Excursiones campestres: cinco medidas para evitar las intoxicaciones alimentarias

Foto: Chloe Lim

Mercè Palau

  • En las excursiones, cuando no disponemos de ciertas 'comodidades' como agua corriente o lavabos, es más probable que aparezcan las tan temidas intoxicaciones alimentarias, y más aún cuando las temperaturas son cálidas

Llega el buen tiempo y, para muchos, el inicio de las tan esperadas vacaciones. Una época del año ideal para aprovechar los largos días de sol y hacer excursiones, o bien irse de acampada para disfrutar de todo lo bueno que nos ofrece el aire libre. En la mayoría de estas actividades deberemos preparar la comida para llevárnosla. Esto nos obligará a tener en cuenta cuatro puntos básicos si no queremos que los patógenos nos amarguen la salida y nos llevemos un recuerdo desagradable.

Tanto si realizamos excursiones de un día como si disponemos de más tiempo y ganas para hacer acampada, la planificación es fundamental, ya que deberemos elegir los alimentos que menos pesen y ocupen y que se puedan transportar y preparar de forma segura.

Disfrutar en estos casos de las comidas al aire libre pasa por cumplir algunos principios de seguridad alimentaria fundamentales, pero antes de nombrarlos, debemos recordar que la regla de oro, en cualquier lugar, es un adecuado lavado de manos, con agua y jabón, antes de comer y después de ir al baño. Si no disponemos ni de agua ni jabón, hay alternativas a base de alcohol que serán igual de útiles.

1. Conservar calientes los alimentos calientes y fríos, los fríos

Parece una perogrullada, pero es un aspecto más olvidadizo de lo que nos imaginamos y más difícil de cumplir de lo que parece. Para mantenerlos calientes necesitamos, claro, una fuente de calor, para lo que nos ayudará disponer de envases térmicos destinados a ello. Es más fácil la opción fría, ya que podemos utilizar hielo. Si llevamos una nevera isoterma portátil, deberemos tener en cuenta que será útil sólo para unas horas; nos llegará para un día.

Pero los acumuladores de frío van perdiendo capacidad refrigerante, así que si no podemos recargarlos es mejor consumir los alimentos antes, ya que la mayoría de las bacterias se multiplican rápidamente en la zona de peligro, es decir, a temperaturas de entre 5ºC y 65ºC. En dos horas, y a una temperatura dentro de este rango, las bacterias son capaces de multiplicarse rápidamente. 

2. Mantenerlo todo limpio

Podría considerarse el segundo principio básico. Las bacterias que pueden estar en la carne cruda o de ave se pueden propagar fácilmente a otros alimentos a través de sus jugos, que gotean en las superficies o en los utensilios. Una de las formas de evitarlo es transportar la carne de pollo con un doble envoltorio y colocarlos en bolsas de plástico para evitar el goteo de los jugos.

Además, es fundamental lavarse bien las manos. Es posible, en los casos que estamos tratando, que el lugar donde nos encontremos no disponga de agua potable ni jabón. Así que deberemos tener presente esta necesidad y llevarnos el agua y el jabón, fundamentales ambos para garantizar unas mínimas condiciones de limpieza.

3. El agua, de una fuente potable

No debemos engañarnos por las apariencias: por muy apetecible que nos parezca el agua dulce de un lago o un río, es preferible no usarla para beber. Algunos patógenos pueden crecer en arroyos y lagos de montaña, así como ciertos parásitos como Giardia. Si, pese a todo, usamos este agua, hay maneras de potabilizarla, como hervirla, una vez filtrada, durante unos 20 minutos.

Otra opción es usar uno de los kits que se comercializan para este fin, o usar tabletas purificadoras de agua para limpiar los utensilios. De todos modos conviene contemplar la opción de llevarnos el agua embotellada para beber o preparar la comida si el peso no es un obstáculo para nuestra salida campestre. 

4. Optar por alimentos no perecederos

En excursiones de un día no hay mucho problema: podemos llevarnos incluso alimentos que requieran frío, porque estas condiciones se pueden mantener sin mucho problema durante unas horas (pero siempre de que estemos seguros de que podemos garantizar la temperatura fría). La dificultad aumenta si necesitemos comida para más de un día.

En este caso, es mejor optar por alimentos no perecederos como pasta, arroz, preparados en polvo, alimentos deshidratados, enlatados (aunque pesan un poco) y frutos secos, cereales, galletas, cubitos de caldo, queso duro o pan de molde. Si optamos por alimentos secos, deberemos asegurarnos de que dispondremos de agua potable para rehidratarlos. Debe tenerse en cuenta que, por ejemplo, las frutas y verduras se deterioran más rápidamente a temperaturas más altas. Por lo tanto, es mejor no llevar mucha cantidad.

5. La cocción, fundamental

Tras haber decidido los alimentos que nos vamos a llevar y haber planificado el menú, tendremos que resolver qué fuente de calor vamos a usar para cocinar. Tendremos especial cuidado a la hora de llevarnos todo el equipo necesario (cocinas portátiles) y asegurarnos de que disponemos de todo lo fundamental (fogones, sartenes, ollas…). También deberemos disponer de bolsas de basura para poder eliminar los restos de comida y otras sobras y tirarlos en cuanto podamos.

Es muy importante, si queremos evitar la aparición de bichos (avispas, por ejemplo), no dejar los restos de comida al aire libre durante mucho tiempo, y menos cerca de la zona donde vayamos a preparar la comida. Si no estamos seguros de que podemos conservar los restos a temperaturas de refrigeración, es mejor no guardarlos.

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