Tanto a solas como, sobre todo, en pareja, a veces no logramos disfrutar del sexo todo lo deseable porque el orgasmo se nos escapa. Este artículo ofrece siete claves para conseguir los orgasmos óptimos y, cuando cada cual descubra cuáles son sus trucos más eficaces, pueda compartirlos con quien quiera para aprovecharlos. Hay que tener en cuenta que si no sabemos lo que nos satisface personalmente, difícilmente lo adivinará otra persona. ¿Quién quiere depender de la suerte de encontrar a alguien que toque las teclas correctas?
1. Dejar sitio en el cerebro para el 'orgasto'
Según los autores de 'La ciencia del orgasmo' (Paidós), “el orgasmo es una respuesta intensa y agradable a la estimulación genital física peniana en los varones, y clitoriana o vaginal en las mujeres”. Sin embargo, poco se habla del orgasto, que es el desencadenamiento automático que se produce en la mente, puesto que, para sentir el orgasmo físico, te lo tienes que contar previamente en tu cerebro.
El orgasto fallido nos puede dejar sin orgasmo cuando nos despistamos con nuestras preocupaciones, nuestras emociones, los estímulos externos y demás procesos condicionados por nuestra biografía. Podemos incluso alcanzar el clímax, pero habiendo perdido la desconexión mental propia del orgasto.
El sexólogo Alfonso Antona, director del Instituto Antona, especializado en sexualidad y mindfulness, asegura observar a menudo en su consulta que “la mayor parte de los problemas para conseguir un orgasmo tienen que ver con pensamientos intrusivos, con sus consiguientes niveles de angustia y ansiedad”. Es decir, que las preocupaciones de diversa índole pueden bloquear inconscientemente una respuesta que tendría que ser automática ante el placer.
2. Ojo con la 'orgasmolatría'.
Cuando nuestra cabeza se despeja de pensamientos intrusivos, el orgasto se dispara solo y las sensaciones fisiológicas placenteras también. Por tanto, ¿qué hacer?: “Nada. Cuando nuestra cabeza se calma, el placer llega solo; el orgasmo es una consecuencia, no puede convertirse en una meta”, relativiza Antona.
Se refiere a lo que podríamos llamar 'orgasmolatría', un cuadro psicológico obsesivo que se produce cuando ponemos por única meta conseguir el orgasmo a toda costa. En tales casos es muy probable que nos agobiemos cuando las cosas no van como esperábamos con la pareja con la que tenemos relaciones.
De la 'orgasmolatría' se derivan diversas anticipaciones, como pensamientos del tipo “seguro que… no voy a poder”, “¿Estaré a la altura?” o “¿Se me notará tensa?”. A partir de ahí, puede aparecer el fenómeno de la profecía autocumplida: “¿No ves? Si ya lo decía yo”. A este respecto Antona juzga más importante que el orgasmo en sí el placer de besar, de oler, del tacto, las mirada sensuales, las palabras excitantes. Según el sexólogo, valorar estos estadios intermedios son el mejor camino hacia el orgasmo.
3. No centrarse sólo en el clítoris y el glande
Yendo a lo básico, el orgasmo se obtiene estimulando el pene en el caso del hombre, y en el caso de la mujer, el clítoris, bien sea directa, o indirectamente, a través de la penetración vaginal. Pero las zonas aledañas a los órganos sexuales también pueden ser generadoras de orgasmos por sí mismas. Esto sucede gracias a todos los nervios que se acumulan en las áreas supra-genitales, con miles de ramificaciones que pueden causar un maremoto sensorial.
Basta con la mera aproximación al cuello del útero, a la próstata, al ano de hombres y mujeres, a la vagina o al escroto para que se activen las sinápsis del placer. Porque sus nervios mandan los estímulos hacia la espina dorsal, que los canaliza hacia el cerebro, donde el circuito de recompensa empieza a activarse y acaba segregando una cantidad de hormonas del placer altamente adictivas.
No en vano, las sensaciones que te provocan la dopamina, la oxitocina, las endorfinas y demás hormonas segregadas en el cerebro durante el orgasmo son las mismas que cuando haces deporte, comes con hambre o consumes opiáceos. Por lo tanto, si las zonas erógenas se extienden más allá del clítoris o el glande, ¿por que no salir a experimentar con las sensaciones de nuestro compañero o compañera y a la vez pedir que experimenten con las nuestras? Cuantas más terminaciones nerviosas se estimulen, mayor es la excitación y por tanto el orgasmo.
4. Buscar más allá de la zona urogenital
Al menos en el caso de las mujeres, es posible tener orgasmos sólo pensando, sin ningún estímulo físico, con nuestras propias fantasías sexuales. También podemos tenerlos aprovechando el magnífico potencial de zonas erógenas alejadas de los genitales, como las mamas y los pezones. En efecto, los pechos femeninos están sensorialmente conectados con la misma zona del encéfalo que recibe la actividad sensorial de los genitales. De modo que, sólo con acariciarlos, según el gusto de cada mujer en concreto, puede lograrse un orgasmo.
En cambio los hombres, que también tienen pezones, no suelen tener tener orgasmos por esta vía. Sin embargo, cuentan con la próstata, que también está irrigada de terminaciones nerviosas y puede desencadenar orgasmos cuando se la estimula convenientemente. A muchos hombres les da pudor probar la introducción de un consolador anal por el recto, pero lo cierto es que los orgasmos de próstata suelen ser superiores a los glandelianos.
5. Tener en cuenta el efecto Coolidge
La variación como acicate del placer es la raíz del 'efecto Coolidge', que viene a referir que, ante la aparición de alguien nuevo en escena, el interés sexual se renueva. No se trata de incitar a la infidelidad ni a la poligamia, sino de buscar trucos para contrarrestar rutina sexual, que como consecuencia de este mismo efecto se sabe que adormece el apetito sexual.
Así que, dentro de la pareja, se pueden buscar alternativas que mantengan la tensión y excitación necesaria para alcanzar orgasmos óptimos. Se pueden, por ejemplo, buscar nuevas posturas que aproximen más el pene a la zona clitoridiana y a la vez generen nuevas sensaciones. No es lo mismo hacer la cucharita, abrazando todo el cuerpo de la mujer desde atrás, que el misionero.
También se pueden buscar situaciones y ambientes nuevos, así como lugares diferentes, o inusuales con nuestra pareja, que propicien la sensación de novedad y alimenten el 'efecto Coolidge' como si estuviéramos con un nuevo individuo desconocido. Es recomendable también salir del entorno habitual unos días para desconectarse de los hábitos y presiones cotidianas, de modo que las relaciones sexuales estén menos condicionadas.
6. Valorar el sexo oral
El sexo oral puede proporcionar tantos orgasmos como el coito si está bien llevado, atendiendo a los requerimientos de nuestra pareja y conociendo los puntos y ritmos erógenos de cada sexo. En el caso de las mujeres, el hombre debe estimular el clítoris con la lengua y los labios, masajeándolo fuerte pero sin morder. Si, además, introduce un dedo en la vagina y otro, o un consolador lubricado, en el recto aumentará la probabilidad de proporcionar un orgasmo placentero.
En los hombres, el sexo oral debe atender a una zona mucho más deslocalizada que implica tanto el grande como el tronco del pene o el escroto, sin dejar de valorar el perineo, y por tanto debe repartirse por estas zonas. No es cuestión de encajar todo el pene en la garganta sino de provocar el máximo de sensaciones en distintos puntos, ayudándonos eventualmente de la mano.
7. Usar juguetes sexuales
¿Por qué no? El uso de consoladores, anillos que vibran y otros juguetes sexuales, puede estimular no solo las zonas erógenas sino también la imaginación y nuestra excitación, con lo que contribuimos en mayor medida a alcanzar un orgasmo óptimo.
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