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Se denomina escoliosis a la desviación de la columna vertebral. Vista de frente o desde detrás, la columna de las personas con este problema, en lugar de verse como una vertical recta, está curvada en forma de letra S o bien combada como una C.
Los estudios científicos apuntan que la escoliosis afecta a alrededor del 2% de la población general. Sin embargo, la mayoría de los casos -nueve de cada diez- son leves y no generan mayores inconvenientes. Basta con realizar revisiones periódicas para que el médico compruebe que la desviación de la columna no se ha agravado.
En la mayor parte de las ocasiones, además, las causas concretas del problema se desconocen, por lo que se habla de escoliosis idiopática. “Los estudios más recientes hablan a favor de una predisposición genética en el desarrollo de las curvas”, apunta un trabajo realizado por expertos del Hospital Universitario Quirón, de Madrid. Se estima que alrededor del 30% de los casos son de raíz hereditaria.
Sí están claras las causas de la escoliosis cuando son neuromusculares: el trastorno aparece como síntoma secundario de enfermedades más graves, como la espina bífida, parálisis cerebral o atrofia muscular espinal, o bien de algún trauma físico. No obstante, hay que tener presente que no se origina por malas posturas corporales.
Consecuencias de la escoliosis
Lo común es que el problema aparezca en la adolescencia, periodo durante el cual el crecimiento del cuerpo se acelera. Por eso, su forma más común se llama escoliosis idiopática del adolescente.
En ese momento de la vida la escoliosis no genera dolor, como explica un documento de la Clínica Mayo, de Estados Unidos. ¿Cuáles son sus síntomas y señales? Sobre todo estéticas: una asimetría corporal que se manifiesta en un desnivel entre los hombros, la cintura o la cadera o la sensación de que una pierna es más larga que la otra.
Pero esas consecuencias estéticas pueden tener importantes consecuencias a nivel psicológico y emocional, sobre todo en la autoestima. Hay que tener en cuenta que se trata de una etapa en la cual la imagen y la aceptación social son claves. Por lo tanto, se pone en juego la calidad de vida de la persona.
Además, en las escoliosis de mayor gravedad, los problemas no se limitan a la apariencia. Una desviación muy pronunciada de la columna también puede deformar la caja torácica y hacer que esta ejerza una presión sobre los pulmones. El resultado son diversos problemas respiratorios.
¿Cómo y cuándo conviene detectarla?
En general, dado que el problema surge sobre todo en la adolescencia, los expertos recomiendan hacer una evaluación clínica alredor de los diez u once años. La exploración inicial consiste en la observación del niño o niña para detectar la posible existencia de una asimetría en sus hombros, omoplatos, piernas, etc.
Un resultado más específico se obtiene a través del test de Adams, una prueba que consiste en que la persona se coloque erguida, con los pies juntos, las rodillas estiradas y los brazos extendidos hacia delante, con las palmas en contacto, y luego lleve el torso hacia abajo, como si quisiera levantar algo del suelo.
Colocado detrás, el médico observa en busca de posibles desniveles en la columna, los hombros, los omoplatos o las caderas, alguna costilla más prominente que las otras o una falta de alineación entre la cabeza y la pelvis.
Hasta hace unos años, la mera observación de una de estas disparidades era motivo para la realización de una radiografía o incluso para iniciar un tratamiento. Sin embargo, esto fue motivo de controversia en los primeros años de este siglo, debido, sobre todo, a que el test de Adams da lugar a una cantidad importante de falsos positivos.
Por lo tanto, muchos niños y niñas se exponían de manera innecesaria a los rayos X, los cuales -por acumulación- pueden terminar generando perjuicios. Lo que ahora se recomienda es “ajustar más las indicaciones”, explican los expertos del Hospital Universitario Quirón.
Grados y tratamientos
Con ese objetivo, “se emplea un inclinómetro o escoliómetro de Bunnell, que indica o mide la inclinación del tronco”. Este instrumento -similar a un transportador para medir y trazar ángulos sobre el papel- se coloca sobre la espalda y permite establecer la magnitud del desnivel.
Si el ángulo es menor a 25 grados, no requiere de ningún tratamiento, aunque sí de observaciones periódicas para confirmar que el problema no se agrava. En cambio, si el ángulo es mayor a 25 grados (y hasta 45), el tratamiento recomendado es el uso de un corsé, un dispositivo de inmovilización que corrige la desviación o al menos evita que se profundice.
El citado estudio de los científicos madrileños indica que, cuando el ángulo de la escoliosis supera los 25 grados, si no se toman medidas, hay un 68,4% de probabilidades de que la desviación aumente hasta los 30 grados o más cuando el cuerpo alcance la madurez esquelética.
En cambio, si en el momento el diagnóstico la inclinación ya supera los 45 grados, lo recomendado es la cirugía. Esta consiste en la instalación de unos tornillos en las vértebras y luego unas barras que unen esos tornillos y permiten modificar su posición (de forma similar a como los aparatos de ortodoncia ajustan la posición de los dientes).
Consecuencias de la escoliosis en la vida adulta
Como se ha señalado, en la mayor parte de los casos, durante la adolescencia y casi toda la vida adulta, la escoliosis representa sobre todo problemas estéticos, que pueden afectar de diversas maneras la calidad de vida de la persona. Sin embargo, en la última etapa de la vida la cuestión se agrava: los adultos mayores con escoliosis sufren dolor.
Eso se deriva del hecho de que “la desviación, junto con los cambios degenerativos, puede comprimir estructuras neurológicas, provocando dolor de espalda y de otras zonas, como las extremidades inferiores”. Así lo explican un artículo del Instituto Clavel, con sedes en Barcelona y Madrid.
En adultos, el corsé ya no es una opción: cuando el cuerpo ya no está en desarrollo, esta clase de dispositivo no evita que la evolución de la curvatura continúe. A esta altura de la vida, por lo tanto, las opciones conservadoras para paliar el dolor son la medicación y los ejercicios terapéuticos de fisiología.
Pero en los casos graves (aquellos cuyo ángulo sea mayor a 45 grados) se debe valorar la opción de una intervención quirúrgica. El problema es que puede haber otras dolencias -o simplemente el estado de salud general, a causa de la edad- que desaconsejen la operación.
Es por eso que la detección temprana, el control de su evolución y, en caso de ser necesario, el tratamiento de la escoliosis el momento oportuno resultan fundamentales para el cuidado de la calidad de vida en todas sus etapas, sobre todo las últimas.
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