El edredón es un invento que proviene de antiguo en la historia de Europa, ya que se cree que se usaban rellenos de pluma de ganso salvaje previamente al siglo I antes de Cristo, pero no fue hasta principios del siglo XIX cuando se comenzaron a popularizar entre las clases altas del continente.
En el siglo XX este tipo de cobertura aislante térmica se hizo definitivamente popular en todo el mundo y ya son millones de personas quienes lo utilizan, si bien frente a la pluma se han desarrollado otras tecnologías de relleno aislante como las fibras sintéticas o la lana.
Entre las ventajas del edredón frente a la clásica manta, a la que ha desterrado, destacan su poder aislante, su manejabilidad y la higiene, pues solo hay que lavar la funda, no toda la pieza. También que acumula menos polvo y ácaros en su interior, por lo que da lugar a menos alergias y enfermedades.
Edredones e inflamación pulmonar
Podría pensarse de este modo que los edredones son un producto mucho más seguro que las mantas, especialmente en lo que a afecciones alérgicas y respiratorias de refiere.
No obstante, no siempre tiene que ser así, puesto que estudios recientes relacionan el edredón, y por extensión las almohadas, cuando llevan un relleno de pluma, con un problema de inflamación pulmonar grave en personas sensibles, una enfermedad inflamatoria que se conoce como “neumonitis por hipersensibilidad”.
Al parecer esta respuesta inflamatoria está causada por el polvo que acumulan las plumas de las aves, y que a su vez se compone de pequeñas fibras resultantes de la descomposición de dichas plumas.
Así lo señala un estudio realizado por investigadores del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona, y publicado en 2013 en The Lancet Respiratory Medicine. El estudio se llevó a cabo entre 2004 y 2011 en 46 pacientes.
El mismo incluyó determinación de anticuerpos, pruebas de inhalación, cultivos y mediciones ambientales en casas y lugares de trabajo. En un tercio de los casos se atribuyó el desarrollo de neumonitis por hipersensibilidad a la exposición a edredones y almohadones de plumas, como reacción al polvillo desprendido por estas plumas.
“Pensamos que las plumas, pese a que los fabricantes digan que están tratadas, desprenden un polvillo que atraviesa los poros de la sábana del cobertor y que cada vez que la persona que duerme se mueve, lo inhala. Si se tiene predisposición genética para padecer esta enfermedad, una ínfima cantidad diaria es suficiente para sufrir una reacción inflamatoria o fibrosis”, expuso en su día el investigador principal del estudio, el neumólogo Ferran Morell.
Mayor riesgo de fibrosis quística
El problema, además de las incomodidades de dicha inflamación –no alérgica–, es que la neumonitis puede convertirse en crónica si no se retiran los elementos causantes de la misma y acabar derivando en fibrosis quística pulmonar.
La fibrosis pulmonar es una enfermedad que afecta de forma progresiva los pulmones, que se endurecen y pierden su elasticidad, lo que lleva a reducir la capacidad respiratoria.
En España afecta a unas 10.000 personas. Es un proceso grave, que en los casos más avanzados puede llegar a precisar incluso un trasplante pulmonar.
De hecho, en 2019 el British Medical Journal escribió la historia de un hombre inglés que desarrolló una forma aguda de la neumonitis que le impedía apenas respirar. Una investigación de su vida por parte de los médicos reveló que recientemente había adquirido un edredón de plumas.
La retirada del mismo y una terapia a base de antiinflamatorios esteroideos remitió la neumonitis en pocas semanas y el afectado pudo volver a hacer vida normal.
¿Hay que prohibir los edredones de pluma?
Según la OCU, en el año de la publicación de este estudio se creó “una alarma excesiva”. “Utilizar edredones o almohadas de plumas conlleva un riesgo, aunque muy bajo, pues no se basa en una relación causa/efecto lineal: solo un pequeño porcentaje de las personas que usan este tipo de ropa de cama desarrollan la enfermedad”, alegó la asociación de consumidores.
Por su parte, en el estudio los investigadores dejan claro que no es desaconsejable para la población en general el uso de edredones de plumas, siéndolo solo para las personas sensibles a esta enfermedad de tipo inflamatorio.
La mejor estrategia, si vemos que respiramos mal, es, tal como aconseja el médico escocés Owen Dempsey en un artículo que The Guardian publicó sobre del caso descrito por el British Medical Journal, “desprendernos de las almohadas y edredones de plumas”.
“Creo que hay muchas exposiciones por ahí de las que no somos conscientes, y solo porque no somos conscientes de ellas se ignoran”, prosigue Dempsey en sus declaraciones a The Guardian, quien opina que las plumas pueden estar detrás de muchos casos que terminan siendo graves.
Si incluso tras prescindir del aislamiento de plumas experimentamos unas semanas después los mismos problemas, no debemos dudar en acudir al neumólogo para que nos haga pruebas.
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