Tengo los pies planos: qué consecuencias puede acarrear para mi salud

Pies planos

Marta Chavarrías

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Los pies son la base del cuerpo. En condiciones normales, el arco o bóveda plantar, la base del primer y quinto metatarsiano y el apoyo del calcáneo (el talón) suele levantarse del suelo cuando estamos de pie.

Tanto en adultos como en niños, el pie plano se caracteriza por “ausencia del arco interno del pie cuando está en situaciones de carga con tendencia a volcar el pie hacia adentro en mayor o menor medida”, afirma Javier Pascual, podólogo, Doctor por la Universidad Complutense de Madrid y director de la Revista Española de Podología.

El pie plano suele ser algo normal en bebés y niños pequeños, que acostumbran a tener el arco de la parte interna aplanado a causa de la hiperlaxitud de los ligamentos y de una musculatura que no está del todo desarrollada. “El pie plano infantil es muy habitual”, dice Carles Espinosa Mondaza, vicepresidente del Colegio Oficial de Podólogos de Cataluña.

Pero con el paso de los años este arco suele elevarse hasta una altura óptima para andar. “Cada edad tiene una estructura de pie particular y la huella va variando con los años”, asegura Espinosa.

En algunas personas, sin embargo, y condicionadas por la genética o una alteración de la cadena muscular, el problema persiste y con él se agrava el molesto desequilibrio al andar.

Morfología del pie plano

Las principales causas de los pies planos suelen ser de ligamentos y musculatura, aunque en algunos casos más graves el hueso está formado de manera que ya marca la forma del pie, es decir, la formación de los huesos ya determina este tipo de pie. Estaríamos frente a los casos más graves.

Cuando el pie ha tomado su forma definitiva, muchos niños aún tienen pies planos, aunque para muchos de ellos no será un problema grave que necesite tratamiento.

Se considera que, a partir de los tres o cuatro años, la marcha de un niño se asemeja bastante a la manera de andar del adulto, es decir, “apoyo del talón, del pie y despegue del pie del suelo”, reconoce Espinosa.

El pie plano flexible es una alteración que suele solucionarse de forma espontánea con ayuda de algún tratamiento simple. Es el que se considera que está dentro de la normalidad y que con el tiempo se irá corrigiendo. En la mayoría de los casos se apoya toda la planta del pie pero, de puntillas, se define de forma clara un arco plantar.

El pie plano rígido, en cambio, es menos frecuente y se caracteriza porque el arco no cambia ni cuando se está en reposo ni de pie y el talón se desvía hacia fuera. Está más relacionado con dolor y la limitación de la movilidad y suele impedir que este se mueva con normalidad.

Para diagnosticar este problema suele analizarse la huella con un programa informático, que permite conocer si la persona tiene pie plano y, en caso positivo, en qué grado. 

Qué problemas provocan los pies planos

Aunque no todas las personas con el pie plano tienen problemas ni sufren dolor, la mala alineación puede afectar la forma en la que sostenemos el cuerpo e, incluso, puede provocar lesiones, sobre todo en los adolescentes y adultos.

“Es común en pacientes adultos con pie plano el dolor en los pies”, asegura Pascual porque se carga de forma excesiva la parte media del pie, que es la que acaba soportando todas las presiones como consecuencia de la caída del arco interno, lo que se traduce en un pie más fatigado. 

Algunas de las principales complicaciones del pie plano son, en palabras de Espinosa, “predisposición a tener más tensión a nivel de la musculatura de la planta del pie, a que la primera articulación del primer dedo sufra más y que la articulación tenga más riesgo de tener artrosis en este nivel”.

También puede ocurrir que aparezcan “problemas de postura ya que la posición del pie condiciona el resto de posición de la extremidad, en ocasiones sobrecargas a nivel de espalda”, matiza este experto.

Además, añade Pascual, “en muchas ocasiones los tendones y los ligamentos, sobre todo en la cara interna del pie, se lesionan en estos pacientes pudiendo sufrir dolor y desalineación de las articulaciones del arco interno del pie”.

El pie plano también puede ir acompañado de deformación de los pies, como el pie valgo, que consiste en la lateralización de los talones hacia dentro, una posición anómala del pie que se tumba hacia dentro, muy característica de la edad infantil. 

En los casos más graves pueden aparecer problemas subyacentes que se relacionan con los huesos, los músculos o los tejidos blandos. “En los casos más graves, las desalineaciones pueden llegar a afectar el tobillo y la rodilla, comenzando y acelerando procesos de artrosis en estas articulaciones y en las del arco interno”, afirma Pascual.

En la mayoría de los casos se observa una deformación del calzado, que suele desbocarse por la parte interna. En los casos más graves, el calzado se tuerce hacia dentro –lo que se conoce con el nombre técnico de pronación– en situaciones de carga y dolor en la cara interna del tobillo cuando se está de pie o en situaciones de carga.

Con el tiempo, si el pie plano no se trata puede comportar molestias mayores de origen articular ya que las estructuras óseas dejan de funcionar en la posición adecuada, lo que puede acabar con artrosis de las articulaciones del pie y el tobillo, dolores y molestias en un primer momento ocasionales pero que, a largo plazo, pueden acabar siendo definitivas.

Los pies planos, ¿tienen tratamiento?

Debe tenerse en cuenta que a, la hora de hablar de pies planos, “no todas las personas necesitan tratamiento”, reconoce Espinosa. Según este experto, en los casos pediátricos muchas veces el tratamiento es conservador: uso de plantillas, ejercicios de tonificación de la musculatura de pie o el uso de zapatos especiales.

Este tratamiento, explica Pascual, “ayuda a mejorar los síntomas dolorosos pero no corrige la deformidad. Es decir, el pie sigue estando plano y sin arco pero no es doloroso y les permite hacer una vida normal”.

Si estos tratamientos no ayudan a que los síntomas y deformidades persistan o empeoren puede ser necesario algún tratamiento más invasivo. “En los casos más graves el tratamiento debe ser quirúrgico para que el pie recupere una morfología más normal”, señala Espinosa. En este caso, el objetivo es corregir la deformidad del pie plano.

“Existen diversas técnicas para ello pero generalmente requieren actuar en las partes blandas (tendones y ligamentos) y en la alineación ósea, con osteotomatías o cortes en el hueso para alinear la posición”, termina Pascual.

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