Es casi verano y el calor está cada vez más presente. Muchas personas se cuestionan este año si, a causa del coronavirus, podrán ir a las piscinas municipales a refrescarse sin que ello suponga un riesgo. Aunque es poco probable que el coronavirus se propague por contacto con el agua, según un informe del CSIC (no existen evidencias de que el SARS-CoV-2 pueda transmitirse a las personas a través del agua de piscinas, jacuzzis o spas), porque la desinfección con productos químicos como el cloro puede inactivar el virus en este medio.
Pero sí se mantiene el riesgo de transmisión con la interacción entre personas, en este caso, que acuden a la piscina. Por tanto, la experiencia de ir a la piscina este año será distinta a la que estamos acostumbrados hasta ahora.
Sin riesgo en el agua pero con medidas de seguridad
El Ministerio de Sanidad da algunas indicaciones sobre cómo debería ser la reapertura de las piscinas municipales a partir de la fase 2 del desconfinamiento. En primer lugar el aforo reducido, ya que se permite un máximo del 30% de la capacidad de la instalación siempre que se pueda respetar la distancia de dos metros entre bañistas.
Al aire libre, se prevé doblar la superficie por persona. Según el Protocolo para las instalaciones acuáticas de uso público de la Asociación Española de Profesionales del Sector de Piscinas (ASOFAP), los aforos de las piscinas de uso público suelen calcularse a partir de 2-4 m2 de lámina de agua por bañista, en función de la comunidad autónoma.
El socorrista o la persona que designe el responsable es quien controlará el número de bañistas que entran y salen. Si es posible, estos lo harán a través de dos puertas distintas (una para entrar y otra para salir) para evitar cruces. Estas medidas son indicativas y dependerán de cómo sea la piscina, dejando la puerta abierta a que sean más restrictivas si no se puede asegurar el distanciamiento social.
También deberá haber espacios delimitados: los usuarios deberán permanecer en un perímetro determinado para garantizar la distancia de seguridad de, al menos, dos metros. Podrán encontrarse con señales en el suelo que delimiten los espacios. Ningún objeto (toallas, cremas del sol, calzado, mochilas, etc.) podrá salir de su perímetro ni entrar en contacto con otros objetos que no sean suyos.
Según el protocolo de ASOFAP, debería prohibirse el uso de tumbonas o hamacas o, en caso contrario, garantizar que cumplen con la distancia de dos metros, que no se comparten y que se desinfectan después de usar. También proponen el uso de fundas desechables o la obligación de usar una toalla para tapar la tumbona.
Tampoco habrá zonas de juego. En un principio, y hasta que la fase de desescalada no lo permita, se precintarán las zonas deportivas y las de juego, como toboganes. Tampoco es recomendable el uso de material de juego susceptible de ser compartido como pelotas. Por otro lado, el servicio de hostelería, si hay, deberá seguir los protocolos correspondientes a este sector.
Énfasis en la higiene
Sanidad pone especial énfasis en la higiene: los usuarios dispondrán de sistemas de desinfección de manos a la entrada de las instalaciones y se recomienda usar un calzado exclusivo para dentro de la piscina. En el interior de la piscina, los usuarios deberán ducharse antes y después de usar la piscina (se calcula que enjuagarse en la ducha durante un minuto ayuda a eliminar buena parte de residuos en el cuerpo).
Es recomendable el uso de gafas. A los bañistas también se les dará una bolsa de plástico para que depositen el material desechable y la dejen al salir en un cubo de basura con tapa y pedal. Se recomienda a los usuarios de la piscina lavar los bañadores y las toallas al llegar a casa para eliminar posibles bacterias o virus. También se recomienda ventilar muy bien los espacios cerrados como vestuarios y baños porque la ausencia de ventilación y la aglomeración de gente son factores de riesgo que favorecen la transmisión del virus.
Las condiciones de Sanidad hacen especial hincapié en la limpieza y la desinfección de superficies y zonas comunes para evitar la propagación del virus y también en el control del agua. En concreto, en mantener una correcta regulación del pH para garantizar una desinfección eficaz. Para ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) admite que una concentración residual de cloro superior o igual a 0,5 mg/l en el agua de piscina durante 30 minutos con un pH inferior a 8 basta para eliminar virus como el SARS-CoV-2.
Debe tenerse en cuenta que el riesgo de contagio en las piscinas no procede del agua, sino de que se mantenga o no la distancia de seguridad. Los protocolos de Sanidad no hacen referencia a la mascarilla, pero la Orden SND/422/2020 obliga a usar la mascarilla a personas mayores de seis años en espacios abiertos al público en los que no se pueda mantener la distancia de dos metros entre personas.
Atención al baño en ríos y pozas
No es lo mismo ir a la piscina que bañarnos en el río. Según el informe del CSIC antes citado, la supervivencia del SARS-CoV-2 en agua de ríos y lagos de agua dulce y no tratada puede ser “superior a la que se produce en piscinas y en el agua salada”. En estudios hechos con coronavirus similares al actual se ha demostrado que estos siguen siendo infecciosos durante un tiempo en ambientes naturales de agua dulce y que la temperatura del agua tiene que ver con esta supervivencia.
Por tanto, aquí sí deberían acentuarse aún más las medidas para evitar aglomeraciones y extremar la precaución. Los expertos desaconsejan estos lugares en relación con alternativas como la piscina o la playa. En cambio, y de acuerdo con el informe, no hay suficiente información científica sobre la capacidad del virus de permanecer infeccioso en el agua salada, quizás por el efecto biocida del cloruro sódico.
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