporal y reversible de ciertas terminaciones nerviosas. Por tanto, causa la debilidad del músculo donde se inyecta.
El efecto de la toxina es ampliamente aprovechado en la cirugía estética, en concreto la toxina botulínica tipo A purificada. El objetivo es eliminar las arrugas de expresión, relajando los músculos que las provocan. El botox contiene una sustancia que adormece la musculatura, la paraliza, y esto hace eliminar las arrugas. Esta técnica se aplica inyectando una pequeña dosis de la toxina en el músculo que provoca la arruga. Parece un proceso muy sencillo pero ¿se conocen los riesgos o efectos secundarios a los que nos exponemos inyectándonos la toxina?
Uso estético
En estética, y según la normativa, el uso de botox solo está permitido aplicarlo para uso estético en el tercio superior de la cara, en concreto en la zona glabelar (entre las cejas). Las arrugas se producen cuando el músculo se tensa; la toxina se inyecta en el músculo a través de la piel y evita que este se tense. Cuando el músculo se relaja, la arruga se hace menos visible y quien recibe este tratamiento no puede fruncir las cejas. Este efecto suele diluirse a lo largo de 5 o 6 meses, cuando el músculo suele volver a segregar acetilcolina y vuelve a contraerse y, por tanto, la arruga vuelve a aparecer.
Según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE), el botox, que se aplica a través de una aguja muy fina después de poner crema anestésica diez minutos antes del tratamiento, ofrece ventajas:
- Hace desaparecer las patas de gallo, las arrugas del entrecejo y de la frente y eleva ligeramente las cejas hacia arriba, lo que da un aspecto más relajado al rostro.
- No precisa anestesia ni pruebas alérgicas.
- Se puede aplicar en cualquier época del año.
- Los resultados son visibles entre el tercer y quinto día y definitivos en quince días.
- Puede tener algunos efectos secundarios como pequeños hematomas que desaparecen en el transcurso de días o cefaleas y problemas derivados de una mala aplicación.
Precauciones con el botox
El botox no está permitido inyectarlo alrededor de la boca. Los odontólogos alertan de forma especial que el uso de esta toxina puede ser peligroso para la salud si se inyecta en otras partes del cuerpo que no sea la autorizada por ley. Advierten que el botox está reservado legalmente para ciertas indicaciones médicas y, con finalidad estética, para tratar las arrugas que se sitúan entre las cejas. Esto es así para evitar que se inyecte en zonas muy vascularizadas por las que puede introducirse en la sangre y pueda causar efectos perniciosos.
Datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) demuestran que se han registrado casos graves de debilidad muscular, disfagia, neumonía por aspiración e, incluso, casos mortales, todos relacionados con la diseminación de la toxina fuera del músculo donde se inyecta.
Este tipo de tratamiento solo pueden administrarlo profesionales de medicina que tengan formación adecuada; estos deben informar a los pacientes de los riesgos que comporta el tratamiento y tienen que saber que deben solicitar asistencia médica si aparecen efectos secundarios. Por ejemplo, el tratamiento no pueden recibirlo embarazadas, mujeres que se encuentren en época de lactancia, en pacientes que toman anticoagulantes y personas que sufren coagulopatías.
Usos no estéticos
La toxina botulínica (incolora, inolora e insípida), además del uso estético descrito, tiene varias aplicaciones clínicas. Una de las más conocidas es como relajante muscular y antiespásmico. La aplicación de toxina botulínica consigue grandes resultados en el tratamiento de distonias y espasmos provocados por compresión vascular de los nervios craneales.
También se le atribuye la capacidad de modular la hiperactividad neuronal para acabar con el origen de todo tipo de espasmos y tics convulsivos y dolorosos. Puede aplicarse también en pacientes que han sufrido un accidente vascular cerebral (ictus) para la espasticidad del brazo y de la pierna y para el tratamiento de hiperhidrosis primaria severa y persistente de la axila. En este último caso, la toxina inhibe las glándulas sudoríparas, responsables de la transpiración.
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