A finales del pasado mes de marzo la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) presentaba la nueva Pirámide de Alimentación Saludable. El objetivo de esta guía es, según sus responsables, que sea una herramienta fundamental para los profesionales de la salud y del ámbito educativo pero, sobre todo, para la población general sana.
Para la revisión, los más de 100 expertos que han participado en ella han tenido en cuenta, aseguran, los problemas de salud más frecuentes, los hábitos alimentarios, los usos y costumbres de la población española, los niveles de práctica de actividad física y sedentarismo y el contexto socioeconómico y cultural. Pero esta nueva versión de la pirámide tampoco convence, y no lo hace porque incluye alimentos que no deberían estar.
Aunque una de las cuestiones es si mejora o no su antecesora, Aitor Sánchez García, dietista-nutricionista y autor del blog y del libro Midietacojea, asegura que, en líneas generales, “sí mejora, aunque era difícil empeorarla” y que las “mejoras no son suficientes”. Pero vayamos por partes y analicemos algunos de los puntos que más controversia han generado.
Las novedades más controvertidas
Las principales novedades de la guía, que no se renovaba desde el año 2001, aparecen en la base y en la parte superior en forma de banderines. En la base aparecen cinco aspectos, tres de los cuales son los que más han podido sorprender, aunque el hecho de que se hayan añadido sí es un acierto, admite Sánchez. Por un lado está el equilibrio emocional, donde se advierte que, según cómo está el estado de ánimo, elegiremos un tipo de alimento u otro.
El balance energético recalca la importancia de un equilibrio entre la cantidad de alimentos que se consumen y el movimiento que se realiza, es decir, el gasto energético. Otro de los apartados se refiere a las técnicas culinarias saludables, que destaca la importancia de usar aquellas más adecuadas y sanas, como la cocción al vapor, el hervido o la plancha.
En cuanto a los otros dos aspectos, la actividad física y el consumo de agua, si bien no son una novedad, sí destaca la recomendación que hacen de hacer “ejercicio una hora al día”, como dar un paseo que incluya un mínimo de 10.000 pasos. Esta nueva base ha recibido algunas críticas, aunque también algunos nutricionistas se han apresurado a decir que se trata de factores que influyen de manera directa en la manera de alimentarnos.
En la otra punta de la pirámide, en la cúspide, la gran novedad son las dos banderitas ondeando con la siguiente información 'suplementos nutricionales', como la vitamina D. Se incluye por primera vez en la pirámide de los alimentos la suplementación nutricional, con matices, ya que debe ser una opción analizada por un profesional de la nutrición y de manera individualizada.
Pero es una de las partes más criticadas. Los suplementos vitamínicos, y nutricionales en general, no son alimentos; por tanto, deberían estar fuera de la guía. Si bien se detalla que se trata de una “opción individualizada”, este término puede llevar a confusión y puede dar a entender que la suplementación, en lugar de ser responsabilidad de los profesionales, queda en mano del consumidor. Un error.
Cereales integrales sí y bebidas alcohólicas no
En el segundo nivel de la pirámide están los cereales, que incluye, por primera vez, los cereales integrales, un aspecto aplaudido por los dietistas-nutricionistas. Pero cuidado con incluir e introducir los cereales refinados, cuyo consumo en España, asegura García, es elevado, aunque no son “prioritarios”. Para el experto, la base de la pirámide deberían ser las “frutas, las verduras y las hortalizas”.
Otro aspecto que ha generado críticas es añadir las bebidas alcohólicas. Añadir el alcohol en una pirámide nutricional es un error, aunque vaya acompañado de un añadido en el que pone “consumo opcional, moderado y responsable”. ¿Qué es opcional, moderado y responsable? ¿Una, dos o tres copas al día? Se trata de términos muy ambiguos, con múltiples interpretaciones, que pueden generar confusión y que, por tanto, no deberían usarse en una pirámide donde se dan recomendaciones de lo que es una alimentación sana. Para García, conceptos como consumo moderado “incitan a error”.
Azúcares y embutidos, ¿sanos?
Se perpetúan, en la parte más alta de la pirámide, los azúcares y los embutidos (bollería, azúcares, chuches, chorizo, morcilla y carnes procesadas). Si bien aparecen con la información “ingesta ocasional y moderada”, estamos con el mismo problema que las bebidas alcohólicas. Se supone que una pirámide nutricional debe incluir alimentos sanos, y los azúcares y embutidos no lo son.
Aunque su consumo ocasional no conlleve riesgos, no deberían ser los aconsejados desde la salud pública. Es como si el consumidor estuviera leyendo que “puede comerse cada día un poco de azúcar y de embutidos y que es saludable”, corrobora García. Es un error similar al del alcohol.
El modelo australiano
Uno de los problemas de la nueva pirámide, segura Aitor García, es que genera conflictos de intereses graves con la industria alimentaria. No es una herramienta independiente porque continúa siendo un elemento influenciado por los intereses de la industria alimentaria. Un ejemplo de pirámide realmente saludable e independiente es la australiana, asegura García.
Y si nos fijamos en las recomendaciones que hace esta última, veremos que hay cuatro niveles: en el primer nivel están las frutas, verduras y legumbres; en el segundo, cereales, mejor integrales; en el tercer nivel se encuentran los lácteos y carnes, pescados y huevos; por último, en el cuarto nivel y en un lugar pequeñito, están las grasas saludables, como el aceite de oliva.
¿Dónde están la bollería o las bebidas azucaradas? Sencillamente, no están porque no se consideran saludables. Y esto es lo que debería incluir una pirámide nutricional.
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