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Ola de calor: diez consejos para mantener la salud ante las temperaturas extremas

La primera andanada del verano ya está aquí: un frente de calor sahariano que subirá por la península, empujado hacia el centro y el este por la borrasca encallada en la zona cantábrica, que impide su dispersión en el Atlántico. Se trata de un calor reseco y que además viene recalentado a medida que avanza por el sur y centro peninsular, de modo que llegará al valle del Ebro con temperaturas que podrán alcanzar puntualmente más de 42ºC en Zaragoza durante el fin de semana, justo a las puertas de julio.

Por lo tanto, se trata de una ola doblemente peligrosa para aquellos colectivos más vulnerables, como son las personas mayores, los niños y las mujeres embarazadas. Por un lado, las altas temperaturas pueden provocar golpes de calor que descompensen el sistema de regulación de la temperatura corporal provocando una suerte de fiebre que puede llegar a ser mortal. Por otro, el hecho de que se trate de un aire muy seco puede llevar a las personas expuestas a situaciones de deshidratación severa.

Hay que tener en cuenta que en esta época suben sensiblemente los ingresos hospitalarios en las franjas de edad más sensibles: menores de 12 años y mayores de 65 años. Según un informe del Instituto de Salud Carlos III, más de 13.300 personas fallecieron en España entre 2000 y 2009 con consecuencia de las sucesivas olas de calor que acontecieron. Por su parte, la ola de calor de 2003, la más fuerte que se recuerda en lo que va de siglo, causó en Europa cerca de 35.000 muertes. 

Diez consejos para protegernos de la ola de calor

Ante estos peligros hay una serie de estrategias de sentido común que debemos adoptar y que debemos hacer que adopten nuestros mayores y nuestros hijos.

No permanecer en el exterior en las horas centrales del día: si la temperatura es demasiado alta no importa que estemos al sol o a la sombra, ya que a buen seguro acabaremos por sufrir mareos y puede que vómitos o tal vez algo peor. Cuando el termómetro ronde los 40ºC, nos quedaremos en interiores y protegidos de la luz hasta que el sol empiece su caída. Si se tercia, bajaremos persianas y correremos cortinas.

Procurar mojarse con frecuencia: para evitar la hidrocución [¿Qué es la hidrocución?], sobre todo en las piscinas, no esperaremos a que nos dé en exceso el sol y nos suba la temperatura para refrescarnos, ya que un cambio térmico demasiado brusco puede darnos el clásico 'corte de digestión'. Si una vez en el agua comenzamos a sentir mareos, dolor de cabeza o bien sensación de somnolencia, saldremos rápidamente de la piscina.

Evitar el deporte en exteriores hasta la noche: el running, el tennis, el paddle surf y otras actividades al aire libre no se recomiendan hasta la puesta total del sol durante la ola de calor. Si la ola se intensifica, tanto mejor evitar el ejercicio extenuante, ya que nos puede disparar la temperatura corporal y aumentar la probabilidad de golpes de calor y deshidrataciones.

Andar con la botella siempre a mano: una botella de agua tibia, es el mejor método para prevenir la deshidratación. No conviene que el agua sea fría en exceso, ya que el contraste podría provocar un aumento de temperatura en el cuerpo para compensar y, por lo tanto, sufriríamos más calor.

Ducharnos con agua tibia: sobre todo, antes de acostarnos; a este respecto es importante que el agua no sea ni fría ni caliente con el fin de dejar que nos quite el calor con su evaporación. Si el agua es demasiado fría, el cuerpo subirá la temperatura corporal.

Evitar aires demasiado bajos: pueden provocarnos alteraciones si pasamos bruscamente al calor de la calle durante un tiempo largo, además de resecar las mucosidades y entumecer los músculos. Los cambios bruscos de temperatura pueden impulsar una bajada de las defensas del cuerpo y resfriados. Es mejor un aire cercano a 26ºC. [Breve guía para sobrevivir al aire acondicionado en la oficina]

Usar sombrero y caminar siempre a la sombra: si no podemos evitar la calle durante un tiempo demasiado prolongado –por trabajo, porque estamos haciendo turismo, etc.–, debemos caminar siempre evitando el sol, protegidos por sombreros o gorras para evitar el excesivo calor en la cabeza. Además, resulta aconsejable usar pañuelos vaporosos para esconder cuello y nuca del sol.

Ni mascotas ni niños ni abuelos deben quedarse dentro del coche: ni siquiera por unos pocos minutos y con aire a tope, o a la sombra. El motivo es que el coche puede convertirse en una caldera letal, ya que la temperatura en su interior se dispara.

Evita los excesos con el alcohol: con la resaca, el cerebro se deshidrata y provoca los consabidos malestares. Si juntamos la deshidratación de una borrachera a otra asociada a la ola de calor, corremos peligro en las horas centrales del día.

Alimentarnos con abundante fruta y verdura: estos alimentos contienen la llamada “agua biológica”, asociada a la fibra vegetal y las sales minerales, que además modula el nivel de azúcares en sangre, con lo que nos mantendremos mejor hidratados. Por otro lado, se trata de alimentos de digestión ligera, que evitan que la sangre se concentre en el estómago, cosa que impediría que el sistema circulatorio trabajase óptimamente como refrigerador corporal. 

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