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¿Existe un componente genético en la obesidad?

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¿Por qué algunas personas son obesas y otras no? De padres obesos, ¿hijos obesos? ¿Están los genes asociados con el éxito, o fracaso, del tratamiento de la obesidad? ¿Constituye la genética un factor decisivo? ¿Se puede hacer algo para evitarlo? La respuesta a todas estas preguntas, aunque cada vez es más precisa, continúa siendo compleja.

La obesidad se ha convertido en una epidemia mundial (en 2020 más de 620 millones de personas adultas tenían sobrepeso en todo el mundo), impulsada sobre todo por dietas altas en calorías cargadas de azúcar.

También los estilos de vida cada vez más sedentarios juegan un papel decisivo. Aunque no todo termina aquí: nuestros genes pueden tener una parte de culpa porque regulan el almacenamiento de grasa y afectan la forma en la que nuestro cuerpo quema los alimentos.

Los genes de la obesidad

Los genes influyen en todos los aspectos de la fisiología humana y la obesidad no es una excepción, aunque queda mucho trabajo para poder despejar todas las dudas que plantea la compleja interacción entre nuestra composición genética y la obesidad.

Las investigaciones realizadas hasta ahora han permitido identificar docenas de variantes genéticas que aumentan el riesgo, aunque aún no se sabe con total certeza cómo estos genes interactúan con otros factores.

Los avances en biología molecular, además de la información del Proyecto Genoma Humano, han ayudado a identificar unos 200 marcadores genéticos que apuntan a genes que aumentan el riesgo de obesidad.

De hecho, hay estudios que manifiestan que los genes pueden influir hasta en un 70% en el Índice de Masa Corporal (IMC) de las personas y que la interacción ambiental en individuos con genes susceptibles de obesidad es la principal causa de la obesidad.

También se ha demostrado que las modificaciones epigenéticas, es decir, las que ejercen los factores ambientales sobre el genoma de una persona, podrían desempeñar una función relevante en el riesgo individual para el desarrollo de la obesidad. 

Uno de los genes asociados a la obesidad es el denominado FTO, que hace que las personas que lo poseen tengan un 67% más de probabilidades de ser obesas, en comparación con las personas que no lo han heredado. Esto significa que la persona tiene más predisposición a la obesidad y que le resulta más complicado que otra adelgazar, pero no necesariamente que se volverá obesa.

A la pregunta sobre cómo influye la genética en la obesidad es importante recordar que cualquier cambio de un gen que influya en aspectos como en el metabolismo energético, en el almacenamiento de grasa corporal o en el apetito, puede influir.

Por tanto, y debido a que en la nutrición juegan un papel decisivo una cantidad compleja de interacciones, es fácil que se favorezcan pequeñas modificaciones que conduzcan a la obesidad. 

Según un documento elaborado por la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), la herencia es responsable del 20-40% de las causas de obesidad, con múltiples genes y polimorfismos implicados en el comportamiento alimentario y el gasto energético.

Pero no es la única. Como ya hemos comentado, también deben contemplarse otras influencias como la edad, el estilo de vida, la cultura nutricional que nos rodea y la presencia de posibles enfermedades del sistema nervioso central o endocrinas.

Un tratamiento individualizado es mejor

Precisamente por este carácter multifactorial y complejo que tiene la obesidad, el tratamiento y la prevención deben contemplar numerosos condicionantes. Lo que funciona en una persona no necesariamente tiene que hacerlo en otra. 

Por tanto, es importante abordarla de forma integral y multidisciplinar con un tratamiento personalizado, individualizado y centrado en cada paciente, tal y como reconocen expertos del Grupo de Trabajo de Diabetes, Obesidad y Nutrición de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) en la guía Obesidad: Valoración integral y tratamiento personalizado en tres pasos, publicada el pasado mes de marzo. 

No solo deben tenerse en cuenta los factores eternamente asociados con la obesidad, como la elevada ingesta calórica o el descenso de ejercicio físico. Hay otros factores ambientales que, no por menos evidentes, sean menos importantes, y que sumados a los genéticos crean un buen tándem para el riesgo de obesidad. 

Algunos de los que más destacados son:

  • Factores ambientales precoces como bajo peso al nacer.
  • Factores ambientales en la infancia como obesidad infantil.
  • Gestación
  • Menopausia
  • La ingesta de ciertos fármacos, como los de acción sobre el sistema nervioso central.
  • Deshabituación tabáquica
  • Estado de la flora intestinal

Una dieta personalizada es aquella que se adapta a las características particulares de cada persona, como el ADN, la edad, el sexo, la estatura, el historial de salud y los hábitos de estilo de vida.

La nutrición de precisión asume que cada persona puede tener una respuesta distinta a alimentos y nutrientes concretos, por lo que un plan que funciona en una persona puede no hacerlo en otra. Porque la nutrición individualizada evalúa el ADN, el microbioma y la repuesta metabólica de una persona a alimentos concretos para determinar el mejor plan de alimentación.

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