Cuando todo funciona de forma correcta, el cerebro y la vejiga son los que controlan la función urinaria. La vejiga es la que se encarga de almacenar la orina hasta que está lista para vaciarla.
La continencia normal depende del funcionamiento de los nervios y músculos de la vejiga (donde se almacena la orina) y la uretra, que coordinan la acción en conjunto.
Cuando esto no funciona de la forma correcta es cuando hablamos de incontinencia urinaria, un síntoma de muchas condiciones que se traduce en la pérdida del control de la vejiga, que puede ir desde pequeñas pérdidas cuando reímos o tosemos hasta la incapacidad total para controlar la vejiga.
Y no solo hablamos de un problema médico. Las repercusiones en la vida emocional, psicológica y social pueden llegar a ser limitantes, hasta el punto de que las personas dejan de realizar sus actividades diarias cotidianas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una de las patologías que más afecta a la calidad de vida de las personas.
A quién afecta la incontinencia urinaria
Aunque es más común en las personas mayores y en mujeres y solemos pensar que es solo parte del envejecimiento, no es un problema intrínseco y único de este sector de la población.
Los datos sí nos demuestran que las mujeres corren un riesgo mayor de sufrir incontinencia urinaria que los hombres porque tienen la uretra más corta, por tanto, es más probable que cualquier debilidad o daño en la uretra cause incontinencia urinaria.
Esto se debe a que hay menos músculo que mantiene la orina en la vejiga hasta que está lista para orinar. En España, se estima que esta condición patológica, que afecta a personas de los dos sexos y de todas las edades, supera los seis millones de personas, según datos del Observatorio Nacional de la Incontinencia (ONI).
En concreto, cuatro millones de mujeres y casi dos millones de hombres se enfrentan a este problema a diario y a los problemas que ello conlleva.
No todos los casos de incontinencia urinaria son iguales
La incontinencia urinaria es un síntoma de una afección subyacente; pueden ser los hábitos cotidianos, un problema físico o una condición médica. Hay varios tipos de incontinencia urinaria, entre los que destacan:
- Incontinencia de urgencia (vejiga hiperactiva): es la incapacidad de retener la orina el tiempo suficiente para llegar al baño, el músculo de la vejiga se contrae demasiado pronto y se reduce el control normal. En la mayoría de los casos se desconoce la causa, aunque se sabe que puede ocurrir por problemas en el sistema nervioso, por tanto, algunas personas con ciertos trastornos neurológicos como Parkinson, esclerosis múltiple o lesión de la médula espinal pueden sufrir incontinencia urinaria.
- Incontinencia de esfuerzo: la pérdida se produce por motivos como realizar ejercicio, estornudar o toser, reír o levantar objetos pesados. Ocurre cuando la presión en la vejiga es demasiado grande. Puede ser también un efecto secundario del embarazo ya que los músculos del suelo pélvico a menudo se debilitan durante el parto. En los hombres, puede ocurrir cuando se han tenido que someter a tratamientos para el cáncer de próstata.
- Incontinencia funcional: en este caso no hay nada que afecte al sistema nervioso que controla la vejiga y la uretra o el tracto urinario inferior. Consiste en la fuga de orina que se debe a la dificultad para llegar a tiempo al baño debido, por ejemplo, a la falta de movilidad.
- Incontinencia por rebosamiento: se produce cuando la cantidad de orina excede la capacidad de la vejiga para retenerla. Esto suele ocurrir cuando hay una obstrucción a la salida de la orina que impide el vaciado normal. En este caso, una próstata inflamada y más grande de lo normal puede ser causa común.
Algunos factores que están relacionados con la incontinencia urinaria incluyen retrasar la micción, la edad, el sobrepeso, la maternidad, la menopausia, daños neurológicos, ciertos medicamentos, infecciones de orina o problemas en la próstata.
¿Se puede tratar la incontinencia urinaria?
En muchos de los casos, la incontinencia urinaria se puede tratar, controlar e incluso curar. El tratamiento de la incontinencia urinaria depende del tipo que es y la causa que la provoca.
Una vez esclarecidos estos puntos, es importante empezar el tratamiento: cuanto antes se haga, mejor, porque se trata de una situación reversible en la mayoría de los casos. Sin embargo, y según el Decálogo de la Incontinencia Urinaria, el 50% de los casos de incontinencia urinaria no recibe el tratamiento adecuado.
Los ejercicios del suelo pélvico (ejercicios Kegel) pueden ayudar en la incontinencia de esfuerzo; el entrenamiento de la vejiga puede ayudar con la de urgencia. En ocasiones, para ambas, el tratamiento farmacológico puede ayudar a prevenir la incontinencia urinaria. La cirugía también puede ser útil en ciertos casos con el fin de mantener la vejiga en su posición habitual.
Los cambios en el estilo de vida también pueden ayudar a prevenir, o retrasar, algunos tipos de incontinencia. Algunos de los más efectivos son:
- Evitar la obesidad porque aumenta la presión sobre la vejiga y los músculos circundantes.
- Evitar la cafeína y alcohol porque estimulan la vejiga en exceso.
- Controlar la ingesta de líquidos.
- Prevenir el estreñimiento.
- No fumar.
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