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El amor “demasiado sano” aburre: por qué el 'dark romance' se populariza entre lectores jóvenes

Andrea Proenza

1 de octubre de 2024 22:14 h

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“Los temas que trata este libro son muy oscuros y en él se describen situaciones delicadas que pueden provocar malestar, como consentimiento no consensuado y consentimiento dudoso entre los personajes principales, violencia gráfica, trata de personas y de niños, acoso y escenas sexuales explícitas”. Esta es la nota que acompaña a la edición española de Haunting Adeline: Nunca te dejaré, la primera parte de la bilogía Dueto del Gato y el Ratón de la autora H.D. Carlton. La novela, publicada por el sello juvenil Montena, se convirtió en un best-seller mundial a través de la fama que alcanzó el año pasado gracias a las nuevas prescriptoras literarias de la generación zeta, las booktokers —jóvenes que hablan sobre libros en TikTok—, y que sentó las bases de un subgénero literario que cobraría gran fuerza a lo largo de estos dos últimos años: el dark romance (romance oscuro).

Haunting Adeline entra dentro de la categoría dark romance porque cumple con los requisitos con los que, generalmente, cuentan las novelas de este subgénero: se narran temas oscuros, como la violencia y el abuso, los personajes muestran actitudes crueles y moralmente dudosas, hay sexo explícito, relaciones tóxicas con desequilibrios de poder, tensión emocional y psicológica, etc. Y, sin embargo, a pesar de los trigger warnings (avisos de contenido sensible) —y de que la autora la recomienda a mayores de edad— la novela entra en la categoría de libros para +12 años en grandes superficies como Amazon o para +14 en librerías independientes como Llibreria Drac, además de en otros establecimientos donde es muy frecuente encontrarla en las estanterías dedicadas al público más joven.

Estos espacios de venta, a su vez, se hacen eco y fomentan lo que está pasando en la red social TikTok, donde cientos de chicas jóvenes (e incluso adolescentes) reseñan el libro, hablan de sus frases favoritas, de las páginas donde aparecen los fragmentos que más les han impactado o, incluso, declaran cómo lo que normalmente considerarían red flags en una persona o una relación se convierten en rasgos deseables por los que suspirar.

“Me intento imaginar qué anillo te quedaría mejor en el dedo”, dice Zade, el protagonista de Haunting Adeline. “¿Y si no quiero ningún anillo?”, le responde ella. (Me rodea la garganta con la mano agarrándola con fuerza). “Si lo prefieres puedo ponerte un collar alrededor de este precioso cuello que tienes”, añade él.

Este es el fragmento de la novela que destaca una joven usuaria de TikTok, donde otras usuarias le responden sobre lo mucho que les gusta ese personaje y ese momento de la historia. Al igual que esta, muchas otras escenas de novelas similares —que están categorizadas como románticas— reproducen actos de acoso y abuso sexual perpetuados por hombres hacia mujeres, las cuales, a su vez, son el público principal de estas novelas, muchas de ellas de edades muy jóvenes gracias al marketing y a la viralización de los contenidos relacionados con los libros en TikTok.

Se narran temas oscuros, como la violencia y el abuso, los personajes muestran actitudes crueles y moralmente dudosas, hay sexo explícito, relaciones tóxicas con desequilibrios de poder, tensión emocional y psicológica

Pero, ¿por qué gusta tanto el dark romance entre la gente joven? ¿Hasta qué punto es perjudicial para ellos? ¿Y cuáles son las diferencias respecto a otra literatura romántica juvenil? La bibliotecaria especializada en literatura infantil y juvenil, Iris González, atribuye su éxito al momento vital en el que estas novelas llegan a las jóvenes porque, “al ser la adolescencia una época de cambios muy intensos, y de experimentación de emociones polarizadas, es probable que busquen lecturas que les faciliten identificarse con estos cambios y esta intensidad”.

Una opinión que comparte con Júlia Baena, también bibliotecaria especializada, que trabaja en un centro de educación secundaria: “Es inherente a su etapa vital. Ligado a esto, en un contexto educativo y social en el cual se intenta combatir el machismo y otras conductas abusivas, existe el placer de lo prohibido, de ir contracorriente, de traspasar límites, de hacer lo contrario”.

Pero nuestra identidad, especialmente a edades tan tempranas, se ve influenciada por los libros que leemos (o las películas que vemos), por lo que, cuando estos libros acaban en manos de jóvenes de 13 o 14 años, estas historias que deberían poder consumirse como ficción y una forma de entretenimiento 'fácil' —igual que cuando ves un reality de amor en Netflix o una película de acción sin mucho trasfondo— pueden acabar calando en la forma que tienen de concebir las relaciones y de naturalizar situaciones de abuso.

Sin embargo, no es cuestión de criminalizar al género romántico, a las lectoras ni a sus gustos, sino de ser críticas con la facilidad con las que estas acceden a determinados libros. “A medida que la demanda crece, las editoriales se están poniendo las pilas para aumentar la oferta pero, con las prisas, por el camino, algunas no catalogan bien sus libros y títulos que deberían considerarse +21 acaban en manos de adolescentes de 13 años que puede que no tengan la madurez suficiente como para comprender qué es lo que están leyendo”, reconocen Miriam Bisbal y Bárbara Pérez, fundadoras de la librería La Madriguera (Valencia), especializada en literatura juvenil y de fantasía. Todo ello sumado al desconocimiento de padres y madres, que confían en estas categorías a la hora de comprar libros a sus hijas. “He encontrado a familias muy sorprendidas cuando se lo he comentado: están muy contentas porque su hija lee, pero desconocen absolutamente qué tipo de contenidos está leyendo”, agrega Baena.

Este “error de marketing” ha estado muy presente este año con la promoción de la película Romper el círculo, basada en la novela de Collen Hoover. La bookstagramer Ana López (@lachicadetrasdevelaris) recuerda cómo estos últimos meses todo su feed se ha llenado de chicas jóvenes romantizando esta historia que, dice, “se ha vendido como una especie de comedia/drama romántico cuando, en realidad, aunque con fallos, la novela habla sobre la violencia de género”. Sin embargo, el enfoque que se le ha dado “ha provocado que muchas chicas sientan una atracción hacia el personaje de Ryle, el cual es el maltratador”, cuenta.

A medida que la demanda crece, las editoriales se están poniendo las pilas para aumentar la oferta pero, con las prisas, algunas no catalogan bien sus libros y títulos que deberían considerarse +21 acaban en manos de adolescentes de 13 años

Si no hay intensidad, se antepone el aburrimiento

También hay que reconocer que, en contraposición al romance oscuro, la literatura romántica juvenil a su vez está apostando por una de las grandes demandas dentro del género en los últimos tiempos: historias románticas o romantasy (de la unión entre romance y fantasía) 'sanas', es decir, en las que no se reproduzcan comportamientos abusivos, desequilibrios de poder ni se perpetúen los roles de género. Las lectoras que ahora rondan la treintena es posible que recuerden en su juventud sagas como Crepúsculo, A tres metros sobre el cielo, Hush Hush, Maravilloso desastre, entre otras, donde las protagonistas eran fácilmente manipulables, su identidad giraba en torno a conseguir el amor de los personajes masculinos y su deseo estaba supeditado al de ellos.

Cristina Romero (@criis_tedder__), escritora, filóloga, profesora y bookstagramer de romántica y fantasía recuerda estas sagas de su juventud: “Cuando tienes 14 años y lees historias de ese tipo, no te planteas que se trata de historias tóxicas, simplemente las lees y sigues avanzando en el género porque tiene algo que te engancha y te anima a continuar”. Muchas de estas novelas, aunque con un aspecto moderno y edulcorado, seguían perpetuando el rol de mujer pasiva, cuyo único propósito era encontrar un hombre que la quisiese, aunque eso significase dejar de lado sus propias metas y aspiraciones. No hay más que recordar el caso de Bella en Crepúsculo, que no duda en poner en peligro su vida hasta que consigue que el vampiro Edward acceda a 'convertirla' y casarse con ella.

Frente a estas narrativas, Romero agradece la presencia de otro tipo de historias en los últimos años, con ejemplos como Eleanor y Park de Rainbow Rowell, las novelas escritas por Inma Rubiales, Alice Kellen y Ana Draghia, entre otras. “Esto se debe a un cambio en el pensamiento que nos ha hecho plantearnos la concepción de las relaciones sentimentales en todos los sentidos, cómo se construyen las relaciones de poder y, por supuesto, tiene su vínculo con la situación de la mujer y el avance que se ha ido produciendo con los años”, afirma.

En contraposición al romance oscuro, la literatura romántica juvenil a su vez está apostando por una de las grandes demandas dentro del género en los últimos tiempos: historias románticas o 'romantasy' (de la unión entre romance y fantasía) 'sanas

Sin embargo, también existe otro sector de lectoras —en muchos casos más jóvenes— a las que este tipo de novelas de 'amor sano' no consiguen cautivar. Hace unos semanas, se viralizaba en TikTok un vídeo de la booktoker @hermosbooks hablando de la novela Keeping 13 (Los chicos de Tommen 2) de Chloe Walsh, donde afirmaba que era incapaz de leer libros con “relaciones sanas” porque le parecían demasiado aburridos. Y que, aunque ella “no romantiza las historias tóxicas para querer vivir una de ellas en la vida real”, en la literatura le parece más cautivador leer novelas de dark romance o con tropos literarios como el de enemies to lovers (de enemigos a amantes).

Lo interesante de la literatura, y la cultura en general, es que nos abre la puerta a experimentar situaciones ficticias con las que no tenemos que empatizar o sentirnos identificadas, y esta es una de las defensas habituales del género. Patricia Guerra (@laatrapasuenos), otra bookstagramer y lectora ocasional de dark romance, reconoce que este subgénero le permite “explorar algunos escenarios ficticios que no espero vivir en la vida real. ¿Cómo sería que un chico te acosara y se enamorara de ti? ¿Cómo sería que te obligaran a casarte con el jefe de la mafia italiana por una deuda?”.

Habrá quien no entienda cómo alguien puede disfrutar de este tipo de narrativas, especialmente por los estereotipos de género que puedan perpetuar. Sin embargo, no hay que olvidar que el verdadero peligro está en el público al que se dirigen, y no tanto el contenido en sí mismo. Si nos ceñimos a esta segunda cuestión y la comparamos con las novelas policíacas que utilizan a las mujeres como víctimas de numerosos y atroces asesinatos y violaciones —y que copan siempre los puestos más altos en la listas de ventas—, los niveles de misoginia no son tan distintos.

Patricia Guerra (@laatrapasuenos), 'bookstagramer' y lectora ocasional de 'dark romance', reconoce que este subgénero le permite explorar algunos escenarios ficticios que no espera vivir en la vida real

Por lo tanto, la literatura actual (sea juvenil o para adultos) no está exenta de dinámicas machistas ni es ajena a las demandas del mercado, que enseguida aprovecha lo que tiene éxito en plataformas como TikTok para seguir creando productos similares atractivos para el público juvenil. Y en lo referente a la notoriedad del dark romance y lo problemático que pueda ser este género para las lectoras jóvenes, conviene poner el foco de responsabilidad en las editoriales, que son quienes categorizan para qué público está destinado cada contenido, y no culpabilizar a las lectoras por disfrutar de lecturas que están creadas deliberadamente para enganchar y apelar a sus sentidos, especialmente en una época en la que buscamos emociones fuertes.

Como dice Samantha Herrera, auxiliar de bibliotecas, que acostumbra a estar en contacto con el público joven: “No se trata de demonizar este tipo de libros, más bien de asegurarnos a qué edades realmente corresponden”. A lo que Baena (bibliotecaria especializada) añade: “Hay que tener un mínimo interés por los contenidos culturales que consumen nuestros hijos, chicas y chicos. Ofrezcamos respeto y opciones”. Por lo que, mientras algunas de las (grandes) editoriales no cumplan bien con su labor, confiaremos en el importante trabajo del personal de bibliotecas, institutos y librerías (independientes), que siempre se aseguran de darnos las mejores recomendaciones y de dejar que cada género llegue a cada lector o lectora en el momento oportuno.