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¿Es recomendable tomar estatinas para bajar el colesterol LDL o malo?

Jordi Sabaté

17 de febrero de 2023 23:03 h

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Es una máxima nutricional que el colesterol, además de una molécula que participa en muchas de las funciones de nuestro cuerpo, es un indicador de nuestra salud metabólica y cardiovascular en general, sobre todo el colesterol de baja densidad o LDL. Lo explicamos bien en este artículo.

No obstante, la cuantificación de esta forma de baja densidad lipoproteica del colesterol (low density lipoprotein) está llena de controversias y no pocas filosofías de salud, así como sospechas de intereses de las distintas Industrias farmacológicas.

En este sentido, mientras que una cifra de colesterol total (LDL + HDL) de 240 mg/dl de sangre se considera peligrosamente alta en Estados Unidos, en Europa se ve como normal-alta, en el límite de la salud pero todavía no preocupante.

Es en niveles superiores, que el paciente no consigue bajar con ejercicio y dieta saludable, cuando en la Unión Europea empezamos a plantearnos algún tipo de medicación para controlar el colesterol, especialmente el malo.

En Estados Unidos, en cambio, suele recetarse medicación de control a partir de los citados 240 mg/dl. Y uno de los grupos de fármacos que más se recetan, tal vez con diferencia los que más, son las estatinas.

¿Qué son las estatinas?

Las estatinas son una serie de fármacos descubiertos a principios de los años 70 del siglo pasado a partir de subproductos de mohos del género Aspergillus sp, que luego han sido perfeccionados para su síntesis en laboratorio. 

Entre sus propiedades se encuentra la de bajar drásticamente los niveles de colesterol LDL plasmático, al conseguir bloquear una enzima, la 3-hidroxi-3-metilglutaril-coenzima A reductasa, que actúa como catalizadora de la síntesis de colesterol de baja densidad por parte del hígado.

Esto hace a estos fármacos indicados cuando no hay ninguna otra forma de bajar el colesterol malo en la sangre, es decir cuando ni el ejercicio físico, ni los buenos hábitos de vida (ni alcohol ni tabaco) ni la buena alimentación lo consiguen.

En otras palabras cuando los niveles altos de colesterol se deben a alguna suerte de fallo metabólico de origen genético, no relacionado con la alimentación pero que de todos modos es igual de peligroso, pues mantiene un cierto riesgo de taponamiento de arterias.

Estos casos, relativamente raros, si bien es cierto que también en pacientes con malos hábitos y poca voluntad de corregirlos, las estatinas pueden ayudar temporalmente mientras se pone remedio al problema.

Así lo asegura un estudio de 2015 publicado en The Lanced y llevado a cabo por científicos de la Harvard Medical School. En él se concluye que reducen el número de infartos, especialmente en las personas con LDL elevado hereditariamente .

También se desvela que son efectivas para reducir la mortalidad con las personas que tienen un mal funcionamiento metabólico, con LDL alto, HDL bajo y triglicéridos altos.

A este respecto, la Sociedad Española de Cardiología se hizo eco en un documento de 2011 de varios estudios sobre los efectos a largo plazo de las estatinas en las personas que las toman para paliar su riesgo de accidente cardiovascular. 

Los estudios mentados seguían a los pacientes durante periodos de más de diez años y concluían que hay en valores absolutos un beneficio en la disminución del riesgo al controlar los niveles de colesterol LDL en sangre.

No obstante, el documento incide en que las estatinas no se han mostrado eficaces en la reducción de las capas de colesterol depositadas en las arterias (ateromas), sino solo en la mejora de las concentraciones y, por tanto, en la disminución de las precipitaciones, con lo que el ateroma deja de crecer. También cifra la disminución del riesgo de accidentes cardiovasculares graves en un 23% a tenor de las conclusiones de los estudios.

No son inocuas

Aunque está demostrado su funcionamiento, al bloquear la síntesis de colesterol LDL en el hígado, las estatinas tienen contrapartidas, son un fármaco bastante agresivo a nivel hepático, con importantes efectos secundarios a largo plazo.

De hecho, un documento de la Clínica Mayo hace hincapié repetidamente en que a pesar de que la eficiencia de las estatinas en el control del colesterol LDL en sangre está sobradamente demostrada, estas solo deben emplearse como última opción y tras haber comprobado que el cambio de hábitos de vida y alimentación no ha sido suficiente para lograrlo. 

El mismo documento añade que dichos fármacos tienen efectos secundarios que a veces pueden mermar la calidad de vida y en ocasiones provocar daños hepáticos.

Según escribe en un documento de la Fundación del Corazón el doctor Alfonso Valle Muñoz, jefe de Servicio de Cardiología del Hospital Denia (Alicante) y cardiólogo del Hospital La Salud (Valencia), aunque los efectos adversos más graves no se dan en más del 2% de los casos, su presencia es suficiente para cancelar el tratamiento.

Otro posible efecto adverso, no tan relevante pero que ciertamente puede mermar la calidad de vida, son los dolores musculares, tal como advierte la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS). El organismo cita la sensibilidad a la presión, debilidad o calambres musculares. El doctor Valle Muñoz los cifra en el 20% de los casos.

También, raramente, pueden darse reacciones alérgicas que incluyen hinchazón de la cara, la lengua y la garganta, con problemas para respirar, lo que aconseja la suspensión inmediata del tratamiento y la búsqueda de ayuda si los problemas de alergia persistieran.

¿Situación de abuso?

Entre 1996 y 2011, Pfizer ganó 120.000 millones de dólares con su producto Lipitor (Atorvastatina, una estatina de las más modernas). Sus críticos aducen que buena parte de los beneficios se debieron a que el fármaco se prescribía a personas que realmente no lo necesitan.

Esto es, a personas con el colesterol LDL alto, pero no gravemente alto, y que además podrían bajarlo a niveles saludables con ejercicio, una dieta adecuada y dejando el tabaco y el alcohol, por ejemplo.

En diciembre de 2018, la revista Annals of Internal Medicine publicaba un artículo de un equipo de investigadores de la Universidad de Zúrich que evaluaba los riesgos y beneficios de estos tratamientos con un modelo informático de los datos de salud de los pacientes. 

Según el autor principal del trabajo, casi la mitad de las personas prescritas para tomarlas realmente no tenía necesidad de estatinas para mantener sus niveles de colesterol LDL bajos.

No se trata del único punto de vista contrario a la prescripción de estos medicamentos: la revista British Medical Journal es muy crítica con la sobre-prescripción, habiendo publicado numerosos artículos en los que se destaca, incluso, el riesgo que tiene en algunos casos de provocar diabetes de tipo 2 en individuos que no la padecían sin reducir el riesgo cardiovascular. 

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