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Entrevista

Katy Kelleher, ensayista: “¿Cómo podemos comprar ropa hecha en talleres que explotan a niños? Es demencial”

Katy Kelleher, autora de 'La terrible historia de las cosas bellas' (Alpha Decay).

Juanjo Villalba

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“Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda”, cantaban los Pata Negra de Raimundo y Rafael Amador allá por 1990, y resulta curioso cómo aquellos versos calaron, quizá más de la cuenta, en mi tierna mente adolescente. Desde entonces, en múltiples ocasiones, la cuestión planteada por los Amador ha vuelto a mí, aunque quizá de una forma algo más filosófica. ¿Por qué las cosas que más nos gustan suelen ser malas para nosotros?

Esta es una cuestión que se ve claramente en el tema de la alimentación. Habitualmente lo que más nos apetece comer siempre es perjudicial para nuestra salud. Perdemos la cabeza por los alimentos con azúcares añadidos, con grasas trans o con glutamato sódico y por los alimentos ultraprocesados.

Parece que cada una de las cosas que nos gustan tiene un reverso tenebroso, trágico o, como decía la canción, directamente ilegal, y que esta idea no solo nos ha rondado por la cabeza a los fans del nuevo flamenco de los 80. Katy Kelleher, por ejemplo, es una escritora que ha vivido durante años en un lugar apartado de los bosques de Maine, un sitio antagónico al barrio sevillano de las 3.000 viviendas donde nació Pata Negra, y que desde hace años escribe sobre arte, diseño, naturaleza y ciencia en publicaciones como The New York Times, The Guardian o el ya extinto Jezebel.

Tanto por su trabajo como por inclinación personal, Katy se ha pasado la vida en busca de belleza. De niña buscaba conchas en la playa y flores en el campo y de adolescente, el vestido de seda perfecto. Hoy en día le interesa más el diseño de interiores, las encimeras de mármol o los candelabros de cristal. Ella está convencida de que la belleza es positiva para nosotros y, aunque nos tienta a través de todos los sentidos, también ayuda a sanar –a Katy le ayudó a superar su depresión–.

No obstante, la pandemia también llevó a la autora, guiada por su curiosidad, a tirar del hilo e investigar el origen de las cosas que le fascinaban. El mármol de las bellas encimeras de las casas sobre las que escribía sus artículos también servía para fabricar lápidas y se extraía de las profundidades de la Tierra en algún lejano país. Pero ¿quién lo arrancaba de su lecho milenario y a qué precio?

Así que se puso a indagar sobre el origen de todas las cosas que le obsesionaban: las piedras preciosas, el maquillaje, los perfumes, la seda o el vidrio, y descubrió el verdadero coste de satisfacer nuestros deseos de tener cosas bonitas, que a menudo constituye el reverso oscuro de su belleza. La triste realidad de que todo objeto bello esconde una historia de dolor, explotación y decadencia.

Estas investigaciones son el origen de La terrible historia de las cosas bellas. Ensayos sobre deseo y consumo, un libro editado por Alpha Decay que incluye diez brillantes ensayos en los que guía al lector por la trastienda de la industria del lujo, mezclando ciencia, historia y sus propios recuerdos personales con un estilo claro y luminoso, a pesar de las oscuridades del alma humana por la que a veces se interna. Un texto que es a la vez exposición, pero también reflexión, sin juicios severos a nuestro deseo, sino comprendiendo y asumiendo de forma muy humana nuestro anhelo de belleza.

Recuerdo que en una ocasión estaba con unos amigos y alguien propuso ver el documental Lo que el pulpo me enseñó en Netflix, que va sobre la amistad de un hombre y un pulpo. Algunos de ellos se opusieron a ello diciendo “pero es que está tan rico…”. En tu libro nos cuentas el origen de algunos de los objetos bellos que nos rodean. ¿Nos va a hacer eso dejar de disfrutar de ellos?

¡Me encanta Lo que el pulpo me enseñó! Me fascinan infinitamente las relaciones que se forman entre humanos y animales. Tengo un perro y me siento profundamente unida a él. Pero también como animales.

Mi esposo creció en una granja en Ohio y tuvo que sacrificar cerdos y habla a menudo de lo terrible que fue poner fin a la vida de una criatura que amaba. Sin embargo, los comía, lo sé. Es parte de vivir en la tierra.

Creo que siempre es bueno ser claro con uno mismo sobre el daño que produce. La vida humana causa daño. Es parte de lo que implica ser una persona en el mundo. Causamos daño con nuestro estilo de vida, con nuestro consumo, nuestros viajes, nuestros residuos. Para mí es importante ser consciente del daño que hacemos porque creo que puede ayudarnos a tenerlo más en cuenta.

Causamos daño con nuestro estilo de vida, con nuestro consumo, nuestros viajes, nuestros residuos. Para mí es importante ser consciente del daño que hacemos, puede ayudarnos a tenerlo más en cuenta

No se trata solo de tomar decisiones de consumo 'mejores'. Se trata de considerar el impacto que tenemos en el mundo y tratar de reducirlo. Se trata de aceptar el daño cuando es inevitable y devolver a la tierra, y a nuestras comunidades, cuando esto es posible. No creo que sea necesario saber de todas las tragedias que suceden en el mundo (eso nos destrozaría lentamente y acabaría con nuestra empatía), pero creo que nos debemos a nosotros mismos ser honestos acerca de nuestras elecciones.

En cuanto a si arruina el disfrute, bueno, creo que el disfrute es algo curioso. A veces nos gustan más las cosas porque sabemos que hubo dolor o dificultades involucradas en su creación. Por ejemplo, valoro más las plantas quisquillosas, las extrañas y difíciles florecillas que cultivo en mi jardín. Aunque tal vez algunos placeres sí que se arruinan. La fast fashion, por ejemplo, ya no es algo que pueda disfrutar, y no lo extraño en absoluto.

En tu opinión, ¿qué aporta la belleza a nuestras vidas?

Me gusta pensar en la belleza menos como una cualidad y más como un encuentro. No poseemos la belleza, no podemos contenerla, no podemos dominarla ni poseerla. Es algo que sucede cuando encendemos nuestros sentidos y realmente existimos en el momento. Es un búho en una rama en invierno girando su rostro lunar hacia el nuestro. Es el estremecimiento que recorre tu espina dorsal cuando ves una pintura por primera vez y reconoces el genio humano en las manos que sostuvieron el pincel. Es una forma de estar en el mundo que inspira gratitud, alegría y el deseo de crear.

Algunas personas hacen la vista gorda al sufrimiento que conlleva la creación de cosas hermosas, mientras que otros buscan activamente objetos que se produjeron a través del sufrimiento

¿Y la falta de ella?

No sé si podría vivir sin belleza. He estado profundamente deprimida en ocasiones y he fantaseado con quitarme la vida. Esos son períodos grises, momentos en los que nada parece ser hermoso. Nadie es gracioso. Nada se siente bien. Una vida sin belleza es plana.

Uno de los puntos clave de tu libro es que detrás de cada objeto hermoso se esconde algo terrible, ya sean perfumes, joyas o una encimera de mármol. Pero en el texto no te detienes ahí, narras cómo este descubrimiento te hizo darte cuenta de que la relación entre la belleza y el dolor es más común de lo que pensamos.

Creo que el deseo es una parte increíblemente importante de la vida humana, nuestro factor motivador, lo que nos impulsa a hacer cosas, a reproducirnos, a crear y a amar. Pero el deseo no se trata solo de obtener lo que queremos. El deseo se trata de querer. ¿Qué sucedería si cada uno de tus deseos se cumpliera? ¿Qué harías? ¿Cuál sería el sentido de la vida entonces? El deseo también trata de la carencia. Necesitamos el deseo, necesitamos experimentar algún nivel de carencia para vivir plenamente. Hay un elemento de dolor, de necesidad, de anhelo, incorporado en nuestra mente. Un poco de dolor, un poco de deseo, eso es algo delicioso. Nos encanta sentirnos tentados.

Esa es solo una manera en que la belleza y el dolor están vinculados. La belleza también está vinculada al dolor porque valoramos las cosas más cuando son raras. Estamos dispuestos a pagar precios más altos por las conchas de moluscos en peligro de extinción, el destello de piedras inusuales y el brillo de telas hechas con esmero. Algunas personas hacen la vista gorda al sufrimiento que conlleva la creación de cosas hermosas, mientras que otros buscan activamente objetos que se produjeron a través del sufrimiento. Nos sentimos atraídos por la belleza, pero también nos sentimos atraídos por la oscuridad.

Creo que lo más importante en esta vida es cómo te comportas y si puedes respaldar tus propias elecciones

Ser consciente de esta relación paradójica no te hizo dejar de anhelar esas cosas hermosas que, de hecho, te ayudaron a superar la depresión. Muchas personas, quizás un tanto hipócritamente, podrían acusarte de egoísmo, de frivolidad. ¿Qué les dirías? ¿Somos malvados por desear la belleza?

Me han acusado de superficialidad, de egoísmo, de frivolidad y de ser tonta. Algunos críticos me han acusado de ser demasiado femenina, convencional y burguesa. También me han acusado de ser demasiado moralista y demasiado intelectual. Supongo que no puedes complacer a todos. Tienen derecho a juzgarme a mí y a mi trabajo. Y, en última instancia, su juicio no me importa.

Creo que lo más importante en esta vida es cómo te comportas y si puedes respaldar tus propias elecciones. No creo que sea malvada por querer cosas hermosas, y no creo que sea mala por amar las cosas materiales del mundo. Creo que soy imperfecta. Mi vida causa daño. Pero creo que lo importante es que estoy tratando de cambiar, crecer y mejorar.

Muy pocas personas son realmente malas. La mayoría de nosotros simplemente estamos tratando de vivir vidas felices y significativas. Estamos tratando de perseguir las cosas que nos dan placer y estamos tratando de encontrar conexiones con los demás.

¿Es esta ansia por tener cosas hermosas de la que hablas lo que nos ha llevado al consumismo actual?

Quizás un poco, pero creo que el consumismo excesivo no tiene que ver con la belleza sino con las apariencias y el estatus. Las personas compran demasiadas cosas porque creen que eso hará que sus vidas sean mejores, que los demás los respeten más. Constantemente nos están diciendo mentiras sobre nosotros mismos, que no somos suficientemente guapos, ni ricos, ni buenos.

En el capítulo sobre la seda, escribo sobre el acto radical de tener suficiente. Mirar tus cosas y decir: “Ya tengo suficiente”. Es difícil hacerlo, ya que nuestra economía se basa en crear una sensación de carencia. Pero hay muchas formas de experimentar la belleza que no están monetizadas. Puedes disfrutar de cosas hermosas sin gastar un céntimo. Solo necesitas entrenar tus sentidos para apreciar el mundo que te rodea.

Es difícil mirar tus cosas y decir: 'ya tengo suficiente', nuestra economía se basa en crear una sensación de carencia

En el libro dedicas cada capítulo a un tipo de objeto hermoso, ¿cuál ha sido la historia de sus orígenes que te ha impactado más?

Investigar tejidos, incluyendo la seda y la angora (un ensayo que escribí y que no apareció en el libro), me ha alejado de comprar ropa nueva por completo. Ahora solo compro ropa de segunda mano. No me gusta apoyar a la industria de la moda y realmente odio la fast fashion. ¿Cómo puede ser que en 2023 todavía estemos comprando ropa hecha en talleres de explotación infantil? Eso me parece demencial.

¿Crees que poseer algo bello nos hace disfrutarlo más que si solo lo contemplamos? ¿El mismo cuadro, lo disfrutamos más en el museo o en casa?

Personalmente, creo que ambas formas de experimentar la belleza pueden ser válidas y positivas. Sin embargo, poseer y tener cosas es moralmente menos justificable que compartirlas. Para mí, el saber que estoy experimentando algo hermoso que muchos otros han contemplado antes que yo me hace sentir conectada con la humanidad y la historia, y así aumenta mi disfrute. Actualmente estoy viviendo en Santa Fe, Nuevo México, no muy lejos de donde vivió y pintó la artista Georgia O'Keeffe. Su casa está abierta al público e ir allí me hace sentir que estoy realizando una peregrinación a la iglesia de la belleza.

El consumismo excesivo no tiene que ver con la belleza sino con las apariencias y el estatus. Las personas compran demasiadas cosas porque creen que eso hará que sus vidas sean mejores, que los demás las respeten más

Parece que obtener cosas hermosas requiere dañar a otras personas o a la naturaleza, ¿es posible disfrutar entonces de la belleza del mundo de manera ética?

¡Por supuesto! Una de las mejores maneras de experimentar la belleza es caminar por un parque. Si vives en una ciudad, puedes buscar edificios y esculturas públicas que te gusten. Puedes visitar un cementerio. Puedes recorrer las calles en busca de murales. Puedes buscar colores, olores y sonidos que te gusten. Se trata de encontrar qué experiencias sensoriales te resultan vitales y alegres y aumentar tu exposición a ellas.

¿Crees que este estudio tan profundo sobre la belleza ha cambiado de alguna forma tu manera de apreciarla?

Sí, estoy mucho más sintonizada con la belleza. Solía pensar que las personas guapas tenían un aspecto muy concreto, pero ahora soy consciente de que existe una gama mucho más amplia de belleza. Como escribió Ursula K. Le Guin: “Los jóvenes son hermosos. Todos ellos”. Pero también hay belleza en los cuerpos ancianos. Hay belleza en los huesos delicados de mi tía y en su largo cuello. Hay belleza en las personas que han vivido muchas cosas. Le Guin llamó a esto “belleza profunda”, la belleza que existe tanto en el espacio como en el tiempo. Solía pensar que el paso del tiempo restaba belleza. Ahora sé que estoy equivocada.

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