“Tengo amigos a los que ya no veo sin sus novias”: el eterno debate sobre cómo compaginar amistades y pareja
Irene y Pedro son pareja desde hace siete años. Se conocieron en un viaje a Irlanda cuando ambos tenían 20 años y, cuando volvieron a España, mantuvieron una relación a distancia durante un tiempo al vivir en distintas ciudades. Hace un par de años, cuando decidió opositar, Pedro se mudó a Madrid, ciudad natal de Irene. En ese momento comenzaron a vivir en la misma casa y, desde entonces, hacen casi todos los planes juntos. Ahora, los amigos y familia de Irene son los de Pedro, ya que sus allegados se quedaron en Badajoz.
“A mí me gusta que mi novio venga con mis amigos porque hemos estado mucho tiempo separados y, aunque a veces se queda en casa, me parece que juntar pareja y amistad es algo bonito. Ellos me han dicho que no les molesta que venga Pedro cuando vamos a tomar unas cervezas, al cine o de fiesta, aunque sea la única del grupo que haga este tipo de enlaces. De hecho, lo hago muy a menudo porque veo que se llevan muy bien y que, en este tiempo, ha encajado como uno más”, comenta Irene sobre la situación. Pedro dice sentirse fuera de lugar en algunas ocasiones, por lo que decide no ir, pero también le gusta estar con los amigos de Irene porque, la mayoría de veces, está muy a gusto.
Que existan amigos que cada vez que queden con su círculo lleven a sus parejas es algo habitual. En el caso de Irene y Pedro existe un acercamiento de personas con las que ella tiene distintas relaciones pero, según cuentan, es algo consensuado por todas las partes, por lo que cada uno se siente conforme y a gusto con esa unión y es capaz de expresarlo cuando no es así. Pero esto no siempre pasa. Existen personas que deciden no juntar a su pareja con sus amigos porque piensan que cada trato tiene su tiempo, y se dan otras ocasiones en las que puede existir un apego excesivo en una pareja, lo que hace que las líneas que separan los diferentes círculos se difuminen.
Samuel (pseudónimo) tiene un grupo de amigos desde la infancia. Ya tienen 27 años y siguen quedando casi todas las semanas porque viven en un barrio pequeño, al sur de Madrid, por lo que a la mayoría les resulta fácil verse casi a diario si cuadran horarios. Sin embargo, algunos de ellos tienen pareja desde hace varios años y, según Samuel, eso les ha hecho “cambiar la forma de relacionarse” y, en consecuencia, cambiar su amistad.
Tengo varios colegas a los que ya llevo unos años que o los veo con la novia, o no los veo. Han cogido la dinámica de bajar a la calle siempre de la mano con sus parejas y ya es imposible estar con ellos a solas
“Somos un grupo muy grande y siempre hemos estado bastante unidos. Sin embargo, tengo varios colegas a los que ya llevo unos años que o los veo con la novia, o no los veo. Han cogido la dinámica de bajar a la calle siempre de la mano con sus parejas y ya es imposible estar con ellos a solas. En los últimos meses hemos acabamos saliendo los que sí sabemos despegarnos de las parejas por un lado y los que están siempre con las novias, por otro. Yo respeto la forma que tiene cada uno de llevar una relación, pero la de algunos de mis amigos no la comparto porque pienso que están perdiendo mucho tiempo de calidad con sus amigos de toda la vida. Si no se dan cuenta, yo paso”, comenta Samuel.
Según el joven, las novias de sus amigos también se llevan bien pero, cuando están en grupo, estas parejas interactúan siempre en dúo: “Se sientan siempre el uno al lado del otro, se siguen a todas partes y si no están juntos no parecen ser los mismos”. Señala que, incluso, hay un mimetismo en su forma de ser porque visten igual y tienen las mismas opiniones sobre casi todo.
Cada pareja es un mundo, aunque en muchos casos los comportamientos con el entorno tienen líneas marcadas muy parecidas (...) No todas las parejas saben crear esas relaciones privadas y distinguidas
Para el psicólogo especializado en vínculos de pareja Sergio García Soriano, “cada pareja es un mundo, aunque en muchos casos los comportamientos con el entorno —sobre todo con las amistades— tienen marcadas líneas muy parecidas”. Explica que casi todas las parejas tienen una etapa pasional inicial en las que “el amor les ciega, haciendo que quieran pasar la mayoría del tiempo juntos”. Pero esta etapa pasa, dando lugar a otra en la que cada individuo tiene sus parcelas; sentimental, amistosa, familiar y laboral, entre otras. “No obstante, no todas las parejas saben —o quieren— crear esas relaciones privadas y distinguidas”, argumenta el psicólogo.
Cuando la pareja es un pack indivisible
El especialista explica que las situaciones como la de los amigos de Samuel se dan porque “hay personas que entienden las relaciones sentimentales entre dos como 'amor compañero', lo que hace diluir la individualidad de cada uno para acabar siendo un 'nosotros”. Y analiza que, en este caso, “las parejas ya no pueden concebir relacionarse de manera individual, sino que sienten que al haber encontrado una pareja ya no es necesario tener un espacio para el 'yo”.
El psicólogo divide este “amor compañero” en diferentes comportamientos según la capacidad de gestión de las emociones de cada miembro de la pareja y distingue diferentes causas por las que podemos ver que dos personas no se separan: “Puede que esta forma de relacionarse tenga que ver con que una de las personas tenga apego ansioso hacia su pareja. Es decir, sienten que son su talismán y que sin su pareja no están seguros. Si sucede que nuestra pareja no está presente nos sentimos irritados o inseguros, todo indica que debemos cambiar la dinámica de la relación y dar más espacio”, argumenta García Soriano.
Hay vínculos que están condicionados por la autoestima de una de las personas —o de las dos—, pudiendo quedarse en comportamientos relacionados con el apego ansioso o, en ocasiones, derivando en una patología de celotipia, según el psicólogo. Clara, una murciana de 28 años, vivió una relación con una persona con celotipia cuando era más joven. Su pareja en ese momento le comunicaba constantemente su necesidad de que estuviesen juntos, “si no le daba ansiedad porque sentía que no le quería”.
[Relacionarse en grupo con la pareja pero sin que esa persona esté al lado constantemente] es lo más general y lo más sano si queremos juntar las parcelas de amistad y pareja y que todo el mundo esté a gusto
“Me saltaba entrenamientos, clases y me escapaba de casa muchas noches porque mi ex decía estar pasándolo mal si no estaba con él en una situación normal. Según pasaba el tiempo, empezó a ponerme en esas situaciones cuando yo quedaba con mis amigas o con mi familia, teniendo que dejar todo para irme con él o con él y sus amigos sin yo querer estar ahí. Al final la cosa se puso muy fea y llegué a la conclusión de que todo lo hacía por celos. Hasta se llegó a poner celoso por hablar con sus propios amigos con él delante”, narra la joven.
García Soriano argumenta que, en este caso concreto, se trata de “una patología de una persona que toma el papel de vigilante y tienen que tener controlada constantemente a la otra persona: saber con quién habla, a quién sonríe, con quién tiene más relación y con quién menos. Se convierte en una observación milimétrica sobre lo que hace la otra persona. Los motivos son los celos al entorno de la pareja, creando una relación de sometimiento con el objetivo de moldear a esa persona como le conviene”, sostiene García Soriano, quien detalla que esta patología es muy común aunque es difícil que se reconozca “fuera de las consultas”.
Dentro de ese denominado “amor compañero” también estarían las parejas que acuden juntas a un determinado plan pero que saben relacionarse con los demás, sin tener que estar constantemente en dúo. Según el psicólogo, relacionarse en grupo con tu pareja pero sin que esa persona esté al lado constantemente “es lo más general y lo más sano si queremos juntar las parcelas de amistad y pareja y que todo el mundo esté a gusto en caso de que se haga de forma continuada”.
Le invité a mi casa y, cuando llamó al telefonillo, pregunté quién era y dijo: 'Nosotros'. En ese momento supe que venía con su novia y, la verdad, no me hizo ninguna gracia. Parece que van en un 'pack' y eso no mola
Es el caso de Sergio (pseudónimo) y sus amigos. Son un grupo de diez chicos, todos tienen entre 24 y 25 años y, de ellos, seis tienen novia desde hace tiempo. Sergio no tiene pareja pero dice sentirse cómodo con la situación: “Hay fines de semana que, si no nos quedamos los diez junto con sus parejas, no nos veríamos. A mi no me importa porque tenemos gustos parecidos y nos lo pasamos muy bien: vamos a la piscina, a cenar, de fiesta o simplemente a dar una vuelta por el parque y echarnos unas risas”. A diferencia del caso de Samuel, Sergio cuenta que entre la parejas de estos amigos han entablado una relación de amistad y que, de hecho, tienen un grupo de WhatsApp para hacer planes por separado.
Sin embargo, Sergio ha pasado por situaciones en las que no ha estado del todo a gusto en una de sus quedadas: “Un día dije por el grupo de amigos que si les apetecía venir a mi casa. Íbamos a pedir un kebab para cenar, pero faltaba Santi, así que le esperamos. Cuando llamó al telefonillo, pregunté quién era y dijo: 'Nosotros'. En ese momento supe que venía con su novia y, la verdad, no me hizo ninguna gracia. Siempre están juntos y a mí, en ese momento, me apetecía estar a solas con mis colegas. Parece que van en un pack y eso no mola”, explica Sergio.
El psicólogo especializado en relaciones aconseja que, en estos casos, los amigos expresen de forma verbal cuál es la incomodidad y sugiere poner un nombre a la quedada para marcar límites: “En estos casos siempre está bien que, a la hora de estar planificando, pongamos características previas a este encuentro en las que queremos estar con determinadas personas. Es decir, si no queremos herir a una persona porque la situación nos incomode y acabemos enfadados, siempre está la opción de decir 'Hoy comida de antiguos alumnos”, pone como ejemplo. Así queda claro de una forma más natural “cuál es el formato de ese plan y las personas que no corresponden a este”, explica García Soriano.
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