“El amor es como una amistad en su máxima expresión”, afirmaba hace unas semanas el escritor Henrik Karlsson en una entrevista en la newsletter literaria Bookbear Express al respecto de su nuevo ensayo Looking for Alice, que trata sobre cómo el autor sueco encontró a la que ahora es su esposa.
En la entrevista, Karlsson hablaba sobre la importancia que para él tiene la existencia de un contexto cultural compartido entre las parejas. “A ella le gustaban los libros, teníamos amigos en común, conocíamos a los mismos poetas”, afirmó hablando de su propia relación. En este sentido es en el que el autor comparaba al amor con una amistad al rojo vivo.
Este argumento le llevaba a señalar que el mayor problema que él ve en las aplicaciones para encontrar pareja es la falta de contexto compartido que habitualmente se da en ellas. Muchas veces, según el escritor, no tenemos cosas en común con las personas con las que hacemos match y eso complica mucho que podamos profundizar en una nueva relación.
Pero aunque Karlsson da sus motivos con mucha convicción, ¿es el amor realmente como una amistad a lo bestia? Las opiniones son diversas. El amor suele vivirse muchas veces como una fuerza capaz de mover montañas, de arrasar con todo lo que se cruza en su camino. Es, socialmente, un tipo de relación que se ha priorizado tradicionalmente por encima de otras. ¿Podemos comparar eso con una amistad?
Parece un tema importante cuando, según datos del CIS en la Encuesta sobre relaciones sociales y afectivas en tiempos de pandemia de la COVID-19, realizada en 2021, el 75,7% de los españoles afirma tener pareja y más de un 50% dice creer en el amor para toda la vida.
Nayara Malnero, psicóloga, sexóloga clínica y divulgadora sobre temas sexuales a través de su canal de YouTube Sexperimentando, dice al respecto a elDiario.es: “No creo que el contexto cultural, los amigos, ni nada de eso sea tan importante como los intereses y los valores compartidos. Una pareja que no comparte valores vitales no durará mucho”.
No creo que el contexto cultural, los amigos, ni nada de eso sea tan importante como los intereses y los valores compartidos. Una pareja que no comparte valores vitales no durará mucho
La psicóloga se refiere a cosas como que uno quiera tener hijos y otro no, el lugar en el que desean vivir, cómo prefieren pasar su tiempo libre o cómo quieren gestionar las cosas del día a día. “Existen muchas parejas de contextos culturales muy diferentes que funcionan y a las que les va fabulosamente”, explica. “Por otro lado, muchas cosas son negociables. A ti te va el mar y a mí la montaña, bueno, pues negociamos y vamos cada año a un sitio, por ejemplo. Pero luego hay una serie de cosas no negociables, que normalmente no verificamos al inicio de la relación y que, sin embargo, son las más importantes y las que aseguran el éxito o el fracaso de la misma”.
La especialista recuerda una frase del psicólogo estadounidense David M. Buss, de su libro La evolución del deseo, que dice que “lo exótico se vuelve erótico”. Y eso es lo que ocurre muy a menudo según ella: “La princesa Fiona se enamora de Shrek, pasa muy a menudo. Lo que es diferente nos resulta atractivo. Nos puede dar un poco de miedo pero también aquello que nos da miedo nos resulta excitante, apasionante e interesante”, sostiene.
Respecto a las aplicaciones para ligar, Malnero sí que cree que el contexto cultural está presente de manera crucial. Para ella, los problemas de estas apps son otros: “Yo tengo una amiga que usa mucho Tinder y tiene un truco para ver si tiene algo en común con las personas con las que hace match”, señala. “Se fija en la canción favorita de la otra persona, en si ha colgado fotos en la naturaleza o escalando, o si habla de algún libro o un videojuego para ver si encaja con las cosas que a ella le gustan. Me parece una buena manera de chequear si tienes algo en común con la otra persona. De hecho, a mis pacientes les recomiendo que muestren en esas apps todo lo que puedan de su contexto cultural, no sus datos personales, pero sí su contexto, porque así atraerán a personas más afines”.
Para la psicóloga, el principal problemas de estas apps radica en que “cuando conocemos una persona en la calle vemos cómo se mueve, cómo se expresa… No vemos una imagen estática como en estas aplicaciones”, explica. “Por eso también muchas de ellas ahora están incorporando el vídeo. Luego también está el tema de que, tanto en ellas como en las redes sociales, nos olvidamos de que seguimos siendo personas, que nos debemos respeto las unas a otras y hacemos cosas que nunca haríamos en la calle. Como de repente darme la vuelta y dejar de hablarte, bloquearte, eliminarte de todo de un día para otro. Somos maleducados y se nos olvidan las normas éticas y morales más básicas. Ese es otro de los problemas. Y finalmente que hay tanta, tanta, tanta oferta que nos nublamos”.
Qué hace que una pareja funcione
Para la psicóloga existen una serie de condiciones que hacen que las parejas funcionen. “En primer lugar, que sea una relación igualitaria”, dice. “Estamos en un contexto en el que ya no tienen sentido las relaciones que no son entre dos iguales. Una pareja tiene que respetarse, admirarse, confiar al cien por cien en la otra persona. Ambos miembros tienen que poder estar totalmente relajados y ser ellos mismos. Tiene que haber una parte erótica o de intimidad a distintos niveles. Una relación de pareja se distingue de una amistad precisamente por esa esfera íntima, erótica. Y finalmente es clave que haya una buena comunicación y una buena negociación. Fuera de esto, hay cosas interesantes pero que no son estrictamente necesarias”.
“Todo esto se puede trabajar”, apunta Malnero. “El problema es que nadie nos enseña ni a gestionarnos emocionalmente a nosotros mismos, ni mucho menos a gestionar una relación de dos. Ni a llevarnos mejor, ni a comunicarnos, ni a negociar con los demás. Tenemos la creencia de que las relaciones fluyen porque fluyen, por arte de magia y especialmente las relaciones de pareja. Como si mantener una casa, pagar una hipoteca, criar unos hijos, etcétera, se fuera a hacer solo simplemente porque nos llevamos bien y nos queremos”.
¿Hay una persona para todo el mundo?
“Por muy bonito que suene decirlo y escucharlo, no. No tiene por qué haber una persona para todo el mundo”, dice la psicóloga. “Por estadística las probabilidades señalan que sí, pero hay muchas variables en juego. No tenemos que dividir el mundo de dos en dos”.
Malnero cree que hay muchos factores en juego, pero que hay personas que no tienen por qué generar especial interés en los demás y otras que al revés. “Hay personas que aportan mucho valor al mundo, a los otros, que se cuidan mucho, que son muy interesantes y que precisamente porque son interesantes para sí mismos lo son para muchas otras personas”. En términos generales, “sí que puede haber alguien para cada persona, porque así es el ser humano y tendemos a juntarnos, pero tenemos que desterrar un poco la idea esa de que el mundo está dividido en parejas que se tienen que juntar y que algún día alguien llegará a nuestra vida. Eso es de Disney, no del mundo real”, concluye.