Queremos conocer más datos sobre este caso
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Se implanta por la vagina sin anestesia, con una pistola que penetra hasta el inicio de las trompas de falopio y lo dispara para que quede encajado ahí. Es un filamento en apariencia inofensivo de titanio, níquel y otros metales minoritarios con fibras textiles. El Essure, una vez en su lugar, provoca una fibrosis en las trompas, de modo que estas se obstruyen y la mujer ya no puede quedarse embarazada.
Sin dolor, sin quirófano, sin hospitalización. Una revolución. Esta es la teoría y también la realidad para muchas mujeres en el mundo, aunque no para todas. A algunas el Essure no les encaja bien, o se mueve, o les perfora las trompas o bien les provoca reacciones supuestamente alérgicas o autoinmunes que les generan gran dolor, fiebres, infecciones, sangrados fuera de los días de regla, etc. Entonces hay que quitar el dispositivo y llega el desacuerdo.
“En octubre de 2005 hicieron el primer intento de implantarme el Essure en el Hospital de Cruces de Bilbao; creyeron que habían fallado y el implante no había salido de la pistola, pero en realidad sí salió. En 2006 me colocaron dos nuevos implantes y el que ya estaba en una de las trompas, parece que se desplazó al intestino; no saben si perforó el intestino o dónde está exactamente, así que me han dicho que me pincharán y según donde esté verán qué hacen”.
La que da este escalofriante testimonio es Carol Hernández, de Ermua, cuya experiencia con el dispositivo anticonceptivo que comercializa Bayer ha sido desastrosa. Tras años de ir de médico en médico para descubrir el origen de sus malestares, concluyó que solo podían deberse al Essure, y a pesar de la resistencia de los ginecólogos a aceptar esta hipótesis, pidió que se los extrajeran.
Ahora Carol está en lista de espera, como otras mujeres, víctimas de la mala suerte de ser de las pocas -“es como si te hubiera tocado la lotería pero al revés”, dice una de ellas- a las que este sistema de esterilización no les ha funcionado. Carol se someterá al método conocido como salpingectomía bilateral por laparoscopia, en el que mediante incisiones abdominales le cortarán las trompas de falopio. Las mismas serán extraídas después por la vagina.
Se pregunta qué sucederá con ese tercer implante que los ginecólogos de Cruces no saben muy bien dónde anda y ha pedido que contemplen la posibilidad de abrirla por cesárea para hacerle una histerectomía, es decir que además de las trompas le quiten el útero: “lo que sea con dejar de padecer estos dolores”.
“Ambos métodos, tanto la salpingectomía bilateral por laparoscopia como la histerectomía están contemplados en el protocolo de la SEGO; el problema principal es que también lo está la histeroscopia, que consiste en entrar por la vagina sin anestesia y tirar de las trompas para sacar los implantes, lo que nos parece una salvajada en sí mismo y también porque puede romperse el Essure y crear desgarros”, dice Silvia del Moral.
A Silvia le practicaron la salpingectomía bilateral por laparoscopia en Cruces en 2011 con éxito -“con la extracción del Essure se fueron todos los problemas”-, pero advierte que su caso no es la norma: “sé de algunas compañeras a las que al cortar las trompas el médico rompió el dispositivo y quedaron restos; o bien ya estaba roto y no se pudo sacar entero”. En estos casos los síntomas persisten y hay que pasar a la siguiente fase: la histerectomía.
Este vídeo muestra los testimonios de varias mujeres para las que Essure ha sido una pesadilla en lugar de un remedio (inglés).
“Una histerectomía, aunque es lo que recomiendan las afectadas de Estados Unidos, son palabras mayores, ya que el vaciado puede provocar síntomas propios de la menopausia y depresiones; piensa que yo tengo 44 años, pero sé de chicas de 33 a las que les ha ocurrido”. Silvia también asegura que dentro de la propia SEGO tampoco hay demasiado acuerdo sobre el método adecuado de extracción.
Ha oído hablar de que en el Hospital General de l'Hospitalet, en Barcelona, el doctor Enric Cayuela practica una extracción diferente, en la que se preservan las trompas. Se lo comentó a su ginecólogo y este se limitó a decirle que “cada cocinero cocina como quiere”. También le han comentado que en el último congreso de la SEGO algunos médicos se quejaron de que Cayuela se saliera del protocolo comentando que “en Cataluña, como siempre, van a la suya”. “Ojalá yo hubiese sido catalana”, comenta, “así habría conservado mis trompas”.
A Gema Parra, veterana entre las afectadas y muy activa a nivel reivindicativo, le implantaron hace diez años el Essure en el Hospital de Basurto. Había tenido gemelos y no quería más hijos, por lo que pidió que le practicaran una ligadura de trompas. Le propusieron el Essure, un método entonces novedoso que llevaba solo tres años practicándose en España.
No le funcionó y sus menstruaciones comenzaron a ser mucho más abundantes y muy dolorosas. “Incluso tenía fiebre”, apunta. Tras años de investigación llegó a la conclusión de que la causa de sus males tenía que ser el Essure: “ya había tenido alergia al DIU en su momento y por tanto es bastante posible que tuviera alergia también a alguno de los componentes del Essure”.
Pidió que se lo quitaran y le practicaron la salpingectomía bilateral por laparoscopia para extraerle las trompas con el Essure, “pero el dispositivo estaba pelado, había perdido las fibras textiles que lo recubren y que se quedaron en mi útero; la función de las fibras es provocar la reacción inflamatoria de las trompas y al dispersarse por mi útero, están creando ahora inflamaciones que me provocan muchos dolores”. A Gema tendrán que practicarle ahora una histerectomía.
“La sensación que da todo este asunto de los sistemas de retirada, donde no está claro de momento cuál es el adecuado, es que se va improvisando sobre la marcha, que aquí ni se ha investigado antes ni se investiga ahora”, opina Mercè Piera, la médico, ex asesora de empresas farmacéuticas que colabora con el grupo de afectadas.
El método Essure fue lanzado por una compañía pequeña llamada Conceptus en 2002 y se presentó como revolucionario en el sector esterilización. Sin embargo, desde el primer momento estuvo marcado por la falta de estudios sobre posibles efectos secundarios o adversos. “En 2013 lo compró Bayer y yo, que entonces trabajaba asesorándoles, ni me enteré; o sea que imagínate que la operación se hizo discretamente”, dice Piera.
Ella cree que “nunca nadie pensó en que pasaría si el Essure no funcionaba, y por lo tanto no se diseñaron métodos de retirada”. Lo cierto es que hasta la fecha solo existe un estudio, post autorización de la FDA, a cinco años que completaron únicamente 364 mujeres y en el que, según Bayer, “se corroboró la seguridad y eficacia del producto mostrada en los ensayos fase III, que son en los que se basó la aprobación en Estados Unidos en 2002”.
El estudio fue encargado por la propia Bayer como test antes de comprar el Essure a Conceptus y fue realizado por investigadores subvencionados por la propia empresa, según reveló más tarde la CNN. Además, una revisión posterior de la Universidad de Yale no le dio valor porque para el mismo solo se seleccionaron las mujeres a las que el Essure se les había implantado correctamente y no había provocado perforaciones, uno de los supuestos más comunes entre las mujeres a quienes les toca esta “lotería pero al revés”.
Las afectadas denuncian que la Seguridad Social no informa sobre los riesgos del Essure
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