Isabel Peña-Rey, Agencia de Seguridad Alimentaria: “La cifra de sobrepeso infantil en España es inaceptable”
Mientras el descenso de la obesidad infantil se estanca en España desde 2015 y el sobrepeso alcanza cotas que la propia directiva de AESAN tacha de “inaceptables”, el Ministerio de Consumo, del que depende esta agencia, ha decidido utilizar la legislación para frenar la ola de malnutrición, tras constatar que las sucesivas campañas comunicativas no lo han conseguido.
En el ojo del huracán están tanto la publicidad para menores de productos con azúcares y grasas saturas, como el etiquetado nutricional y orientativo de los envases alimentarios. Isabel Peña-Rey reconoce durante la entrevista que éste es poco comprensible para los y las consumidoras y que tampoco ayuda su letra pequeña ni que se sitúe en la parte trasera del empacado.
Isabel Peña-Rey es doctora en Medicina y Cirugía, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, máster en Salud Pública y diploma en Salud Pública y Género. Es funcionaria del Cuerpo de Médicos Titulares. Antes de dirigir AESAN fue consejera técnica de la Dirección General de Salud Pública del Ministerio de Sanidad.
¿Cómo valora actualmente la eficacia de los etiquetados en alimentación?
La actual normativa de información a los consumidores es la más ambiciosa hasta el momento que hemos tenido en Europa. Si bien tiene ya 10 años, considero que cumple sus objetivos al incluir gran cantidad de información sobre el alimento.
Los requisitos de información en la presentación o etiquetado de alimentos incluyen un amplio conjunto de aspectos que van desde la denominación del producto, listado de ingredientes, fechas de caducidad, etc.
Un ejemplo importante de esa gran mejora es la inclusión destacada de los alérgenos que pueden contener los alimentos y que ha evitado, y evita, graves repercusiones en la salud de las personas afectadas por estas alergias alimentarias. No todo el etiquetado es etiquetado nutricional.
Ahora trabajamos, además, en modelos de etiquetado frontal que nos ayuden a reconocer de manera sencilla aquellos alimentos que tienen una composición nutricional más favorable para la salud. No obstante, hay que decir que estamos comentando el etiquetado de alimentos cuando lo cierto es que partimos de la base de que la dieta debe estar compuesta principalmente por alimentos frescos, de temporada y de cercanía con un mínimo procesamiento, que se corresponde, a su vez, con los patrones de consumo en que se basa la dieta mediterránea. Muchos de esos productos no llevan etiqueta.
¿Qué piensa del actual etiquetado nutricional?
Como mencionaba anteriormente, este tipo específico de etiquetado está también establecido por legislación europea de obligado cumplimiento, concretamente que el Reglamento 1169/2011 sobre la información alimentaria facilitada al consumidor.
Tenía, y aún tiene, como base facilitar la elección de alimentos con conocimiento y vela porque el consumidor o consumidora final pueda entender fácilmente la información proporcionada en ese etiquetado, armonizándolo en toda la UE y permitiendo la comparación al establecerse los valores nutricionales por 100 g o 100 ml de producto.
Transcurrido el tiempo, se ha revelado que, en ocasiones, no es fácil interpretar esas tablas y que no le podemos dedicar el tiempo suficiente en el momento de la compra, estando además situado en la parte trasera de los alimentos envasados que tampoco ayuda, con un tamaño pequeño. Un reciente estudio de la Universidad Complutense de Madrid afirmaba que sólo destinamos 25 segundos a elegir los alimentos en el supermercado.
Un reciente estudio de la Universidad Complutense de Madrid afirma que sólo destinamos 25 segundos a elegir los alimentos en el supermercado
Es por ello que se están proponiendo en todo el mundo modelos de etiquetado frontal de alimentos, de tipo interpretativo y de fácil compresión como una política pública prioritaria apoyada por los planes de acción de la Organización Mundial de la Salud y de la Unión Europea en su lucha contra la obesidad y las enfermedades no transmisibles.
Su objetivo es ayudar a la ciudadanía a reconocer, interpretar y comprender mejor y de forma más sencilla la calidad nutricional de los alimentos que compra. Uno de esos etiquetados es el modelo Nutri-Score, también conocido informalmente como semáforo nutricional.
¿No sería mejor complementar el semáforo con advertencias más claras sobre los ingredientes contraproducentes de un determinado alimento?
Los semáforos nutricionales, como el Nutri-Score, no están concebidos para establecer recomendaciones sobre el consumo de alimentos, aunque éstas se han tenido en cuenta para su elaboración. Por ello son una herramienta más, que se debe utilizar en el contexto de las recomendaciones dietéticas y guías nutricionales promovidas por las autoridades sanitarias y organizaciones científicas, entre ellas la propia agencia.
Todas las recomendaciones de organismos internacionales y sociedades científicas para una alimentación saludable inciden en la necesidad de disminuir el consumo de grasas, azúcares y sal. Es por ello que todas nuestras políticas van orientadas a disminuir la presencia en la dieta de alimentos con altos contenidos en esos nutrientes; acciones como la reformulación de alimentos, el control de la publicidad y un etiquetado más claro de los alimentos pueden ayudar a luchar contra la obesidad infantil.
El Nutri-Score, por ejemplo, modelo de etiquetado frontal voluntario para las empresas, que se utiliza en España desde el año 2018, utiliza códigos de letras y colores y complementa la información ya presente en el etiquetado trasero de los alimentos, éste sí, obligatorio por la normativa europea.
Para su cálculo se tiene en cuenta el contenido en el alimento de estos ingredientes contraproducentes (ácidos grasos saturados, el azúcar y la sal), además de aquellos otros cuyo consumo interesa promover (fibra, proteínas, frutas y verduras, legumbres, frutos secos, aceites vegetales).
La diabetes y la obesidad infantil son problemas cada vez más graves: en temas como los azúcares añadidos o grasas saludables, ¿funcionan las campañas que se realizan?
Las campañas de comunicación, y más específicamente las de sensibilización a la población, constituyen una herramienta más dentro de las políticas nutricionales y de salud pública que pueden influir en las elecciones que las personas realizan en relación con su alimentación.
Es por eso que desde la AESAN y desde el Ministerio de Consumo desarrollamos una estrategia integral de abordaje de la obesidad infantil, iniciada ya en el año 2005 a través de la Estrategia NAOS, que estamos actualizando dentro de la Estrategia Nacional de Seguridad Alimentaria y Nutrición (ENSAN).
Actuando en relación con el etiquetado como ya hemos mencionado, sí, pero también promoviendo estilos de vida saludables, colaborando con las comunidades autónomas para mejorar la calidad nutricional de los menús escolares o regulando la publicidad de alimentos destinados a población infantil, entre otras medidas, ya que la evidencia demuestra que las campañas de educación o sensibilización por sí solas, no son suficientes y es necesario actuar sobre el entorno alimentario.
La ingesta de azúcares y grasas saturadas por parte de la población infantil se encuentra todavía muy por encima de las recomendaciones realizadas por organismos como la Organización Mundial de la Salud
Por ello es difícil valorar el impacto que sobre el consumo de alimentos o sobre la salud puede tener una sola de estas medidas tomadas de forma individual. En todo caso, la ingesta de azúcares y grasas saturadas por parte de la población infantil se encuentra todavía muy alejada de las recomendaciones realizadas por organismos como la Organización Mundial de la Salud, lo que nos obliga a seguir trabajando para trasladar adecuadamente a la población, información sobre patrones de consumo que sean más saludables y al mismo tiempo sostenibles con el medio ambiente.
La vigilancia de la obesidad infantil a través del Estudio Aladino, de esta agencia, que tuvo su primera ronda en el 2011, muestra un estancamiento de la situación desde 2015, alcanzándose unas cifras inaceptables de exceso de peso infantil del 41%, obesidad más frecuente en niños que en niñas y 23,3% de exceso de peso, en este caso más a expensas de las niñas de entre 6 y 9 años, poniendo de manifiesto, como ocurre con los determinantes sociales de la salud, una marcada desigualdad por clase y género.
¿No cree que los etiquetados en estos aspectos siguen siendo ambiguos y, en ocasiones, difíciles de encontrar/descifrar por los consumidores?
Ambiguos quizá no sea el adjetivo, pero los etiquetados son poco amigables, con una letra muy pequeña, con información sobre los componentes del producto, que una parte importante de la ciudadanía no está informada para su interpretación, además de que necesita un conocimiento previo sobre los límites de los que hablábamos al inicio, de grasas, azúcares y sal.
Es preciso dotar a la población de más herramientas, a través de la educación y la comunicación, para que puedan tomar decisiones más saludables
Es preciso dotar a la población de más herramientas a través de la educación y la comunicación, para que puedan tomar decisiones más saludables, con criterio informado y que, al final, la propia ciudadanía influya en la oferta/demanda de estos alimentos más saludables y sostenibles.
Estamos convencidas de que eso favorecerá la creación de un entorno menos obesogénico que redundará en una mejor salud y calidad de vida de los propios consumidores y consumidoras. Se busca un cambio de comportamiento perdurable en el tiempo.
¿Cree que es mejor una política informativa/educativa al consumidor en cuanto a seguridad alimentaria y nutrición o más bien es partidaria de prohibiciones? ¿Dónde poner el balance?
En muchos casos depende del riesgo identificado. Efectivamente se trata generalmente de un abordaje progresivo en el que primero se informa a la población mediante recomendaciones, como la reciente de moderar el consumo de carne o de las bebidas energéticas y posteriormente, si no es efectivo o si la evaluación del riesgo ha puesto de manifiesto que la salud de la población o de un grupo vulnerable de ella está en juego, como puede ser la población infantil, empleamos la legislación para gestionarlo.
Comemos como podemos o como sabemos, pero no todos podemos ni sabemos alimentarnos correctamente
Ampliar la educación sobre nutrición y prácticas higiénicas en alimentación es una asignatura pendiente en nuestro país. Comemos como podemos o como sabemos, pero no todos podemos ni sabemos alimentarnos correctamente.
Desde AESAN hemos hecho una apuesta fuerte para facilitar información útil sobre nutrición y sobre la seguridad alimentaria a toda la ciudadanía, estando presentes en los canales más cercanos a ellos, como las redes sociales, Twitter, Instagram y con una clara vocación de servicio público.
¿Cómo valora las campañas informativas que se realizan en nutrición para mejorar la opción de compra?
Si nos estamos refiriendo a las campañas puestas en marcha por AESAN, merece la pena destacar que el presupuesto como organismo autónomo es limitado, si bien el ministro titular Alberto Garzón durante la celebración del vigésimo aniversario de la Agencia ya informó de la ampliación en un 15% para el próximo ejercicio.
No obstante, las campañas institucionales que podemos lanzar no pueden tener igual impacto que las de otros ministerios con mucha mayor dotación, o de empresas del propio sector. Estamos apostando por la creatividad y la identificación de los medios preferidos y los asuntos que más interesan a la ciudadanía para ganar en eficacia. En este campo sí estamos satisfechos con el feedback recibido. La campaña de esta agencia lanzada a finales del año pasado #AzúcarTeDejo, que parte de la evidencia científica de limitar el consumo de azúcares añadidos y libres hasta niveles lo más bajos posibles, fue muy bien acogida.
También estamos especialmente orgullosos de las campañas que, junto con el Ministerio de Consumo, lanzamos mensualmente para recordar cuáles son las frutas y verduras de cada temporada. Así como la que finaliza esta semana, en colaboración con la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la EFSA, #EUCHOOSESAFEFOOD.
¿No cree que se hace menos de lo que se debería? ¿No deberían ser más claras y contundentes en referencia a los azúcares y grasas saludables?
Efectivamente, siempre hay margen de mejora pero todas las acciones en este sentido son un paso adelante. Por eso hablamos de una Política Integral contra la Obesidad Infantil, coordinada desde la AESAN, siempre en colaboración con otros ministerios, las autoridades responsables en las CCAA, la propia sociedad civil a la que hay siempre que escuchar y de la que aprendemos a diario, los grupos de investigación y el sector de la alimentación, que ha demostrado su adaptación en esta lucha contra la obesidad.
Y respondiendo directamente a la pregunta, diría que sí, que todos y cada uno de nosotros hemos de dar pasos seguros y contundentes ante unas recomendaciones de dietas saludables que están claras, con unas herramientas internacionalmente reconocidas, para las cuales desde la agencia colaboramos con todas las partes interesadas tanto a nivel nacional como internacional.
¿Qué papel tiene AESAN en cuanto a la Seguridad Alimentaria, solo de notificación de alertas o también posee potestad para la retirada de alimentos?
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición es la referencia de la red de alerta, tanto nacional como europea (RASFF, en sus siglas en inglés), si bien las competencias en el control oficial en nuestro país recaen en las comunidades autónomas, por lo que son ellas las encargadas de ejecutar las actuaciones oportunas.
Estas redes permiten mantener una vigilancia constante sobre cualquier riesgo o incidencia que, relacionado con los alimentos o los envases, pueda afectar a la salud de las personas. Y si fuera el caso son las comunidades autónomas las que, bajo su propio criterio basado en la legislación o bien bajo criterio consensuado y siempre coordinado por esta agencia, tomarían las medidas oportunas. Cuando una incidencia salta del ámbito de una Comunidad, en ese caso sí, la coordinación de la misma recae en la AESAN.
Todas las comunidades y ciudades autónomas son puntos de contacto de esta red, al igual que otras administraciones como el MAPA, el Ministerio de Sanidad, Defensa, la AEMPS, y nuestro propio Ministerio de Consumo por citar solo algunos. El intercambio de información en la red es frenético y la AESAN trabaja 24/7 los 365 días al año en su papel como coordinador de la red.
¿Cómo son las relaciones con la industria alimentaria?
Las relaciones son buenas. De hecho, todos los eslabones de la cadena alimentaria están representados en alguno de los órganos colegiados de esta agencia, como se puede visitar en la página web. Desde las organizaciones de consumidores hasta las de los agentes económicos, pasando por las instituciones científicas y, por supuesto, las diferentes autoridades competentes en la materia.
Con todos ellos nos reunimos en base a un calendario anual y tenemos una relación fructífera, independientemente de las reuniones puntuales por temas que afecten a uno u otro sector. Y con todos ellos mi relación es cordial y de trabajo, como no podía ser de otro modo, sabiendo las funciones y el lugar de cada uno y que sólo si lo enfocamos en una misma dirección, que no es otra que facilitar el acceso de la ciudadanía a alimentos seguros, saludables y sostenibles, podremos obtener los resultados deseados.
Se lo debemos a las personas consumidoras, en suma, a toda la sociedad, trabajando con el enfoque de la OMS de una sola salud humana, animal y ambiental para facilitar una ciudadanía más saludable, una tierra más verde y un planeta más sostenible.
Si no te quieres perder ninguno de nuestros artículos, suscríbete a nuestros boletines
3