Rubén nos escribe un correo con la siguiente inquietud: “el otro día después de un partido de fútbol 7 discutíamos con un compañero al respecto de si es conveniente lavarse los genitales con o sin jabón, ya que yo creo que puede ser agresivo para la piel de esta zona, que es muy sensible, pero él insistía en que sí. Al final me quedé con la duda: ¿cuál es modo correcto de lavarse?”.
Para responder a Rubén conviene primero explicar que para la ducha diaria, algunos dermatólogos advierten que el exceso de jabones, sobre todo si tienen el pH ácido, puede ser perjudicial para la flora de nuestra piel y aseguran que muchas veces basta con el paso del agua caliente para limpiar las sales del sudor y revitalizar los músculos.
No obstante, hay ciertas zonas donde sí conviene tener especial cuidado; una de ellas es el cuero cabelludo, dada las secreciones grasas de los folículos, y otra son los genitales o más bien dicho la zona perineal, que comprende los órganos excretores, los sexuales y el área anal. Es una zona de piel sebosa y retráctil, especialmente delicada y dada a los pliegues, donde pueden quedar restos de humedad y se producen secreciones ideales para que crezcan hongos o bacterias.
Por lo tanto hay que ser especialmente cuidadosos en las zonas genitales. Hemos preguntado a la doctora María Rosa Martí Muns, dermatóloga especializada en venereología e higiene genital, que nos ha dicho que “esta es una zona en la que sí hay que aplicar jabón cada vez que nos duchemos, tanto mujeres como hombres”, pues es importante asegurar su absoluta higiene.
Genitales femeninos
En el caso se los genitales femeninos, la doctora Martí explica que “las mujeres jóvenes pueden utilizar jabones corporales normales, con pH adecuadamente ácido, pero las premenstruales o las de una cierta edad, que se acerquen a la menopausia, es mejor que opten por jabón de pH neutro porque es menos agresivo con su flora vaginal, así como con la piel de los labios, que puede resecarse más”.
La doctora avisa de que “lo primero que hay que lavarse con agua y jabón es el ano, por precaución, y luego la vulva; además, para asegurar que no pasamos hongos y bacterias de la zona anal a la genital, siempre debemos lavarnos de adelante hacia atrás”. Y de igual modo hay que proceder en el secado, “con una toalla diferente a la del resto del cuerpo y asegurándonos de nunca secar la vulva con el mismo trozo con el que secamos el ano”.
Una vez la zona está debidamente seca, “atendiendo bien a todos los pliegues”, es opcional aplicarse crema hidratante “según el tipo de piel de cada una”; si tenemos tendencia a la piel reseca, lo que puede favorecer las alergias e incluso infecciones cutáneas, es mejor usar una crema que nos de hidratación y protección. Ahora bien, si somos de piel grasa, un exceso de crema puede favorecer la humedad, las llagas y por tanto las infecciones.
En general, la doctora aconseja “una crema no excesivamente grasa, hipoalergénica -que no produzca alergias- y que favorezca, o por lo menos no ataque, a la flora vaginal. Respecto a si hay que lavarse con más frecuencia durante la menstruación, la doctora opina que no es necesario siempre que se utilicen adecuadamente compresas, tapones o incluso la copa menstrual. Tampoco es partidaria de la aplicación de polvos de talco ”porque son sospechosos de aumentar el riesgo de cáncer de ovario“.
No aconseja las duchas vaginales frecuentes en el bidé porque “terminamos por atacar a la flora vaginal, lo que produce un desequilibro que favorece a los hongos y bacterias infecciosos”; es decir que un exceso de pulcritud puede ser a la postre perjudicial. Finalmente la dermatóloga insiste en que “si queremos secarnos después de orinar, o porque tengamos perdidas de orina, deberemos hacerlo siempre de adelante hacia atrás”.
Genitales masculinos
Aunque las leyendas y los prejuicios machistas aseguran que huelen peor los genitales femeninos que los masculinos, al parecer ocurre con frecuencia todo lo contrario. “Muchos hombres obvian aplicarse jabón en la zona genital y especialmente si no están circuncidados perpetúan el mal olor provocado por las secreciones de unas glándulas que se encuentran en la base del glande, donde conecta con el prepucio”.
Estas secreciones, conocidas como esmegma, son altamente untuosas y tienen función protectora, pero si no se lavan con jabón, ya que son grasas, se enrancian y hieden, además de ser susceptibles de provocar irritaciones y alergias. Por lo tanto, es importante que tiremos hacia atrás del prepucio, descubriendo el glande, y le apliquemos agua y jabón para eliminar los restos de esmegma.
Después procederemos a secar la zona adecuadamente para evitar restos de humedad que favorezcan el crecimiento de hongos, aunque, según la doctora, “no debemos aplicar cremas hidratantes en la zona, pues la piel es muy fina y favoreceríamos las llagas; tampoco polvos talco, que pueden ser excesivamente desecantes y dar lugar a erupciones: basta con secar con una toalla”.
En cuanto al resto de los genitales, la doctora recomienda aplicar agua y jabón en la parte externa del pene y el escroto, por la cercanía del ano, y secar bien con una toalla diferenciada de la del resto del cuerpo, prestando especial atención a los pliegues inguinales, donde se pueden producir infecciones por el roce con la ropa o por la práctica de deportes.
Respecto a la aplicación de cremas hidratantes, las aconseja para evitar que la sequedad excesiva que genera el jabón provoque alergias y urticaria, o bien erupciones que propicien la entrada de bacterias y hongos dérmicos propios de la zona genital. Finalmente, la doctora Martí previene contra cualquier tentativa de afeitarse el vello púbico, pues “es una protección natural fundamental”.
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