Es la época en que, poco a poco, el verano se marcha y se acercan el otoño y los primeros resfriados. Y si bien la campaña contra la gripe comienza de manera oficial en octubre, mucha gente trabaja ya desde hace varios meses en la elaboración de la vacuna. En marzo de este año, de hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer sus recomendaciones acerca de cómo debe estar compuesta la vacuna contra la gripe este otoño en el hemisferio norte.
La elección de los componentes para la vacuna contra la gripe
La vacuna antigripal más común es la trivalente, es decir, que inmuniza contra tres variantes de la enfermedad. De acuerdo con la OMS, la de este año debe incluir las siguientes cepas (o similares):
- A/Michigan/45/2015 (H1N1)pdm09
- A/Hong Kong/4801/2014 (H3N2)
- B/Brisbane/60/2008.
Esto quiere decir que es parecida a la del año pasado, con una diferencia: la variante A/Michigan/45/2015 sustituye a la A/California/7/2009. Ahora bien, ¿cómo se eligen estos componentes, y por qué son estos y no otros?
El virus de la gripe muta con mucha frecuencia. Por eso, la tarea de los expertos de la OMS consiste en vigilar sus variaciones alrededor de todo el mundo y tratar de prever cómo se modificará y saber cuál será la cepa predominante en el futuro inmediato. De esa forma, la vacuna se puede adelantar a ese cambio y la capacidad de prevención es mayor. No siempre aciertan, desde luego, y por eso la eficacia de la vacuna no es total, sino que se sitúa en torno al 50-60 % “en el mejor de los casos”, según la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH).
La vigilancia se ejerce durante todo el año, ya que mientras estamos en verano en el hemisferio norte es invierno en el sur. De hecho, la OMS emite sus recomendaciones dos veces al año: en marzo para este lado del mundo y en septiembre -es decir, en estos días- para Sudamérica, el África subsahariana y Oceanía.
Hacia una vacuna universal
Desde hace tiempo, los científicos trabajan en la búsqueda de una vacuna universal contra la gripe, es decir, una fórmula que actúe contra todas las cepas de la enfermedad. En 2011, especialistas de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido, probaron por primera vez en seres humanos una técnica que ataca distintas partes del virus y, por lo tanto, sería útil contra sus diferentes variaciones. Luego, en 2015, dos grupos de investigadores sin relación entre sí analizaron en animales el éxito de nuevos desarrollos.
Una vacuna universal contra la gripe no solo aumentaría la eficacia de la prevención, sino que evitaría la enorme inversión económica que la investigación de las cepas predominantes exige cada año. De todos modos, si bien los resultados fueron auspiciosos, los científicos expresaron su cautela, ya que el camino hacia la vacuna universal contra la gripe es largo y queda mucho por recorrer. “Todavía estamos lejos de tener mejores vacunas contra la gripe para los seres humanos”, señaló Sarah Gilbert, investigadora de la Universidad de Oxford.
Tipos de gripe y de vacunas
Hasta que la ciencia no dé con la receta para una vacuna universal contra la gripe, no quedará otra opción que persistir con la técnica actual: la vigilancia que procura de determinar cuáles serán las cepas que predominen en la próxima temporada de fríos. El año pasado, según datos de la OMS, el virus más extendido fue un A(H3N2), en coincidencia con la cepa incluida en la vacuna.
Existen tres tipos de gripe: A, B y C. Los dos primeros dan lugar a formas epidémicas, mientras que el tercero tiene, por lo general, efectos subclínicos (es decir, sin manifestaciones evidentes). Por eso, las vacunas apuntan a los dos primeros, el A y el B, y eso es lo que indica la letra con la que comienza la denominación de cada cepa. Distintas cepas de la variante A (H1N1) han sido las responsables de la llamada gripe española -que causó una pandemia en 1918 y dejó un saldo de al menos 20 millones de muertos- y de las gripes aviar, porcina y bovina.
Además de la vacuna trivalente, también existe la tetravalente: a las cepas de la primera se añade una cuarta. Este año, la recomendada por la OMS para ocupar ese cuarto lugar es la B/Phuket/3073/2013. De esta forma se inmuniza el otro linaje común de la gripe tipo B, lo que significa, como es lógico, que la protección es mayor. Pero esta clase de vacuna todavía está poco extendida. En España, solo existe en versión intranasal (no se inyecta, sino que se pulveriza en las fosas nasales). Las comunidades autónomas españolas siguen optando, por lo general, por las trivalentes.
Quiénes se deben vacunar contra la gripe
La población diana de la vacunación antigripal está conformada por:
- Las personas mayores de 65 años, en particulares aquellas que viven en instituciones cerradas.
- Las mujeres embarazadas.
- Niños mayores de 6 meses y adultos con enfermedades crónicas cardiovasculares o pulmonares.
- Niños mayores de 6 meses y adultos con enfermedades metabólicas.
- Niños mayores de 6 meses y adultos con obesidad mórbida.
- Niños mayores de 6 meses y adultos con insuficiencia renal.
- Niños mayores de 6 meses y adultos con enfermedades neuromusculares graves.
Sin embargo, con el fin de reducir el impacto de la gripe, la recomendación de aplicarse la vacuna no se limita a los grupos de riesgo, sino que alcanza también a las personas cercanas a miembros de esos grupos, para disminuir la probabilidad de contagio.
El Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud (SNS) ha sugerido también, a través de un comunicado, la vacunación de los profesionales sanitarios y de las personas que, “por su ocupación, proporcionan servicios esenciales en la comunidad”, como policías, bomberos, servicios de protección civil, trabajadores de instituciones penitenciarias, etc. También se aconseja la aplicación de la vacuna a las personas “expuestas a virus aviares o porcinos”, es decir, trabajadores agrícolas o que están en contacto con aves silvestres.
Sin embargo, según Francisco Botía, presidente de la SEMPSPH, solo tres de cada diez profesionales sanitarios se vacunan contra la gripe. ¿Por qué? No está claro, pero el especialista menciona dos posibles causas: carecer de factores de riesgo y el hecho de que la eficacia de la vacuna no sea del 100 %.
“El objetivo para la temporada 2017-2018 -afirma el documento del SNS- es alcanzar o superar una cobertura de vacunación del 65 % en el grupo de edad mayor o igual de 65 años y superar una cobertura del 40% en el grupo de profesionales sanitarios”.
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