El futuro es una gran incógnita. Si siempre lo es, mucho más ahora, en medio de una crisis que ha puesto patas arriba nuestra vida cotidiana y de la que, aunque estemos en pleno proceso de desescalada, falta mucho para salir. Sin embargo, algo de cómo será el mundo pos-COVID-19 sí se puede prever. Por ejemplo, cómo serán las oficinas y otros espacios de trabajo cuando llegue la así llamada nueva normalidad.
Tal como sucede con los bares y restaurantes y muchos otros espacios públicos, todavía no existe una normativa que establezca qué condiciones deberán cumplir las oficinas cuando lo peor de la pandemia haya pasado. Pero sí está claro que, a la espera de una vacuna o tratamientos efectivos contra la enfermedad, los espacios laborales tendrán que adaptarse a las medidas de seguridad y, por lo tanto, presentarán muchas diferencias con respecto a cómo eran hasta hace apenas unos meses.
Empresas como la consultora inmobiliaria Colliers International trabajan desde hace semanas en planes de Back to the Office, es decir, regreso a la oficina, planificando “intervenciones a nivel físico, técnico y operativo” con el fin de “diseñar la vuelta segura y eficiente al trabajo”. Una vuelta que probablemente se produzca de manera gradual y que no alcanzará la nueva normalidad sino hasta septiembre, cuando en teoría también los niños volverán a la escuela. A partir de esos planes e informes, a continuación se enumeran algunas de las principales características que tendrán las oficinas y el trabajo en la pospandemia.
1. Más teletrabajo, menos gente en la oficina
Para poder respetar la distancia social, una de las principales medidas para reducir el riesgo de contagio del virus, será necesario reducir el aforo de las oficinas a un 40-50 % de su capacidad anterior. De este modo, en cada mesa o espacio deberán trabajar no más de la mitad de las personas que las ocupaban antes, de manera tal que entre unos y otros se puedan mantener los necesarios dos metros de seguridad.
En este sentido, el trabajo a distancia desempeñará un rol fundamental. Hasta antes de la llegada del coronavirus a Europa, el teletrabajo en España era practicado solo por el 2,5 % de los asalariados de forma habitual y por otro 1,7 % de manera ocasional. Sin embargo, durante las semanas de confinamiento hasta el 34 % de los trabajadores cumplieron sus labores desde sus casas, de acuerdo con un estudio del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.
De todas formas, será imprescindible la organización del teletrabajo. Por necesidad, fue implementado casi de repente cuando el Gobierno decretó la cuarentena, pero se deben tener en cuenta elementos como que no todo el mundo tiene en su casa los espacios, los materiales o incluso las sillas adecuadas para realizar sus tareas. Como ha señalado Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud y Nuevas Realidades del Trabajo de CCOO, en un artículo en eldiario.es, la implantación del teletrabajo debe ser “controlada, regulada y con garantías” para que se respeten todos los derechos de los empleados.
2. Turnos para evitar aglomeraciones en los accesos
Además de reducir el número personas que acudan a una misma oficina o un mismo edificio, se deberá procurar que las que lo hagan no entren o salgan todas al mismo tiempo. Por eso, es probable que se implementen horarios escalonados de entrada y salida, e incluso turnos: que haya quienes trabajen en la oficina por la mañana y otros que asistan por la tarde. De esta manera, por otra parte, muchos trabajadores podrían comer en sus casas, resolviendo -al menos en parte- el problema de respetar la distancia en los espacios destinados a la comida.
3. Gel, mascarillas y otros protocolos de seguridad
Se deberán cumplir las medidas de seguridad elementales contra el contagio del coronavirus, como la ya citada distancia y el uso de mascarilla. Además, el gel hidroalcohólico estará tan presente en los edificios (junto a las puertas, en los pasillos, etc.) que casi ha de ser parte de la arquitectura, como los extintores de incendios. Tomar la temperatura de cada persona que entra al edificio, por medio de termómetros sin contacto, podría evitar la presencia de personas con riesgo de estar infectadas con el virus. A este respecto la AEPD ha mostrado su preocupación respecto al respeto derecho a la privacidad.
Otra forma de protección pasaría por el uso, en la mesa de trabajo, de manteles de papel -como en algunos restauranes- que deberán ser desechados al finalizar la jornada. Otros cambios en la arquitectura pasarán también por la instalación de carteles en las paredes y pegatinas en el suelo, que indicarán desde los sitios donde habrá que pararse hasta círculos en torno a los puestos de trabajo, siempre para respetar las distancias.
En los casos en que sea posible, se establecerán pasillos de dirección única, para evitar de esa manera contactos accidentales. Si esto resulta impracticable, existirá la opción de señalizar zonas de espera en los pasillos, donde una persona podría aguardar hasta que la otra pase en dirección opuesta, garantizando de esa forma la distancia prudencial.
4. Tecnología sin contacto
Dadas las características del virus, que se transmite por el contacto con superficies, el objetivo será ir hacia oficinas y edificios donde tocar cosas sea cada vez menos necesario. Las puertas manuales deberán ser cambiadas por automáticas, los accesos tendrán que dejar atrás la tecnología de reconocimiento por huella digital y pasar al reconocimiento facial u otro similar, y lo mismo los ascensores (con control por voz), fotocopiadoras y otros espacios que siempre han dependido del contacto directo con la piel humana.
5. Ascensores con uso limitado
Además de dejar de marcar la planta de destino con los dedos, habrá otros cambios en esos espacios tan emblemáticos de los edificios de oficinas como son los ascensores. Para respetar la distancia de seguridad, su capacidad se verá reducida de manera drástica: donde antes viajaban diez o quince personas, ahora podrán hacerlo solo dos o tres.
Por eso, se estimulará el uso de las escaleras, al menos para acceder a las primeras plantas. También se ha de promover el uso de aplicaciones para teléfonos móviles que permitan saber cuándo el ascensor está libre y cuándo ocupado. Por supuesto, en las filas de espera de los ascensores también tendrá que haber dos metros de distancia entre cada persona.
6. Más frecuencia en la limpieza y mejor ventilación
Los turnos de limpieza y desinfección, en particular en los servicios y otros espacios comunes, serán más frecuentes, para reducir todo lo posible los riesgos de contagio. Y se prestará más atención a la calidad del aire, para lo cual será clave la ventilación de los espacios y -sobre todo en los edificios o las plantas cuyas ventanas no se puedan abrir- la utilización de equipos de aire acondicionado con filtros HEPA y eventualmente también de purificadores de aire.
Muchos expertos señalan que, así como en la actualidad los acondicionadores de aire informan de la temperatura y la humedad relativa en el ambiente, en el futuro tales dispositivos también incluirán una medición de la calidad del aire.
7. Reuniones reducidas
En cada reunión deberán respetarse, desde luego, todas las medidas de seguridad. Pero además será importante limitar las reuniones de carácter presencial para los casos en que se consideren realmente necesarias. Todo lo que pueda ser resuelto por teléfono o a través de videoconferencias, se procurará que sea de esa forma.
Mucho más cuando se trate de recibir a personas externas a la oficina o de traslados para reuniones en otros sitios o incluso otras ciudades: lo mejor evitarlo, siempre que se pueda. Al menos, merece la pena insistir con esta aclaración, hasta que haya una vacuna o un tratamiento cuyo eficacia reduzca el riesgo que hoy por hoy el coronavirus representa.
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