¿En qué momento se ha normalizado creer en el horóscopo?
“Menos horóscopo y más responsabilidad afectiva”, reza una de las últimas 'viñetuelas' del humorista gráfico Omar Janaan. El artista, también pedagogo, lanzaba esa reflexión a raíz de sentir que su entorno recurre cada vez más a las estrellas para modular su comportamiento. “Me impacta que decisiones importantes de la vida de personas que tengo cerca estén tamizadas por el horóscopo. Tener parejas o amistades que, ante ciertas problemáticas, acuden a ello como un motivo decisivo para actuar en su vida me deja en una posición de vulnerabilidad porque, aunque intento entenderlo, no lo comparto”, explica a elDiario.es.
Para él, las redes sociales son el caldo de cultivo perfecto para que la astrología “contamine” cada vez más el día a día. Prueba de ello es la aceptación masiva de perfiles como @charcastrology, una de las cuentas que más ha crecido en estos últimos tiempos, rozando ya los 85.000 seguidores en Instagram. Tras ella está Charas Vega, una joven ibicenca que unió memes y astrología por casualidad dos semanas antes de la cuarentena… y ahora hasta tiene una novela en el mercado (Me lo han dicho los astros), lanzada por Penguin Books. Su trama, según la propia editorial, “gustará a todos aquellos que alguna vez han ojeado su horóscopo con la esperanza de culpar a las estrellas de sus desgracias”.
“Me gustaría decir que tuve una idea genial y vi el nicho de mercado, pero fue algo natural, porque es un tema que me interesaba y como me lo tomo todo a guasa… No pensé que iba a haber, de repente, una moda. Simplemente, era algo que me gustaba, lo hice sin pensar mucho”, cuenta.
Entre sus inspiraciones estaban los memes astrológicos de Tumblr, una plataforma de microblogueo nacida en 2007 que hoy es, prácticamente, una red social arqueológica. “No he descubierto nada, pero lo que yo hago es llevar ese concepto al absurdo, por ejemplo, relacionando cada signo con una frase de equis discurso o con un sabor de pizza en particular”, reconoce Vega.
Me impacta que decisiones importantes de la vida de personas que tengo cerca estén tamizadas por el horóscopo
Antes de eso, perfiles como @horoscoponegro (con casi cuatro millones de seguidores en Instagram) habían comenzado a allanar el camino de la astrología en redes: “Empezamos con la marca en agosto de 2012 lanzando nuestro primer tuit. Por aquel entonces, la astrología en general era muy poco accesible; la mayoría de la gente no entendía su mensaje, de dónde surgía y cuáles eran sus códigos. Lo que hicimos fue una interpretación del lenguaje astrológico para que llegara a todo el mundo, utilizando palabras y expresiones mucho más cercanas y comprensibles que las que existían en la astrología clásica”, explican desde la compañía, que ha diversificado sus contenidos en torno a este universo dando el salto también al mundo editorial.
“Hay personas que se divierten y entretienen con los memes de su signo solar, pero que también quieren entender el clima astral de un momento dado”, añaden desde la compañía. Charas Vega, por su parte, reconoce que para crear los memes que recorren la red con la velocidad de una mecha prendida no profundiza demasiado en la astrología: “No lo necesito, es solo para hacer un chiste y tengo un espacio reducido”, cuenta. Sin embargo, estas píldoras humorísticas son la principal referencia astrológica para muchas personas que, antes de este boom, no se habían preguntado ni cuál era su signo.
Aesthetic y lenguaje internetero: nuevas puertas de entrada al horóscopo
Es el caso de Naiara A., periodista que se ha sentido atraída hacia estas creencias precisamente gracias a los memes de @charcastrology y @checkinmela (un millón de seguidores). “De repente, todo el mundo tiene barajas del tarot, ¿no?”, dice. “Hay perfiles muy guays compartiendo contenido divertido sobre esto; antes era todo muy cutre, como de teletienda”, explica a partir de su experiencia como consumidora.
La 'nueva estética' de la astrología es, en efecto, parte del encanto. Más allá de los memes, que son siempre actuales, frescos, graciosos y fácilmente digeribles, el mundo del horóscopo ha actualizado su simbología con diseños muy atrayentes, convirtiéndose en un valor de consumo que apela directamente a las generaciones jóvenes. Esas para las que es importante que todo sea aesthetic.
La palabra inglesa se traduce simplemente por 'estética', pero designa una corriente nacida en TikTok que, según la revista Forbes, designa “fenómenos visuales que producen placer a la vista”. “Es verdad que hay una resignificación potente, chula, muy aesthetic de toda esta simbología relacionada con el wiccanismo, el horóscopo, las brujas…”, concede Vega por su parte, utilizando, precisamente, ese concepto.
“Siempre ha habido y siempre va a haber fans de la astrología, pero ahora la vemos en todas partes. En las librerías, por ejemplo, ha aumentado su presencia, e incluso Tous está haciendo joyas con los diferentes signos del zodiaco”, añade. Que el consumismo se apropie de una simbología es el rasgo más evidente de que se ha convertido en algo mainstream. Salvando las enormes distancias, pasó con el feminismo hace unos años, cuando sus lemas acabaron por aterrizar en las camisetas de Inditex.
El mundo del horóscopo ha actualizado su simbología con diseños muy atrayentes, convirtiéndose en un valor de consumo que apela directamente a las generaciones jóvenes
La astrología y su asociación a 'lo femenino'
Para Vega, la actual “desestigmatización del mundo femenino” ha facilitado que la astrología conquiste cada vez más espacios. De hecho, tradicionalmente, no era raro encontrar predicciones del horóscopo e información asociada a esta disciplina en revistas dirigidas específicamente a mujeres, y cualquiera que haya visto un espacio televisivo dedicado a las consultas telefónicas del tarot o similares se habrá dado cuenta de que son más las mujeres que llaman que hombres.
Los datos avalan esta percepción. Una de las últimas grandes encuestas realizadas en torno a este tema en Estados Unidos concluyó en 2017 que un 20% de los hombres cree en la astrología, frente a un 37% de las mujeres. “En las cuatro medidas (creencia en los poderes psíquicos, la reencarnación, la astrología y en que hay energía espiritual en ciertos objetos), una mayor proporción de mujeres que de hombres se suscribe a estas creencias. Y en general, siete de cada diez mujeres tienen al menos una creencia New Age, en comparación con el 55% de los hombres”, explican desde Pew Research Center, impulsores del estudio.
“En los últimos dos o tres años, la astrología ha pasado de ser un interés de nicho a un punto importante de entusiasmo para muchas mujeres y personas queer. En términos generales, el canal de VICE dirigido a mujeres y a la comunidad LGBTQ recibe una gran cantidad de tráfico a partir de sus artículos sobre características astrológicas y horóscopos”, compartía en un artículo ya en 2018 la propia revista, con foco en las tendencias culturales juveniles.
Astrología y ciencia, irreconciliables
Quienes no pasan por el aro de la astrología son los cientificistas, aquellos que defienden la necesidad de guiarse por los principios y resultados de la ciencia están ya bregados en el ruedo de la discusión en internet en tiempos de terraplanistas, plandemias… y astrología.
“Yo recibo hate (críticas, comentarios de odio) de gente que es superacérrima de la astrología, que cree que me estoy burlando de ella con mi contenido, y de gente supercientífica que me pregunta que cómo puedo hacer apología de las pseudociencias. Me llegan palos de todas partes”, dice Charas Vega. De hecho, a la autora le suelen enviar cortes de Rocío Vidal, la periodista especializada en ciencia tras el perfil La gata de Schrödinger. Vidal, crítica con la astrología, discutió hace poco su sesgo de género en el episodio Magufadas “para mujeres” del podcast La maja sesuda.
Para Vega, sin embargo, disfrutar leyendo horóscopos y papers no está reñido. “La mayor parte de los científicos de la historia occidental y blanca eran creyentes”, indica. A este respecto, en el libro Por qué creemos en mierdas, del psicólogo y divulgador Ramón Nogueras, se revisan varios estudios para concluir que la creencia en pseudociencias no está mediatizada por el nivel cultural ni por la inteligencia. Es más, este expone que son numerosísimos los mecanismos psicológicos que empujan a los seres humanos a creer en cosas que no están demostradas empíricamente: “No hay la menor relación entre la fecha de nacimiento y los rasgos de la personalidad. Hay montones de investigaciones que muestran claramente esa absoluta falta de relación”, nos explica el propio Nogueras.
Entre estos mecanismos se encuentra el sesgo de confirmación (la tendencia a favorecer, buscar, interpretar y recordar la información que confirma las propias creencias), el heurístico de disponibilidad (la inclinación a creer aquello que podemos recordar con mayor facilidad) o el efecto Forer (gracias al cual tendemos a identificarnos con descripciones de personalidad que en realidad son vagas y generales). Prácticamente las 245 páginas del libro de Nogueras se dedican a desgranar todas las razones por las cuales somos seres mucho menos racionales de lo que creemos, por qué 'lo natural' es “creer en mierdas”.
“Las personas que no creemos 'en nada', sencillamente, hemos estado expuestos a un entorno diferente, donde hemos podido encontrar explicaciones alternativas y satisfactorias del mundo. También hemos podido desarrollar una cierta flexibilidad a la hora de, por ejemplo, aceptar que hay cosas que no sabemos, y no necesitar explicaciones a cualquier precio. Pero esa función la cumplen otras cosas, como el conocimiento científico”, continúa Ramón Nogueras.
Gracias a las redes, ese lenguaje y esas expresiones han podido difundirse más y llegar a más personas, y entrar a formar parte del lenguaje común
Para el psicólogo, no hay evidencia de que seamos más crédulos que antes. “Me parece que es más una ilusión generada por el hecho de que aquellos que creen en estas cosas tienen ahora más sitios donde encontrarse y un altavoz que llega más lejos para dar su mensaje, pero eso no quiere decir que el mensaje sea más persuasivo”, considera. “Lo que sí puede haber cambiado es que, gracias a las redes sociales, ese lenguaje y esas expresiones han podido difundirse más y llegar a más personas, y entrar a formar parte del lenguaje común”.
La astrología como objeto de consumo 'del día a día'
Ese lenguaje ha calado tanto en la sociedad que Naiara ha empezado a fijarse en las fases de la luna para entender sus estados de ánimo. “A veces digo: 'hoy he tenido un día raro por esto y por esto', y miro a ver en qué parte del ciclo está la luna. Y suelo encontrar que la explicación tiene todo el sentido del mundo para mí”.
Por su parte, María Salas, CEO de una empresa de telecomunicaciones, afirma: “Yo no tenía ningún conocimiento de astrología, me ha llegado últimamente por Instagram. Sigo a astrólogos como Pablo Flores, que es muy mediático, porque me di cuenta de que, para mí, tenía sentido lo que decía a nivel emocional y energético. Sobre todo, cuando habla de tránsitos astrológicos, es decir, de la posición de los astros. Especialmente, de la luna, que es lo que más me interesa, y de cómo estos tránsitos impactan en el inconsciente colectivo y también en procesos más individuales. Yo lo escucho y digo ‘guau, es como me siento yo ahora, es justo lo que estoy transitando a nivel energético”.
Hoy, incluso se venden tote bags con la inscripción: “Lo siento, no puedo, es Mercurio retrógrado”, una frase críptica hasta hace unos años que ahora prácticamente cualquiera que tenga redes sociales entenderá: para los astrólogos, esta fase de Mercurio afecta negativamente a la comunicación y la tecnología, por lo que se recomienda no firmar contratos, evitar comprar electrodomésticos, no embarcarse en viajes, etc.
Pero, incluso quienes creen en estos fenómenos astrológicos asumen que hay que tomar sus explicaciones con precaución: Nicholas Campion, astrólogo y director del Centro Sophia en la Universidad de Gales (el único del mundo que se ocupa de las relaciones culturales con respecto al cosmos), reconoce: “La astrología judiciaria proporciona un marco para el pensamiento. Puede ser limitante, como cuando las personas usan su horóscopo como excusa, o no asisten a las citas en Mercurio retrógrado. También puede ser liberadora, permitiendo al astrólogo hacer conexiones que, de otro modo, se perderían”. (La astrología judiciaria, por contraposición a la ‘natural’, es, según el filósofo Cicerón, aquella que pronostica eventos mediante el cálculo de los cuerpos estelares y su relación con la Tierra, en lugar de mediante la intuición).
“Me quedo un poco en shock cuando una amiga, una persona a la que yo considero 'normal', me dice algo como: 'Ponte este podcast, que es superinteresante'. Y cuando me lo pongo, pensando que va a ser interesante de verdad, resulta que es sobre astrología. O me animan a seguir a personas especializadas en mi signo. Quizá es que, conforme se hace mayor, la gente pierde un poco la esperanza, necesita creer en algo, y como no cree en Dios, le da a esto y empieza a pensar a continuación que todo sucede por una razón, a creer en el karma, en la ley de atracción…” afirma, por su parte, Marta Moreno, ayudante de producción.
Al final, esto de la astrología se irá como llegó, y se quedará solo en un grupo reducido de gente, como cualquier otra moda
¿Creer en la astrología podría ser, entonces, una 'puerta de entrada' a otras creencias sin base científica, como las listadas por el Gobierno en su Plan contra las pseudoterapias y las pseudociencias? Vega considera que no: “Es curioso, me lo achacan bastante: para mí, es como aquello de que si empiezas fumándote un porro, vas a acabar en la heroína. Sin embargo, creo que, como en este caso, la astrología no tiene por qué ser necesariamente el puente a otras cosas: puedes creer en ella y no decir, por ejemplo, que la medicina moderna es falsa, pero locos hay en todas partes”.
La comunicadora, no obstante, sí que reconoce que en el auge del horóscopo hay una búsqueda de “nuevas formas de vivir la espiritualidad” muy similar a la que se vivió en los 70, cuando nació la new age y el horóscopo vivió su 'edad de oro'. “Se cree que astrología y este tipo de creencias arraiga en momentos de mucha incertidumbre, lo cual, ahora, se podría relacionar con la crisis de la Covid. Además, se ha sumado que en las redes sociales lo han sabido explotar muy bien, y a eso se le añade que los jóvenes se quieren desligar del catolicismo, y la astrología es una base de creencias también”, argumenta. Eso sí, no cree que este estado de cosas vaya a durar para siempre: “Al final, esto de la astrología se irá como llegó, y se quedará solo en un grupo reducido de gente, como cualquier otra moda”.
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